Qui¨¦n paga la huelga
CERCA DE medio mill¨®n de usuarios de los transportes p¨²blicos se vieron ayer paralizados por la masiva huelga observada por las tres grandes compa?¨ªas p¨²blicas del transporte: Renfe, Iberia y Aviaco. El conflicto tiene su origen en las negociaciones del convenio y se produce en monopolios estatales que vienen arrastrando fuertes p¨¦rdidas de antiguo, como es el caso de Renfe, o en otros que s¨®lo en 1986 han comenzado a producir beneficios contables, como Iberia y Aviaco. Hay que a?adir que en estas dos compa?¨ªas, los resultados obtenldos -unos 750 millones de pesetas en cada una- se deben fundamentalmente a causas externas a la gesti¨®n, como son la baja del precio del queroseno y la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s, y todav¨ªa es pronto para saber si se consolidar¨¢n en los ejercicios venideros.La huelga es un derecho incuestionable. Pero cuando se ejerce, como ahora, para arrancar subidas salariales por encima del 5% acordado por el Gobierno para el sector p¨²blico, parece de dudosa oportunidad el recurso a un arma tan contundente. Se maltrata por doble v¨ªa al ciudadano: como contribuyente y como usuario. Como contribuyente, se echa sobre sus espaldas la financiaci¨®n de esa demanda salarial, que ir¨¢ a engrosar el cap¨ªtulo de p¨¦rdidas subvencionadas por el erario p¨²blico. Como usuario, el contribuyente debe soportar en la indefensi¨®n m¨¢s absoluta las incomodidades de un deficiente e incluso nulo servicio que hoy por hoy se financia a costa de su bolsillo. Por eso resulta leg¨ªtimo plantear la necesidad de que en los sectores p¨²blicos deficitarios se utilice con la m¨¢xima prudencia y con raz¨®n sobrada el arma de una huelga que se vuelve contra otros derechos igualmente leg¨ªtimos de los ciudadanos.
No obstante, el hecho de que la huelga haya sido seguida por amplia mayor¨ªa tanto en Renfe como en Iberia y Aviaco demuestra el convencimiento de los trabajadores de la oportunidad de sus reivindicaciones. Ello deber¨ªa hacer reflexionar a los responsables de estas empresas estatales sobre la necesidad de ensayar nuevas v¨ªas de negociaci¨®n. En Renfe, este camino no es f¨¢cil despu¨¦s de los m¨¢s de 200.000 millones de pesetas de p¨¦rdidas registradas en 1986. Pero en el caso de Aviaco, la congelaci¨®n de los salarios de sus trabajadores durante los tres ¨²ltimos a?os y los beneficios cacareados por la empresa colocan a ¨¦stos en una posici¨®n mejor para negociar.
Los gestores p¨²blicos saben que las huelgas del transporte son, con raz¨®n, impopulares, y nos hacemos la pregunta de si no se encogen demasiadas veces de hombros ante las amenazas sindicales. Y aunque hay un abuso pol¨ªtico -especialmente por las fechas escogidas para las movilizaciones, coincidentes con per¨ªodos vacacionales- por parte de los sindicatos que llaman a estas huelgas, no conviene olvidar el abuso de estos dirigentes de la empresa p¨²blica que nos tienen ya acostumbrados a su incapacidad recurrente para negociar convenios sin que se generen situaciones de este g¨¦nero.
En todo caso, el respeto de los servicios m¨ªnimos establecidos da a la huelga de ayer una dimensi¨®n civilizada, cuya ausencia se hab¨ªa hecho notar fuertemente en ocasiones parecidas. Es de esperar que en futuras huelgas del transporte, ya anunciadas, los servicios m¨ªnimos se establezcan con criterios y objetivos m¨¢s racionales que hasta ahora. Ni pueden obligar pr¨¢cticamente a todos los trabajadores, como arbitrariamente decidi¨® la Administraci¨®n en otras ocasiones, ni tampoco pueden ser reducidos a una rid¨ªcula expresi¨®n en inter¨¦s de los huelguistas.
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