Ferrero ofrece una imagen ca¨®tica de su empresa
Ram¨®n Ferrero, el industrial acusado de destinar al consumo humano el aceite de colza de uso industrial, ofreci¨® ayer durante el juicio sobre el s¨ªndrome t¨®xico una imagen ca¨®tica de su empresa, Raelca, enclavada en la localidad madrile?a de Alcorc¨®n. Ferrero no controlaba qu¨¦ tipo de aceite estaba comprando, no sab¨ªa que estaba prohibida la venta ambulante, desconoc¨ªa qu¨¦ licencias ten¨ªa porque todo quedaba en manos de una gestor¨ªa, ignoraba los procedimientos de refino y, en esta visi¨®n de una sociedad rayana en la chapuza, quiso montar una refiner¨ªa comprando maquinaria "de aqu¨ª y de all¨¢".
Las palabras de Ram¨®n Ferrero, de 33 a?os, gerente de Raelca, abrieron y cerraron la jornada de ayer, de ma?ana y tarde, en la vista p¨²blica que se desarrolla en el auditorio de la Casa de Campo de Madrid, habilitado especialmente para el juicio. M¨¢s de un centenar de asientos del auditorio permanecieron vac¨ªos ayer -unos 100 menos que el d¨ªa anterior-, debido principalmente a la consigna difundida entre las asociaciones de afectados por el s¨ªndrome t¨®xico para que no acudan al juicio, en evitaci¨®n de incidentes como los ocurridos el lunes y el martes.La ¨²nica incidenc ?a notable de ayer vino dada por los apreciables murmullos que produjo una frase del defensor de Ferrero , Jos¨¦ Mar¨ªa Serret, quien interrumpi¨® las preguntas del letrado acusador, Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano:
-Quiero expresar mi protesta por el trato que se dando a mi defendido, que est¨¢ siendo presionado y se est¨¢ dando por hecha su culpabilidad. Mi defendido es inocente.
(Murmullos y muestras de desagrado en el p¨²blico.)
-Me gustar¨ªa preguntar a la sala -reacciona Serret- si soy libre para hablar o tengo que contentar al p¨²blico. Mi defendido es inocente. Repito: es inocente.
(Los murmullos se reproducen, aunque m¨¢s atenuados, y el presidente del tribunal, Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez Alfaro, intervino):
- Silencio en la sala.
-Ruego a mis compa?eros -interviene Serret- que no presionen a mi defendido.
-Puede usted continuar, se?or Mohedano -zanj¨® el presidente.
Refiner¨ªa propia
El primero en interrogar a Ferrero fue el letrado Mariano Mu?oz Bouzo de la acusaci¨®n particular. Sus preguntas estuvieron encaminadas a dejar en la sala una idea: Ram¨®n Ferrero andaba de un sitio a otro buscando maquinaria para montar una refiner¨ªa propia, a fin de evitar as¨ª la intervenci¨®n de terceros en sus manejos del aceite y, continuar con mayor rentabilidad el negocio de desviar el aceite industrial al consumo humano. Por eso pregunt¨® si se hab¨ªa desplazado en dos ocasiones a Bail¨¦n (Ja¨¦n) para visitar una refiner¨ªa, a lo que Ferrero asinti¨®; y si hab¨ªa viajado a Set¨²bal (Portugal) con el mismo objetivo, lo que tambi¨¦n result¨® ser cierto. En este viaje, como reconoci¨® el acusado, le acompa?¨® Juan Moreno Anaya, que hab¨ªa sido gerente de la refiner¨ªa sevillana ITH. El acusador insin¨²a: "Andaba usted curioseando por muchas refiner¨ªas en el mes de mayo". Y el acusado admite que estaba estudiando la posibilidad de montar una planta de refinado, y que para ello habl¨® con el antiguo gerente de la empresa a la que envi¨® sus aceites.
A las 12.10 horas, tras un breve descanso, inici¨® su interrogatorio el letrado Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano. Este abogado se refiri¨® a las operaciones comerciales. Mohedano concluy¨® pidiendo un careo entre Ferrero y Bengoechea, a la vista de sus numerosas contradicciones.
M¨¢s pol¨¦mica
La intervenci¨®n del acusador, Antonio Garc¨ªa Pablos, que representa a 5.000 afectados, fue m¨¢s pol¨¦mica a¨²n. "?Considera usted que hay alg¨²n culpable en esta tragedia?", pregunt¨®. Y Ferrero, en voz alta y muy cerca del micr¨®fono, asever¨®: "La Administraci¨®n sanitaria deber¨ªa decir la verdad de una vez. Usted sabe por qu¨¦ fue al Congreso a pedir que esto se declarase cat¨¢strofe nacional". "?A qui¨¦n considera culpable, a la Administraci¨®n?". "Eso yo no lo puedo decir". Y cambiando los papeles, el acusador pregunt¨® al acusador: "?Usted sabe por qu¨¦ fue al Congreso a reclamar cat¨¢strofe nacional?". Garc¨ªa Pablos se dirigi¨® al tribunal: "?Debo contestar al procesado?". Y el presidente resolvi¨®: ?"Tiene relaci¨®n el aceite con la enfermedad del bichito, o del s¨ªndrome, o de la neumon¨ªa?". Ferrrero no cambi¨® de estilo: "Usted sabe que no". Y el magistrado le reconvino: "Lim¨ªtese a contestar s¨ª o no". El defensor, Jos¨¦ Mar¨ªa Serret, espet¨® entonces: "Se est¨¢n haciendo preguntas parciales. Las causas no han sido probadas y mi acusado no es qui¨¦n para conocerlas".
En ese momento se produjo un hecho curioso. El magistrado Siro Garc¨ªa, uno de los tres miembros del tribunal, hizo un comentario al presidente que tuvo que dejar a medio terminar al darse cuenta de que su micr¨®fono estaba abierto: "No, no, hay que cortarle, porque si no...". Tal vez se refer¨ªa a las preguntas de Garc¨ªa Pablos que el defensor hab¨ªa considerado fuera de lugar. El caso es que desde ese momento el acusado Ferrero dej¨® de responder, y se mantuvo en silencio durante casi todo el interrogatorio de ese letrado. S¨®lo lo rompi¨® espor¨¢dicamente, por ejemplo cuando el abogado le pidi¨® datos sobre el precio de su aceite y Ferrero respondi¨® que aportar¨ªa la documentaci¨®n necesaria. "Me gustar¨ªa bastante", apostill¨® el letrado, "para hacer la cuenta de la vieja".
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