Una sala de fiestas niega la entrada a "negros y moros"
La sala Yast¨¢, en la calle de Valverde 10, cerca de la Gran V¨ªa madrile?a, impidi¨® el domingo por la noche la entrada en el local a un s¨²bdito marroqu¨ª, que acud¨ªa acompa?ado por dos chicas a ver la actuaci¨®n del grupo de m¨²sica-danza las Xoxonees, a algunos de cuyos miembros conoce. "La direcci¨®n ha dicho que no admitamos negros ni moros", les dijeron en la entrada. Las Xoxonees se negaron a actuar en esas condiciones. La direcci¨®n de la sala considera que fue un error de apreciaci¨®n del portero."?bamos a actuar all¨ª el domingo por la noche", dice Silvia San Miguel, miembro del grupo y testigo de los hechos, "y, a la entrada, rechazaron a nuestro percusionista, que es marroqu¨ª. Les dijimos que si no entraba no actu¨¢bamos, y le dejaron pasar".
"Miedo a las consecuencias"
El segundo de la noche no tuvo esa suerte: poco despu¨¦s otro marroqu¨ª, amigo del primero, intent¨® tambi¨¦n entrar y se lo impidieron. "Les dijimos que si se daban cuenta de que estaban practicando racismo", dice Silvia, "pero no hubo forma, aunque respondimos personalmente de ¨¦l". "Lo malo", contin¨²a Silvia, "es que esto les est¨¢ pasando a muchas personas todos los d¨ªas. La gente no lo denuncia porque tiene miedo de las consecuencias". Ninguno de los dos afectados ha querido identificarse."El p¨²blico de la sala reaccion¨® bien cuando le dijimos que no actu¨¢bamos", dice Silvia. Las Xoxonees, compuesto por seis chicas que hacen percusi¨®n y bailan, un percusionista y un pintor que utiliza sprays, hace un espect¨¢culo pl¨¢stico-musical.
"En el Yast¨¢ no hay discriminaci¨®n racial", dice Mani Moure, copropietario junto con Carlos D¨ªaz de la sala y miembro del grupo musical Toreros Muertos, "sino por comportamientos. Se trata de una zona de mucha prostituci¨®n y tr¨¢fico. El hach¨ªs suele estar en manos de marroqu¨ªes, y la hero¨ªna la venden los negros. Sin entrar en juicios de valor, tratamos de que el local no se vaya de mano, porque entonces se clausura". Seg¨²n Moure, hay en Yast¨¢ negros y marroqu¨ªes que son clientes habituales.
En opini¨®n de Moure, lo que ocurri¨® es que la persona que controlaba la entrada no supo distinguir porque lleva poco tiempo en ello, y ¨¦l no estaba en el local esa noche. "Yo s¨¦ perfectamente qui¨¦nes son los del trapicheo y la cosa no hubiera ido a mayores". "Cuando mi socio, que lleva la parte empresarial, se enter¨® del asunto", contin¨²a Mani Moure, "ya se hab¨ªa formado un alboroto, hab¨ªa tensi¨®n e insultos, y lo que no se puede hacer tampoco es dejar al portero con el culo al aire".
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