El regreso de Kipling a los ¨¦xitos de venta
El cronista del imperio brit¨¢nico est¨¢ m¨¢s vivo que nunca medio siglo despu¨¦s de su muerte
Rudyard Kipling, blanco nacido en la India, volvi¨® a los 24 a?os a Inglaterra, donde se hab¨ªa educado, y se hizo de inmediato con una fama como no se ve¨ªa desde los tiempos de lord Byron. No volver¨ªa a conseguir en vida tama?a unanimidad, ni tampoco despu¨¦s de su muerte, cuando amenaz¨® con imponerse el prejuicio, ajeno a la literatura, de que se trataba de un imperialista. Pero el prejuicio ha perdido y un a?o despu¨¦s del cincuentenario de su muerte las ediciones del escritor se suceden y rara es la semana en que la prensa anglosajona no habla de ¨¦l.
Antes del segundo viaje de Kipling a la metr¨®poli, algunos cr¨ªticos despiertos ya estaban advertidos de que "una nueva estrella llegaba del Este", como apunta su bi¨®grafo Charles Carrington, y permanecieron alertas. En Diciembre de 1889 el Macmillan's Magazine hab¨ªa publicado los versos de un casi desconocido, que un siglo m¨¢s tarde se mantienen prof¨¦ticos: "Oh, el Este es el Este y el Oeste es el Oeste, y nunca el par se encontrar¨¢...".El Imperio reposaba el largo banquete del bienestar victoriano, y los grandes ya hab¨ªan muerto -Thackeray, Dickens-, o hab¨ªan terminado su obra: Browning, Swinburne, Tennyson... A¨²n no hab¨ªan llegado Shaw y Wells. El viento era pues propicio y Kipling supo aprovecharlo. En 1890, el a?o de su Providencia, y como no hab¨ªa sucedido con tal rapidez desde Byron, se levant¨® una ma?ana y se encontr¨® con que la fama le aclamaba bajo -el balc¨®n como a uno de los grandes escritores de su tiempo. Al entusiasmo ayud¨® el enigma, pues el escritor se inclinaba a la reserva.
Pero Kipling public¨® al final del a?o la novela The light that failed, y encontr¨® las primeras cr¨ªticas adversas de su vida. Al entusiasmo de 1890 sucedi¨® un intenso debate sobre los talentos de Kipling. Suele ocurrir: a los autores se les hace pagar el primer ¨¦xito. Aunque la fama aument¨® con la publicaci¨®n de sus Barrack-room ballads, (Baladas de cuartel, 1892), el autor no volvi¨® a recuperar la unanimidad de p¨²blico y cr¨ªticos; no es seguro que la de ¨¦stos le importara: siempre los despreci¨®.
En el cincuentenario de su muerte (1936), Kipling ha sido redescubierto, publicado en tiradas masivas en el Reino Unido, biografiado y aclamado. La editorial Penguin, seg¨²n fuentes espa?olas de ¨¦sta, ha vendido -s¨®lo desde enero- m¨¢s ejemplares de sus t¨ªtulos famosos que la tirada media de una novela en Espa?a: 5.000 ejemplares.
Primer regreso
Tras su educaci¨®n en Gran Breta?a, Kipling hab¨ªa regresado por primera vez a los 17 a?os a la India, donde hab¨ªa nacido (Bombay, 1902), y los siguientes siete trabaj¨® como periodista, un oficio que, aunque no era entonces lo que es hoy, le ense?¨® quiz¨¢ la rapidez y la concisi¨®n. Miembro de la burgues¨ªa colonial, no tuvo ninguna dificultad para trabajar en los peri¨®dicos indios, y pronto comenz¨® a publicar versos, y esbozos y retratos que a nadie en su d¨ªa se le ocurri¨® llamar Nuevo Periodismo pues eran relatos puros dibujados sobre el terreno. Viaj¨® mucho.Al regresar al subcontinente volv¨ªa no s¨®lo a una primera infancia, probablemente feliz, sino que dejaba detr¨¢s unos a?os horrorosos en una foster house, una suerte de guarder¨ªa de tiempo completo de un tipo que no existe en Espa?a, a la que le hab¨ªan enviado sus padres cuando ten¨ªa seis a?os.
Lo dir¨¢ la cr¨ªtica biogr¨¢fica pero es probable que en esa infancia arrinconada y esos siete a?os de periodista por la India Kipling extrajera el gas para una larga carrera como la suya.
Al morir, Kipling hab¨ªa publicado cuatro o cinco novelas, 250 cuentos y un millar de p¨¢ginas de versos. Aunque vigoroso y a veces c¨¦lebre (recu¨¦rdese If), el verso de Kipling no ha logrado cruzar la edad y s¨®lo merece, en opiniones autorizadas, la atenci¨®n de los especialistas.
En cambio, como narrador, y narrador de cortas distancias, Kipling merece el recuerdo y la relectura, o la lectura, y no s¨®lo como cronista de lo que fue un imperio en uno de sus confines m¨¢s ricos y atractivos, sino como un ingenio, un imaginador notable y un estilista de sorprendente eficacia.
Aunque no es ¨¦sta opini¨®n compartida por muchos: cr¨ªticos de muy diversa escuela e ideolog¨ªa se han unido desde el comienzo para derribar a Kipling -la acusaci¨®n m¨¢s habitual es la de que era el portavoz de una ideolog¨ªa imperial-, y lo han hecho con una virulencia, a¨²n hoy, que no deja de ser significativa: s¨®lo el indiferente es un verdadero ateo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.