La batalla del parque O'Higgins
Los gases cegaron a Juan Pablo II durante los enfrentamientos, que ocasionaron 600 heridos
Un grupo de manifestantes se acerc¨® corriendo hacia el escenario donde estaba el Papa. Llevaba en volandas a una mujer herida con perdigones en el pecho para mostr¨¢rsela a Juan Pablo II. "Quer¨ªamos ense?arle el Chile real", dijo una pobladora (habitante de los barrios pobres de Santiago). El Pont¨ªfice la vio, pero no detuvo su liturgia por la reconciliaci¨®n que se celebraba el viernes en el parque O'Higgins. La ceremonia, ante medio mill¨®n de personas, fue interrumpida por violentos incidentes entre la polic¨ªa y manifestantes, que terminaron con 600 heridos, varios de ellos de bala.
Los disturbios del viernes, que ocurren por primera vez en los 33 viajes del Papa durante un acto religioso, fueron condenados por la Iglesia chilena y todos los partidos pol¨ªticos, incluidos los de izquierda. Fueron tambi¨¦n la demostraci¨®n de que el pa¨ªs est¨¢ polarizado: una chispa bast¨® para iniciar una batalla campal entre los opositores y la polic¨ªa.Todav¨ªa no hab¨ªa llegado el Papa al parque cuando comenzaron los incidentes. La polic¨ªa intent¨® rodear a unas 1.000 personas que gritaban "libertad, queremos libertad" y enarbolaban una pancarta que dec¨ªa "Santo Padre, bienvenido. En Chile se tortura". Ante la aparici¨®n de carabineros, comenzaron los silbidos primero y los gritos de "asesinos" y las piedras despu¨¦s.
Un veh¨ªculo blindado de la polic¨ªa cruz¨® entre el p¨²blico para retirar un paquete sospechoso que se encontraba en la tribuna de Prensa y que result¨® pertenecer a unos periodistas peruanos. Ah¨ª empez¨® la batalla.
Al llegar al parque 12 autobuses de carabineros, veh¨ªculos blindados que lanzaban gases y agua, los manifesantes se enfrentaron con decisi¨®n a la polic¨ªa. En un recinto en construcci¨®n situado frente a la tribuna del Papa se proveyeron de piedras y palos. La refriega cuerpo a cuerpo desat¨® el p¨¢nico de la multitud que corri¨®. Las tanquetas policiales, el gas de las bombas lacrim¨®genas y el humo de las barricadas y fogatas prendidas por los opositores levantaron una polvareda que cubri¨® el parque.
Las hogueras eran alimentadas con la gorras arrebatadas a la polic¨ªa y troncos de ¨¢rboles. Los manifestantes lograron introducir en el recinto un bid¨®n de gasolina -a pesar de que fueron registrados uno por uno a la entrada- simulando que era agua.
La presi¨®n de la multitud derrib¨® las barreras y mientras el Papa hablaba contra la violencia, los opositores aplaud¨ªan cuando un carabinero era golpeado. La ovaci¨®n fue generalizada entre los que vieron que dos veh¨ªculos blindados chocaron entre s¨ª. A pocos metros del escenario, un autob¨²s que lanzaba agua fue derribado.
Huida de los periodistas
Los periodistas, situados detr¨¢s de la polic¨ªa, tuvieron que huir cuando cay¨® sobre los carabineros una andanada de piedras. Dos de ellos tuvieron menos fortuna: Mar¨ªa Olga Alleman, de la opositora revista An¨¢lisis, fue alcanzada por un disparo de bala en el t¨®rax cuando la polic¨ªa carg¨®. Sus colegas, que intentaron protegerla, fueron repelidos por una tanqueta que lanzaba agua. El chorro del l¨ªquido pestilente apunt¨® contra la periodista herida y la arrastr¨® por el suelo. H¨¦ctor L¨®pez, fot¨®grafo de la revista Apsi, fue alcanzado por perdigones en las piernas.
Por un instante Juan Pablo II detuvo la lectura de la liturgia y mir¨® los incidentes, mientras por efecto de los gases lacrim¨®genos los curas lloraban y tos¨ªan. Su secretario, el polaco Stanislav Dziwisz, le dio su pa?uelo con sales para que se protegiera de los gases. El Papa prosigui¨® con la ceremonia de beatificaci¨®n de sor Teresa de los Andes, a la que se presentaba como ejemplo para la juventud chilena.
Un grupo de sacerdotes de las barriadas intent¨® colocarse, in¨²tilmente, entre los manifestantes y polic¨ªas. Fueron repelidos. Un cura recibi¨® una pedrada en la cabeza y mientras sangraba corr¨ªa gritando: "?Basta, por Dios!".
Los heridos -40 carabineros, cuatro de ellos graves, y unos 550 civiles, la mayor¨ªa con lesiones- fueron trasladados a las afueras del parque. Las fuerzas de seguridad estuvieron a punto de evacuar al Papa en helic¨®ptero.
Cuando Juan Pablo II termin¨®, acortando la ceremonia en media hora, la protesta continu¨® fuera del parque. Al volver a la Nunciatura, conmocionado, se retir¨® tres veces a rezar.
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