Conspiraci¨®n y autoaceleraci¨®n
Tras el r¨¦gimen de terror de Stalin, Jruschov se vio forzado a ser un conspirador para intentar una reforma del sistema sovi¨¦tico. La ofensiva de Gorbachov ha sido, en cambio, una ininterrumpida marcha triunfal casi sin resistencia, indican los autores.
El modus operandi de los dos per¨ªodos de campa?a para el cambio son muy diferentes. Jruschov apareci¨® en la escena como un reformador, despu¨¦s de d¨¦cadas de terror masivo en las que hasta la duda era punible. En una atm¨®sfera como ¨¦sta, el autonombrado reformador no pod¨ªa contar con ning¨²n apoyo de una sociedad que durante d¨¦cadas hab¨ªa estado postrada a los pies del carism¨¢tico tirano. Tuvo por ello que ser un conspirador y un jugador que consiguiera sus golpes liberadores, y en su mayor¨ªa incruentos, de una manera deliberadamente teatral. Jruschov, maestro de jugadores, era un experto en esos coups de th¨¦?tre. ?ste era su punto fuerte, as¨ª como la mayor debilidad estructural de su posici¨®n. Improvisar la reforma de un golpe a otro result¨® ser una debilidad, porque cualquier cosa ganada tan s¨®lo por el brillante trabajo del gran jugador, pero sin el apoyo y ni siquiera la participaci¨®n de la sociedad, depend¨ªa, para su continuidad, de la propia del gran improvisador. Otra debilidad estructural consist¨ªa en la enorme terquedad de la oposici¨®n con la que Jruschov ten¨ªa que entender se y que al final no pudo superar. El aparato de Stalin no pod¨ªa pensar m¨¢s que en t¨¦rminos estalinistas. Para ellos, la derrota significaba la celda de ejecuci¨®n. Este aparato segu¨ªa poseyendo una enorme cantidad de autosuficiencia hist¨®rica. Su filosof¨ªa de la historia les animaba a justificar el asesinato en masa como una necesidad hist¨®rica, como "el precio necesario a pagar por el progreso". Estas debilidades estructurales hab¨ªan predestinado el ataque de Jruschov contra la falange de los apparatchiks a ser una aislada cabeza de puente que pod¨ªa ser, y lo fue, eliminada.
Marcha triunfal
En contraste, la ofensiva de Gorbachov ha sido, desde hace poco m¨¢s de un a?o, una ininterrumpida marcha triunfal casi sin resistencia. Es precisamente este paso autoacelerado de la nueva l¨ªnea lo que crea una hasta ahora inmerecida aureola de radicalismo y cambio profundo a la tendencia pol¨ªtica de Gorbachov. Esta autoaceleraci¨®n obedece a tres razones muy diferentes. Primeras, los oponentes de Gorbachov ya no temen por sus vidas, como les suced¨ªa a los de Jruschov. Bajo Jruschov y Breznev, el aparato gobernante sovi¨¦tico, efectivamente, ha "vuelto a Lenin", al menos en un aspecto. Ellos ahora obedecen al consejo que Lenin, moribundo, dio a Rykov, un consejo rechazado secamente por Stalin. "No debe correr la sangre entre vosotros". La segunda raz¨®n para esta evidente falta de resistencia es una desbandada moral de los breznevitas. Es una paradoja inhumana de la pol¨ªtica que se pueda al menos intentar justificar cr¨ªmenes espantosos y masivos por haberse supuestamente cometido por el bien com¨²n. Sin embargo, la corrupci¨®n, el vicio colectivo de los breznevitas, no puede ser excusada p¨²blicamente. No se reconocen en p¨²blico los actos de codicia y ego¨ªsmo, ni siquiera dentro de los t¨¦rminos de una retorcida filosof¨ªa de la historia. La terceraraz¨®n para esta autoaceleraci¨®n es que, desde el principio, Gorbachov ha estado seleccionando y encontrando aliados, con un gran talento t¨¢ctico. Mientras su jefatura est¨¢ aprovech¨¢ndose del principio breznevita de la legitimaci¨®n, tambi¨¦n aprovecha el per¨ªodo de Jruschov en otro aspecto. Es precisamente aquella intelligentsia jruscheviana que hab¨ªa sobrevivido en el per¨ªodo de Breznev, bien al precio de humillantes compromisos o viviendo fuera del manto de la tolerancia oficial, la que ahora constituye la punta de lanza del ataque de Gorbachov a la falange del aparato.
es soci¨®loga y profesora de filosof¨ªa. es profesor de Est¨¦tica. Ambos ense?an en la New School for Social Research de Nueva York.
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