Reagan se aferra al di¨¢logo con la URSS, pese a la crisis de los esp¨ªas
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, trata de limitar el impacto pol¨ªtico del esc¨¢ndalo de sexo y esp¨ªas que ha comprometido la seguridad de la Embajada de Estados Unidos en Mosc¨² y no est¨¢ dispuesto a que interrumpa el di¨¢logo entre las dos superpotencias e impida un acuerdo de control de armamentos. "No creo que sea bueno para nosotros que nos echen de Mosc¨²", ha dicho el presidente, y se ha negado a suspender el viaje que el secretario de Estado, George Shultz, realizar¨¢ la semana pr¨®xima a la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
El ex secretario de Estado Henry Kissinger ha pedido que se suspenda la visita, que considera humillante en las actuales circunstancias, o que el encuentro de Shultz con su colega Edvard Shevardnadze tenga lugar en Helsinki.Reagan, aunque insista en el di¨¢logo con Mosc¨², tampoco puede pasar por alto el esc¨¢ndalo y, para demostrar que no es un l¨ªder paralizado por el Irangate, ha anunciado una serie de acciones limitadas, con m¨¢s contenido simb¨®lico que real. El nuevo embajador norteamericano en Mosc¨², Jack Matlock, ha presentado una protesta formal por las actividades de espionaje de los sovi¨¦ticos en la antigua embajada -abierta a tours del KGB por j¨®venes marines seducidos por una traductora y una cocinera sovi¨¦ticas empleadas de la misi¨®n diplom¨¢tica de EEUU-, y en la nueva representaci¨®n, sorprendentemente construida por obreros de la URSS sin control alguno norteamericano.
[Un tercer marine norteamericano, asignado al consulado de EE UU en Leningrado en 1981 y 1982, el sargento John Joseph Weirick, de 26 a?os, fue detenido ayer en California, en relaci¨®n con el esc¨¢ndalo de sexo y espionaje en sedes diplom¨¢ticas norteamericanas en la URSS, seg¨²n anunci¨® el departamento de Estado, informa Reuter.]
Reagan ha reconocido que "el espionaje y el contraespionaje es algo que hay que admitir que se emplea por todo el mundo, pero no por eso hay que dejar de tratar con los sovi¨¦ticos". El presidente no est¨¢ sorprendido por lo ocurrido. "No ha cambiado mi opini¨®n de la URSS", ha dicho. Pero, al anunciar su protesta formal, ha insistido en que "la actitud global de Gorbachov hacia el control de armamentos es estimulante y no tiene precedente en ning¨²n otro l¨ªder sovi¨¦tico anterior".
El presidente ha ordenado a Shultz que convierta este nuevo episodio de espionaje en un "tema importante" de su agenda de discusiones con las autoridades sovi¨¦ticas, centrada fundamentalmente en las posibilidades de lograr un acuerdo de eliminaci¨®n de euromisiles y una nueva cumbre Reagan-Gorbachov. Los t¨¦cnicos norteamericanos aseguran que Shultz dispondr¨¢ de una peque?a habitaci¨®n, a prueba de espionaje, desde la que se podr¨¢ comunicar con Washington, sin tener, finalmente, que pasar por la humillaci¨®n de utilizar una furgoneta especial trasladada desde EE UU.
Reagan, que se dijo "profundamente preocupado por la ruptura de seguridad en nuestra embajada de Mosc¨²", ha afirmado tambi¨¦n que quiz¨¢ ordene su demolici¨®n, si no puede garantizarse su protecci¨®n frente a las escuchas sovi¨¦ticas. Al parecer, hasta las vigas de acero, los bloques de cimentaci¨®n y las paredes de ladrillo est¨¢n plagadas de micr¨®fonos y sistemas de espionaje de alta tecnolog¨ªa.
El presidente ha anunciado que los sovi¨¦ticos no ocupar¨¢n su nueva embajada en Washington hasta que se compruebe que es seguro para los norteamericanos hacer lo propio en Mosc¨². Esto no es nada nuevo, ya que el acuerdo de 1972, bajo la presidencia de Richard Nixon, de construcci¨®n de las nuevas re presentaciones diplom¨¢ticas, preve¨ªa una entrada en funciona miento simult¨¢nea. Ahora se culpa a ese acuerdo, firmado en los a?os felices de la distensi¨®n, del desastre de seguridad que impide las comunicaciones secretas entre Washington y sus diplom¨¢ticos en Mosc¨². Nixon y Kissinger, llevados del esp¨ªritu de concordia y seguros de la superioridad tecnol¨®gica norteamericana y de la incorruptibilidad de sus funcionarios, dieron excesivas facilidades a la URSS.
A cambio de un terreno pantanoso y en un llano, para la embajada de EE UU en Mosc¨², permitieron a la URSS construir su nueva delegaci¨®n en la segunda colina m¨¢s alta de Washington, que concede a los instrumentos de espionaje electr¨®nico instalados en su tejado l¨ªnea directa con la Casa Blanca, el Pent¨¢gono, la C¨ªa y el Congreso.
Reagan ha creado una nueva comisi¨®n, similar a la Tower que investig¨® el Irangate, que presidir¨¢ el ex secretario de Defensa, Melvin Laird, y que en 90 d¨ªas deber¨¢ decidir si la nueva embajada ofrece garant¨ªas de seguridad o debe ser demolida. Esto es lo que recomiendan dos congresistas que han estudiado el problema sobre el terreno en Mosc¨², comunic¨¢ndose entre ellos a trav¨¦s de pizarras que se borran del tipo de las que utilizan como juguete los ni?os. Los congresistas Dan Mica y Olympia Snowe han concluido que la seguridad de la nueva embajada est¨¢ "totalmente comprometida", y requerir¨¢ una lenta labor de cinco a?os para limpiarla.
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