Variedades con variantes
Al principio, los dos presentadores hablaban ante lo que -desde el bajo horizonte de nuestros saloncitos- parec¨ªa un atril. Detr¨¢s de ellos, un sobrio fondo morado. ?Empezaba un nuevo serm¨®n laico para uso de telepenitentes? En seguida se deshizo el enga?o, y Paola Domingu¨ªn y Tony Cant¨® bajaron sendas rampas, un poco al estilo de como bajan al circo los gladiadores, y se mezclaron con una plebe en forma de p¨²blico asistente que apenas se ve, pero se oye mucho aplaudir, bisbisear y gritarle requiebros a Roc¨ªo Jurado. Las candilejas brillaban, y la orquesta atac¨® ritmos ligeros. Est¨¢bamos, por tanto, pisando una vez m¨¢s y firmemente el deslizante terreno de las variedades.S¨¢bado noche pretende romper un maleficio: la tradici¨®n de adocenados programas de su g¨¦nero presentados bajo distintos nombres y modalidades por TVE en los ¨²ltimos a?os. Y aunque es pronto para pronunciarse, la mezcla de contenidos necesariamente populacheros que estos espacios piden (canzonetista racial que canta con despliegue de capas de armi?o y una l¨¢grima, joven estrella pop que recibe la, ,alternativa de la mano de su se?or padre, figura renombrada de la ¨®pera) con una elegante frialdad de formato, hace prever que S¨¢bado noche puede llegar a ser, en su g¨¦nero, el mejor de los programas posibles.
Hay que hablar, en primer lugar, de los presentadores y del traje de los presentadores, que cada d¨ªa va a estar dise?ado por modistas distintos, convirtiendo el programa, am¨¦n de otras cosas, en un subliminal desfile de modelos. La pauta de la primera noche (ella, vestida por Elena Benarroch con hermosos cueros de gobernanta inglesa; ¨¦l, por Jes¨²s del Pozo, a la usanza del clergyman) fue el negro y lo austero, emblemas de la moderaci¨®n que quiere dominar el programa. Tanto ella como ¨¦l hablan con soltura, sin coloratura, pronuncian bien las lenguas extranjeras, no hacen chistes ni piden palmas al respetable; son, como debe ser, meros introductores de los artistas, que nunca tratan de robar plano (aunque, ?qu¨¦ hac¨ªa Cant¨® de espaldas dej¨¢ndose llamar por Roc¨ªo Jurado, en una canci¨®n, "rnaniqu¨ª de escaparate" y otras cosas peores, para despu¨¦s, encima, recogerle la capa y llev¨¢rsela del brazo?).
Decorado e invitados
Por desgracia, el aparatoso decorado de metacrilato opalescente, que nos va a acompa?ar las 13 noches previstas es feo y chifl¨®n, y desentona de la l¨ªnea templada de los restantes componentes del programa.La selecci¨®n de invitados fue equilibrada. Dos j¨®venes rockeras, Jennifer Rush en una l¨ªnea dura, Patricia Kraus en una l¨ªnea m¨¢s que blanda, eurovisiva, estuvieron precedidas por los siempre s¨®lidos Spandau Ballet, antes de que el espacio se cerrara con el torbellino Jurado. Y no hubo trapecistas, ni ventr¨ªlocuos, ni fun¨¢mbulos y dem¨¢s artistas de la cuerda floja. S¨®lo dos actuaciones de humor, tambi¨¦n, a su manera, complementarias. El argentino Gasafla se disculp¨® demasiado de su presencia y de su argentinidad, cuando procede de un pa¨ªs que cuenta con la mejor escuela actoral de lengua castellana, pero luego no supo dar en sus personificaciones con el tono adecuado para una audiencia televisiva.
Los indiscutibles triunfadores de la noche fueron Martes y Trece, que estrenaban n¨²meros. ?No es hora ya de decir que esta pareja compone el mejor espect¨¢culo c¨®mico de nuestro pa¨ªs? ?Se me tachar¨¢ de exagerado si a?ado que en la riqueza corrosiva y la invenci¨®n verbal de sus sketches igualan, aunque sean menos, a los Hermanos Marx? Su parodia del programa Fin de siglo quedar¨¢ en los anales, no s¨®lo por el modo en que ambos humoristas se pasaban indistintamente lapatata caliente de Lizcano, sino por sus creaciones de, entre otros, Luis Escobar, la Cantudo, Isabel Pantoja y Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.