Tapar la boca a la opini¨®n p¨²blica
Un sector marginado de la sociedad utiliza la hero¨ªna para su evasi¨®n; otro sector m¨¢s selecto consume coca¨ªna. Este sector acusa a los primeros de ser los delincuentes. La actuaci¨®n de la Administraci¨®n ha sido hasta ahora represiva. El autor, que se ha significado en Madrid por su lucha contra el tr¨¢fico de estupefacientes, plantea soluciones a la escalada de la drogadicci¨®n.
Hace unos siete a?os surgieron los primeros grupos en barrios perif¨¦ricos de Madrid, que m¨¢s tarde organizaron la Coordinadora de Barrios para el Seguimiento de Menores y J¨®venes. Eran grupos espont¨¢neos que respond¨ªan a la demanda de unos chavales marcados por el deterioro social del medio.Como tel¨®n de fondo estaba el fracaso escolar, el paro juvenil, la falta de expectativas y de modelos de referencia en la sociedad a los que vincularse, la impotencia familiar para responder a esta problem¨¢tica que afectaba a sus hijos, etc¨¦tera.
Como marco inmediato est¨¢ la calle como ¨²nico espacio vital de estos ni?os-j¨®venes. Y en ella, el consumo, el consumo como ¨²nica fuente de diversi¨®n y la droga como gran negocio de sectores de capital multinacional al amparo o con la inhibici¨®n de Gobiernos.
Como resultado quedan ni?os-j¨®venes en fuga o semifuga de hogar, al reclamo de motos, coches, casettes, "colorado" (oro), etc¨¦tera, muchos prostituy¨¦ndose como medio m¨¢s seguro de obtener dinero, invitados todos ellos a probar las nuevas sustancias de nuevas sensaciones (hero¨ªna, anfetaminas e hipn¨®ticos...).
La selecta coca¨ªna
Los chavales no hac¨ªan sino reproducir los esquemas sociales. Desde sus m¨²ltiples carencias, una pregunta: ?qu¨¦ es lo que da seguridad en nuestra sociedad? El dinero, el poder, las armas. ?O no es ese el modelo social? Y en su indefensi¨®n -no buenos ni malos, sino indefensos-, inconscientemente persegu¨ªan el modelo establecido. Para su seguridad. Y para la evasi¨®n utilizaba una droga perfectamente comercializada para estos sectores: el caballo. En otros sectores m¨¢s selectos el marketing introduc¨ªa la coca¨ªna.
Una l¨ªnea social secular separaba ambos sectores. El segundo sector, temiendo ahora por su propia seguridad, clasific¨® a los hijos dei primero como delincuentes y drogadictos peligrosos y como ¨²nica respuesta defendi¨® a la polic¨ªa, los jueces y los centros carcelarios de menores y j¨®venes en una espiral de exterminio.
Los grupos de la Coordinadora de Barrios (insisto, de menores y j¨®venes, no de lucha contra la droga) empezaron a ser, no pod¨ªa ser de otro modo, solidarios de estos muchachos,
Les conoc¨ªan sin calificativos ("toxic¨®manos", "delincuentes", mucho menos "pre" o "ex") con su problem¨¢tica socio-familiar y personal. A partir de ah¨ª surgi¨® la convivencia callejera y casera en muchos casos, la agrupaci¨®n en los barrios de los j¨®venes m¨¢s afectados y de sus familias, el apoyo de asesor¨ªas jur¨ªdicas y asistenciales (b¨²squeda de recursos), la t¨ªmida creaci¨®n o b¨²squeda de puestos de trabajo, t¨ªmida por la escasez de medios y las trabas administrativas.
Mientras, como he dicho, la incidencia de la Administraci¨®n en este campo era casi exclusivamente represiva, de ninguna manera social, en todo caso nunca ha querido abordar el fondo del problema.
En pol¨ªtica de menores, la Administraci¨®n no ha ido m¨¢s all¨¢ de los centros de internamiento, creando mayor rechazo en los peque?os y, por tanto, estados de fuga permanente, con nuevo deterioro para los ni?os y mayor incidencia en la delincuencia e inseguridad. Un educador de calle para 200.000 habitantes y alg¨²n que otro educador de familia para todo Madrid.
Todo esto sin una ley marco del menor, de la que se hacen sucesivos borradores de anteproyecto y el ¨²ltimo exclusivamente penal. Para los toxic¨®manos no se da ninguna alternativa al tratamiento judicial y penitenciario, ni pol¨ªtica sanitaria, ni centros p¨²blicos de curaci¨®n (la cantidad actual es irrisoria), ni recursos para quienes costosa y penosamente han conseguido curarse. En el campo policial se act¨²a sobre esa poblaci¨®n infantil y juvenil, con lo que se pretende paliar el miedo a la inseguridad ciudadana, pero se deja casi intacto. al sector generador de la delincuencia ¨ªnfrasocial.
Cuando la Coordinadora de Barrios ha denunciado durante el mes de marzo esta actuaci¨®n policial en el tema del narcotr¨¢fico -detenci¨®n de consumidores y peque?os camellos, pero no de sus suministradores-, lo hace para demostrar ante la opini¨®n p¨²blica esta situac¨ª¨®n social creada.
El hecho de denunciar puntos de venta estables era para llamar la atenci¨®n sobre la actuaci¨®n de la polic¨ªa y consecuentemente de la Administraci¨®n, que sacr¨ªfica a unos chivos exp¨ªatorios para tapar la boca a la opini¨®n p¨²blica. Las ¨²ltimas redadas con c¨¢mara de televisi¨®n incluida no hacen sino confirmar esta tesis.
Ei problema del narcotr¨¢fico, en un marco de ilegalidad, tiene necesariamente una vertiente policial, dif¨ªcilmente eficaz hoy por la propia corruptela introducida en los cuerpos de seguridad y la escasa voluntad pol¨ªtica de entrar a saco en su erradicaci¨®n, pese a sus permanentes protestas y sus espectaculares acciones.
Medidas sociales
Sin embargo, el problema de los ni?os-j¨®venes cuya defensa asume la Coordinadora de Barrios, as¨ª como el grito ¨ªmpotente de las madres, requiere medidas sociales. No se podr¨¢ hablar de prevenci¨®n sin una reforma seria del actual sistema escolar en los barrios, que origina tanto fracaso y temprana desescolariz aci¨®n. No a base de una educaci¨®n compensatoria sin recursos y extraescolar, sino dotando de estructura y medios a las escue, las que respondan a los intereses de los ni?os y les haga vincularse a la tarea educativa. Es tarea de la Administraci¨®n.
Asimismo compete al Gobierno la dotaci¨®n de empleo juvenil y temprana remuneraci¨®n, as¨ª como una pol¨ªtica informativa y educativa socio-familiar en los barrios m¨¢s desprovistos.
Es urgent¨ªsima la creaci¨®n de recursos p¨²blicos para la curaci¨®n de los toxic¨®manos que, si necesitan -no todos, ni siempre- centros terape¨²ticos, sobre todo est¨¢n reclamando apoyo personal y de medios en su propio ambiente. Y esto es tambi¨¦n tarea de la Administraci¨®n en colaboraci¨®n con entidades. Por supuesto, el cambio de valores en nuestra sociedad es el gran reto como alternativa al reclamo consumista. Y esto es obra de todos.
es dirigentes de la Coordinadora de Barrios para el seguimiento de menores y j¨®venes.
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