Solos en la oscuridad
No fue la fecha ¨®ptima para recibir a Tom Verlaine por primera vez en un escenario madrile?o abierto al p¨²blico -recu¨¦rdese su recital memorable en el programa La edad de oro-, no s¨®lo por ocurrir en d¨ªas vacacionales, sino tambi¨¦n porque se anuncia para las pr¨®ximas semanas la mayor serie de conciertos rockeros seguidos que el aficionado espa?ol jam¨¢s ha podido conocer. Pese a ello, este americano alto, delgado y p¨¢lido logr¨® concentrar un n¨²mero de seguidores que bast¨® para que ¨¦l mismo se entusiasmase en su ceremonia musical.Varios efectos sonoros de una brisa des¨¦rtica, de campanas horarias, de un fuerte aguacero y de borrasca antecedieron las primeras notas urbanas del cuarteto sobre las tablas. Guitarras, siempre guitarras, sonaron brillantes, limpias y, sobre todo, sugerentes. Verlaine, voz contagiada de los susurros de Lou Reed, voz melanc¨®lica y dura, voz escasa pero suficiente para expresar cuanto desea, interpret¨®, est¨¢tico, sin elocuencia ni aspavientos, sus cartas ideales, sus visiones, su impresiones l¨ªricas. Es un rockero ilustre y serio que no llega a soltar sonrisa alguna en su actuaci¨®n. Se acompa?¨® de un tr¨ªo de m¨²sicos que hace tiempo le comprenden y complementan, entre los que destaca Jay Dee Daugherty, bater¨ªa legendario de Mc5 o de Patti Smith Group.
Concierto de Tom Verlaine
Tom Verlaine, voz y guitarra; Fred Smith, bajo y coros; Jimmy Ripp, guitarra y coros; Jay Dee Daugherty, bater¨ªa. 100 minutos. Sala Astoria. Madrid, 14 de abril.
Duelo de guitarras
En el tiempo medio, que no calmado, Verlaine se siente m¨¢s c¨®modo, vocaliza sin esfuerzo, sin gritar, y luego deja que la guitarra protagonice los momentos m¨¢s intensos. Y as¨ª toca el instrumento el¨¦ctrico ensimismado o crea duelos, tomas y dacas con el otro guitarrista, Jimmy Ripp. Acaban un tema y se detienen en pausa necesaria para afinar las cuerdas en nuevos tonos. Los espectadores nunca se impacientaron. En Verlaine hay sentimiento e imaginaci¨®n motivada por tal manera de sentir y su arte emocional se percibe principalmente en sus solos de guitarra en la penumbra del escenario. S¨ª, guitarras, guitarras peleonas, pasionales, que a¨²llan por el esp¨ªritu so?ador -Dreamtime- y deslumbrante -Flash light- de su due?o.Este declamador de garganta apagada, que pocas veces se ayuda de coros, debi¨® encontrarse a gusto y se empe?¨®, por fortuna para los asistentes, en dar un concierto -con todos los requisitos de la palabra- de guitarra que sugiere planos sonoros diversos como estados de ¨¢nimo, que crea atm¨®sferas musicales como viajes de la mente en notas misteriosas y, si se acepta, incluso m¨ªsticas. Sube y baja la emoci¨®n con cambios de ritmo bruscos o in crescendo de toda la orquesta. Y en esta improvisaci¨®n se sale del rock como tal y se adentra en el sinfonismo de pinceladas de jazz, en el denominado electro o en la m¨²sica repetitiva. Verlaine no parece acostumbrado a regalar n¨²meros, pero se anim¨® a reaparecer un par de veces, incluso cuando pocos lo esperaban. Mir¨® a su colega Ripp -a quien ya se le hab¨ªan roto dos cuerdas- y prosiguieron con m¨¢s guitarras. Y no estuvieron solos.
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