La firma del teatro
Autores y directores discrepan sobre la manera de salvar la distancia entre el texto y el escenario
Para Lope de Vega, "el teatro son dos actores, una manta y una pasi¨®n", y sorprende esa franqueza en el F¨¦nix, autor de m¨¢s de 1.500 obras, seg¨²n es fama. Sorprende esa comprensi¨®n de lo que es el teatro. Pero en el debate actual sobre la autor¨ªa del teatro, el actor no tiene voz. Acaso de ese abandono surgieron los pasados intentos de creaci¨®n colectiva. Puede haber teatro sin autor, puede haberlo sin director, pero es imposible sin el concurso del actor. Sin embargo, a pesar de que es el actor el que pone el cuerpo, la discrepancia por la firma del espect¨¢culo es patrimonio del autor y del director.Adolfo Marsillach (nacido en 1928) ha sido actor, autor y director. Actualmente dirige la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico y la pol¨¦mica sobre la autor¨ªa le parece "tan antigua como in¨²til. El teatro es fundamentalmente un espect¨¢culo basado con frecuencia en un texto. En este sentido, pues -en el de hecho esc¨¦nico y, por tanto, espectacular-, los autores son muchos: desde el escritor al int¨¦rprete, como desde el escen¨®grafo al director. Asignarles la autor¨ªa a los escritores es una decisi¨®n primaria basada en la creencia -a mi juicio equivocada- de que el teatro es tan s¨®lo un g¨¦nero literario".
Antonio Buero Vallejo (1918), flamante premio Cervantes de este a?o, autor de destacadas obras del teatro espa?ol de este siglo, como Historia de una escalera o El concierto de San Ovidio, advierte de forma contundente contra las apropiaciones del director de escena. Se?ala Buero que "esta vieja pol¨¦mica no lleva camino de terminar, porque el director de teatro tiene tambi¨¦n, cuando es bueno, condiciones creativas innegables. Pero de ah¨ª a considerarlo principal autor del espect¨¢culo y darle carta blanca va un mundo".
"El texto dram¨¢tico es un texto fundamental para el fen¨®meno teatral", subraya Buero Vallejo, .y aunque a veces pueda escribirlo un colectivo en el que incluso figure el propio director, generalmente lo escribe un autor de teatro. Si es un verdadero autor, el texto dram¨¢tico, en contra de lo que alg¨²n director piense, lleva ya dentro una innumerable cantidad de indicaciones para la direcci¨®n. Lo ideal es que el director y el autor trabajen en com¨²n y en buena armon¨ªa. Durante la preparaci¨®n y en los ensayos se modifican cosas de ese texto, pero esas modificaciones no son exclusivas del director, sino que en ellas tambi¨¦n participa el autor. Es un error por parte del director pensar que es ¨¦l el ¨²nico que conoce los secretos del montaje y que el autor es un pobre diablo. A veces es as¨ª, pero en otras ocasiones acontece a la inversa, y el pobre diablo es el director. En los textos hay con frecuencia indicaciones esc¨¦nicas e incluso anotaciones para los actores hechas por el autor. Son cuestiones acerca de las cuales un autor de teatro tiene mucho que decir. En ese sentido, por seguir el lenguaje habitual, seguimos llamando autor de teatro al autor y al director director, sin negar las condiciones creativas autorales del director".
Perder el respeto
"La creaci¨®n teatral es libre y en ella cabe todo el mundo a condici¨®n de que tenga talento", propugna Marsillach. "Establecer l¨ªmites o fronteras es bastante absurdo. Los escritores-autoresdramaturgos vivos que no est¨¦n de acuerdo con el trabajo del director que les haya tocado en suerte siempre tienen la posibilidad -envidiable- de retirar su obra a trav¨¦s de la Sociedad General de Autores de Espa?a (SGAE) antes de su estreno. Y los cr¨ªticos que consideren que a los escritores-autores-dramaturgos muertos -o sea, cl¨¢sicos se les est¨¢ perdiendo el respeto pueden perfectamente utilizar su oportunidad de convertirse en cl¨¢sicos ellos mismos. Sin morirse, claro".Francisco Nieva (1927), que ha sido en teatro director, escen¨®grafo y autor, piensa que los textos, cuando se eligen, es porque seducen. "El director de talento lo que hace es darle enjundia, realzar el texto. Pero el director con poca formaci¨®n human¨ªstica desbarata y estropea la obra. El autor, si trabaja para el teatro, sabe que el teatro es la representaci¨®n, no lo que est¨¢ escrito. El teatro s¨®lo se hace a s¨ª mismo cuando es representado. Y tiene que saber que hay cosas que cortar, pero siempre con acuerdo entre el director y el autor. En su ¨¦poca, Shakespeare se adaptaba a s¨ª mismo a la escena. Cuando yo dirijo me baso en el consejo de los dem¨¢s y digo que siempre se corta demasiado poco".
Algo similar opina el director de escena Jos¨¦ Luis Alonso (1925): "Siempre pienso que en un espect¨¢culo teatral est¨¢ el autor del texto y quien materializa ese texto sobre la escena, que es el director, que se puede considerar tambi¨¦n como un autor. Un texto est¨¢ sobre unas cuartillas, sobre una superficie horizontal, en una mesa. El director es quien pone en pie ese texto, es un recreador del texto. El director, al dirigir, lo que hace es contarle al p¨²blico una obra que ha escrito un autor. Quien cuenta la obra es el director. Tambi¨¦n por esa raz¨®n, el texto tendr¨¢ un resultdo positivo o negativo seg¨²n c¨®mo est¨¦ dirigido. El director es como un p¨²blico, que va m¨¢s all¨¢ que el autor. El autor, a veces, ve el bosque, pero no los ¨¢rboles".
Alonso rememora que ha tenido que pelearse con autores vivos y que por eso, bromea en serio, a veces, los directores prefieren a los cl¨¢sicos. Alonso cree que "en un orden de prioridades est¨¢ antes el autor. El autor siempre est¨¢ el primero en una jerarqu¨ªa. Esa lucha la tuvo Chejov con Stanislavski. El autor, en general, es alguien que no domina el teatro en cuanto a su especificidad esc¨¦nica. Shakespeare era director y autor. La diferencia entre el texto escrito y el texto representado es mucha: eso es la realidad, la puesta en escena".
El escritor Ferm¨ªn Cabal (1948) considera que la suerte de los autores es que pueden elegir director. "Cuando est¨¢s muerto ya no puedes elegir. Soy partidario de que los autores elijan al director y luego le abandonen. Los autores son los que menos mandan en el texto, y casi nunca pueden elegir director. No tengo una opini¨®n general sobre las libertades que un director se puede tomar ante un texto. Depende de c¨®mo se entiendan".
Adaptaciones inteligentes
Sobre la necesidad de adaptar a los cl¨¢sicos, Nieva se?ala que "a veces es necesario un profesor para ver qu¨¦ palabras es necesario adaptar. Las adaptaciones, siempre que sean inteligentes, pasan. A veces, y m¨¢s en alg¨²n teatro que ahora se hace, el director utiliza el texto como pretexto para lucirse ¨¦l".Ante los cl¨¢sicos, Cabal coincide con Nieva en que "cuando se hace con talento, el resultado vale la pena". Cabal, que se queja de forma agria de los que se dedican a hacer pobres adaptaciones para cobrar derechos de autor, apunta, sin embargo, que no entiende "lo del teatro cl¨¢sico. Creo que forma parte de lo arqueol¨®gico. Pienso que debe haber servicios p¨²blicos para ese tipo de teatro, pero como espectador no me interesa".
La idea de Rafael P¨¦rez Sierra (1935), adaptador y traductor de varias obras de teatro, "es de apego a los cl¨¢sicos, de respeto. No temor reverencial. Si hay partidarios de aclarar los textos es porque hay una distancia del libro a la representaci¨®n, porque el p¨²blico va al teatro a ver una obra, no a realizar un estudio con notas a pie de p¨¢gina".
Babelia
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