El 'tejerazo' argentino
Nada puede entenderse del levantamiento del 16 de abril, de ese tejerazo que, seg¨²n el autor del art¨ªculo, se esperaba como inevitable desde 1983. si no se ubicaen la perspectiva hist¨®rica de una sociedad como la argentina, donde la influencia decisiva del Ej¨¦rcito se remonta al surgimiento de la naci¨®n.
El Ej¨¦rcito se fue reforzando y adquiriendo autonom¨ªa a trav¨¦s de las guerras de la independencia, las guerras civiles, la guerra d¨¦ Paraguay y las guerras de fronteras contra el indio. Rosas, Urquiza, Mitri, Roca, Justo, Per¨®n, fueron militares. Aun en una revoluci¨®n civil como la de 1890, el general Campos desempe?¨® un papel de protagonista. En las luchas sociales de comienzos de siglo, los coroneles Falc¨®n y Varela fueron paradigmas de la represi¨®n antiobrera. Los a?os 1930, 1943, 1955, 1962, 1966, 1976 y 1982 son hitos que marcan la progresiva militarizaci¨®n de la sociedad, a trav¨¦s de formas variadas: dictaduras militares directas, control militar de Gobiernos civiles o reg¨ªmenes de militares plebiscitados, como Per¨®n. A partir de 1943 ni un solo Gobierno constitucional puede terminar su mandato.Esta pesada presencia del Ej¨¦rcito en la pol¨ªtica argentina -con su sistema de valores donde predominan la uniformidad, la intolerancia, el fanatismo, la violencia, el moralismo, la irracionalidad, el rechazo de todo esp¨ªritu cr¨ªtico- ha ido impregnando a la sociedad civil de los ¨²ltimos 40 a?os de ese mismo estilo de vida, de esa mentalidad autoritaria, mediante la ideolog¨ªa inculcada desde el servicio militar, la escuela, los medios de comunicaci¨®n y una atm¨®sfera impalpable que rodea todas las cosas.
Pero esta influencia no es suficiente para considerar a los militares ¨²nicos y exclusivos responsables de la sociedad autoritaria, ni siquiera de las dictaduras militares. El Ej¨¦rcito, como todo cuerpo burocr¨¢tico, tiende a separarse, a adquirir autonom¨ªa y aun a oponerse a la sociedad sobre la que se asienta, a convertirse en casta autosuficiente por encima de las clases sociales. Pero esto nunca es logrado del todo; el Ej¨¦rcito no flota en el aire, est¨¢ tambi¨¦n inserto en la sociedad civil y refleja, aunque deformadamente, en su propio seno las contradicciones de la misma. Por eso debe subrayarse que los golpes de Estado y las dictaduras militares no se dan nunca en el vac¨ªo: todos han tenido apoyo y aun inspiraci¨®n civil.
Interdependencia
Los dos investigadores extranjeros m¨¢s serios sobre el fen¨®meno militar argentino -Robert Potasch, El Ej¨¦rcito y la pol¨ªtica en Argentina, y Alain Rouquie, Poder militar y sociedad pol¨ªtica en la Argentina- coinciden en afirmar la interdependencia entre poder militar y sociedad civil, Ej¨¦rcito y partidos pol¨ªticos, siendo lo m¨¢s dificil, seg¨²n el soci¨®logo franc¨¦s; la desmilitarizaci¨®n de la clase pol¨ªtica. No se trata solamente del apoyo de un sector reducido de las clases altas, sino de sectores m¨¢s amplios no s¨®lo de las clases dominantes, sino tambi¨¦n de las dominadas, que deben compartir la responsabilidad por los golpes militares. Los dos partidos mayoritarios, el peronismo y el radicalismo, en algunos momentos han acudido a los cuarteles.
La CGT fue la principal encargada de desestabilizar al Gobierno de Ill¨ªa, y sus principales dirigentes participaron de la asunci¨®n al mando del dictador Ongan¨ªa. Lo m¨¢s ins¨®lito es que aun las izquierdas han tenido amores m¨¢s o menos plat¨®nicos con los militares: desde los trotskistas, en busca de un "nacionalismo militar antiimperialista", hasta el partido comunista, que hace poco postulaba un frente c¨ªvico-militar y que mantuvo amistosas relaciones con Videla.
Esta mitolog¨ªa en que se confund¨ªan las derechas y las llamadas izquierdas hizo crisis en 1982. El problema planteado a partir del triunfo de Alfons¨ªn, y que se hace ahora m¨¢s candente con la sublevaci¨®n militar de estos d¨ªas, es si el militarismo ha sido definitivamente desplazado o se trata tan s¨®lo de un cambio superficial y moment¨¢neo.
Alfons¨ªn es el primer gobernante que, desde que el orden constitucional fuera roto por primera vez en 1930, se ha propuesto la transici¨®n del poder autoritario de las corporaciones al poder democr¨¢tico de los partidos, lo cual implica la despolitizaci¨®n de las fuerzas armadas para subordinarlas a las autoridades civiles. Todos los gobernantes civiles a partir de 1930 estuvieron inhibidos para realizar esta tarea a causa de la dudosa legitimidad de su poder.
En Argentina, donde las movilizaciones de masas son muy frecuentes, no siempre justificadas, jam¨¢s se hab¨ªa realizado una para prevenir o repudiar uno de los numerosos golpes de Estado. Jam¨¢s la CGT se moviliz¨® para defender un Gobierno civil, ni siquiera aquellos con los que se sent¨ªa identificada. -
La participaci¨®n de la CGT, de los partidos de oposici¨®n y de otras instituciones pol¨ªticas y civiles, ac¨¦rrimos opositores del Gobierno de Alfons¨ªn, en las multitudinarias manifestaciones en contra del intento golpista realizadas en la plaza del Congreso y en la plaza de Mayo, y en casi todas las ciudades del interior, revelan un cambio de actitud de los sectores pol¨ªticos que sienta la base, hasta ahora bastante incierta, para un acuerdo en el respeto por las reglas del juego democr¨¢tico m¨¢s all¨¢ de todas las disidencias.
Pero no s¨®lo se observaron importantes cambios en los sectores pol¨ªticos, sino tambi¨¦n en la sociedad civil. La participaci¨®n espont¨¢nea de numeroso p¨²blico no embanderado en ninguna instituci¨®n o partido muestra el abandono de la actitud indiferente, esc¨¦ptica o simplemente pasiva con que en otros tiempos se asist¨ªa a ese tipo de acontecimientos.
En tanto los militares no son democr¨¢ticos, la ¨²nica garant¨ªa de estabilidad democr¨¢tica es el desprestigio de las fuerzas armadas. La desmilitarizaci¨®n es la condici¨®n indispensable de la democratizaci¨®n. La sociedad argentina est¨¢ cambiando, como muestran las elecciones de 1983, el plebiscito del Beagle y, ahora, el 16 de abril.
Desde hace m¨¢s de un siglo, el pa¨ªs se debate en una contradicci¨®n: la debilidad de las instituciones civiles provoca la injerencia militar, y a su vez, ¨¦sta provoca una mayor debilidad, de las instituciones civiles. Si el tejerazo deja una provechosa lecci¨®n hist¨®rica, la sociedad argentina habr¨¢ empezado a romper ese c¨ªrculo infernal.
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