Un palacete para la paz
Grupos pacifistas y ecologistas 'ocupan' un inmueble abandonado en Zaragoza
Colectivos pacifistas, ecologistas, grupos alternativos y radicales han ocupado, en Zaragoza, un viejo palacete, abandonado desde hace unos 30 a?os, con la intenci¨®n de transformarlo en "casa por la paz y la solidaridad". El Ayuntamiento de Zaragoza ha requerido al Gobierno aut¨®nomo el desalojo del edificio, creyendo que ¨¦ste era de su propiedad. El palacete en la actualidad pertenece al patrimonio del Estado.
El edificio, situado en el n¨²mero 25 del c¨¦ntrico paseo de Sagasta, perteneci¨® al antiguo Ministerio de la Vivienda, que luego se fusion¨® con el MOPU (Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo), de cuyos servicios centrales es en la actualidad. Existi¨® el proyecto de transferirlo al Gobierno aragon¨¦s para rehabilitarlo y destinarlo a edificio administrativo, pero dichos contactos no prosperaron, seg¨²n el director general del Instituto del Suelo y la Vivienda del ejecutivo aut¨®nomo, Fernando Zamora, ¨²ltimo delegado provincial de la vivienda y conocedor de todo el proceso del edificio.Fernando Zamora manifest¨® a este peri¨®dico que ayer lunes contest¨® a un requerimiento del ayuntamiento en el que ordenaba el desalojo del edificio y que se adoptasen las medidas m¨ªnimas de adencentamiento. "Mi respuesta ha sido que nunca ese edificio perteneci¨® a la diputaci¨®n general de Arag¨®n" dijo Zamora.
Los colectivos ocupantes solicitan la cesi¨®n del edificio para destinarlo a centro de encuentro y actividades de pacifistas, ecologistas, comit¨¦s de solidaridad y diversos grupos juveniles. Acondicionar el palacete, costar¨ªa unos 13 millones de pesetas, que podr¨ªan reducirse a la mitad al contarse con la mano de obra gratuita de miembros de los colectivos. La parte m¨¢s da?ada del edificio es el tejado, Heno de goteras, que precisa una inmediata reparaci¨®n. Adem¨¢s de la casa, de varias alturas y amplias salas, el lugar cuenta con un jard¨ªn, en el que los nuevos inquilinos han plantado ¨¢rboles.
En la entrada del chal¨¦ han colocado una pancarta con el texto: "En vez de ruinas, la casa por la paz y la solidaridad. Han recogido miles de firmas de apoyo de gentes que han visitado el edificio o han pasado por la puerta. No obstante, tampoco han faltado quienes les han abucheado, como un grupo de mozalbetes de tendencia ultraconservadora, que les gritaron: "Uh, uh, uh, rojos a Mosc¨²". Los vecinos de los dos altos bloques colindantes, en cuyos bajos hay unas oficinas bancarias, han acogido la presencia de los pacifistas entre expectantes y con cierto regocijo.
Iniciativa de Arco Iris
La ocupaci¨®n tuvo lugar el d¨ªa 13 de marzo a iniciativa del grupo Arco Iris. "Nuestra actitud es pacifista, no violenta y constructiva", han manifestado. "Queremos que esta casa sirva como sede de todos aquellos grupos que trabajamos o estamos interesados en cuestiones relacionadas con la solidaridad con el Tercer Mundo, sectores marginados o parados, la ecolog¨ªa, los derechos humanos, el pacifismo, la objeci¨®n de conciencia o la cultura desde abajo en sus diversas facetas".A?aden estos colectivos que apenas reciben ayudas de los organismos oficiales y "tenemos que sobrevivir a duras penas en lugares cutres, haciendo milagros para pagar los alquileres y en condiciones de franca penuria". Recuerda que hace unos cuatro a?os el Ayuntamiento de la ciudad "recibi¨® con entusiasmo la idea de ofrecer una casa de la paz a los grupos solidarios y pacifistas para que desde ella articulasen sus iniciativas. La idea, sin embargo, qued¨® en el ba¨²l de las promesas incumplidas".
Las iniciativas para llevar adelante este proyecto son m¨²ltiples: organizar un campo de trabajo el pr¨®ximo verano para rehabilitar el edificio; instalar en el palacete un centro de documentaci¨®n por la paz y un gabinete de asesoramiento e informaci¨®n sobre el derecho a la objeci¨®n de conciencia; crear la asociaci¨®n Casa de la Paz y la Solidaridad, cuyos fines son rehabilitar el edificio y mantenerlo para su uso, as¨ª como realizar proyectos relacionados con la paz y la solidaridad.
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