Racismo viene de raza
El concepto de raza carece, en opini¨®n del autor, de fundamento cient¨ªfico y est¨¢ cargado de negativos juicios de valor, por lo que propone una acci¨®n de profilaxis para combatir ese concepto. La pervivencia de prejuicios raciales y una alarmante capacidad para la violencia xenof¨®bica en nuestra sociedad as¨ª lo exige.
En su ensayo sobre La diversidad humana (Labor, 1984), Richard Lewontin -reputado especialista en gen¨¦tica de poblaciones y cr¨ªtico radical de la sociobiolog¨ªa- destaca la sorprendente paradoja de nuestra especie, en la que sus componentes somos tan iguales a la vez que todos distintos. Esta extraordinaria variedad de rasgos dentro de la unidad ha sido tambi¨¦n motivo de asombros hist¨®ricos, como el que manifest¨® Plinio el Viejo en su Historia Natural al constatar que entre miles no hay dos iguales", aunque el semblante humano est¨¦ compuesto por s¨®lo "10 partes o un poco m¨¢s".La unidad b¨¢sica de la especie humana proviene de su origen evolutivo ¨²nico a partir del tronco com¨²n de alguno de los hom¨ªnidos que la paleoantropolog¨ªa sit¨²a con gran probabilidad en la regi¨®n del Afar, en Tanzania. Su extraordinaria diversidad conjuga a la vez elementos de orden biol¨®gico y cultural que no siempre son f¨¢ciles de desentra?ar.
La imitaci¨®n y el aprendizaje contribuyen a delimitar espacios sociales de edad, sexo, clase, tribu o naci¨®n en cuyo interior se generan rasgos culturales (como el vestido, el corte de pelota forma de sentarse o andar, la postura, gestos, tono de voz y, sobre todo, mitos, religiones y lenguajes) que fortalecen la unidad del grupo a la vez que acent¨²an la diferencia con respecto a los otros. Esto vale tanto para las etnias o nacionalidades hist¨®ricas como para las subculturas urbanas de reciente creaci¨®n. Si la cohesi¨®n del grupo es grande y su permeabilidad escasa, la endogamia continuada entre sus miembros puede conducir a una cierta uniformizaci¨®n de su patrimonio gen¨¦tico, como es el caso de los pigmeos del bosque Ituri, los indios yanomamos de la cuenca del Orinoco o los habitantes del gueto de Roma, que se dice permanecieron aislados durante 800 a?os en sus confines urbanos.
Distribuci¨®n uniforme
Fuera de esos casos extremos, toda la poblaci¨®n humana se caracteriza por una distribuci¨®n uniforme de la diversidad gen¨¦tica o polimorfismo, que se establece con el paso de las generaciones por los mecanismos bien conocidos de la recombinaci¨®n gen¨¦tica durante la maduraci¨®n de las c¨¦lulas reproductoras, el intercambio de genes que tiene lugar durante la fecundaci¨®n y la selecci¨®n natural de mutaciones favorables. Algunas de ¨¦stas debieron favorecer en el remoto pasado la selecci¨®n de ciertas variantes gen¨¦ticas adaptadas al clima -forma, superficie y pigmentaci¨®n corporal-, como lo sugieren los mapas de distribuci¨®n de poliformismo gen¨¦tico elaborados por Cavalli-Sforza, en los que se delimitan zonas de mayor homogeneidad en relaci¨®n con la latitud geogr¨¢fica y la distancia al Ecuador.
Pero al margen de esas discontinuidades que afectan a unos pocos variantes gen¨¦ticos, los an¨¢lisis m¨¢s completos de la poblaci¨®n humana, como los efectuados por Lewontin, Laffter y el mismo Cavalli-Sforza, demuestran que la mayor parte (exactamente el 84%) de la diversidad gen¨¦tica de la humanidad resulta de diferencias existentes entre individuos de una misma tribu o nacionalidad; alrededor de un 6% procede de diferencias entre tribus o nacionalidades (como la que se da entre franceses, espa?oles y vascos), y s¨®lo un 10% de toda la diversidad biol¨®gica de la humanidad procede de divergencias entre grupos raciales. En otras palabras, la diferencia gen¨¦tica entre las llamadas razas humanas (africana, europea, india, asi¨¢tica, amerindia y oce¨¢nica) es mucho menor que las diferencias existentes entre los individuos que se supone pertenecientes a tales razas. Por tanto, la noci¨®n de tipo racial o de raza carece de significado biol¨®gico.
Otra cosa son los significados pol¨ªticos y filos¨®ficos que se desarrollan sobre la noci¨®n de raza y las reprobables pr¨¢cticas sociales con las que hist¨®ricamente se ha asociado. La xenofobia y prejuicios raciales pueden trazarse hist¨®ricamente a la India y la China de hace cinco milenios. La misma tradici¨®n b¨ªblica del pueblo escogido contiene elementos decididamente racistas en la condena a los camitas -los pueblos negros- a un rango inferior entre las razas por las burlas de Cam ante la borrachera de su padre, No¨¦. Sin embargo, aunque la opresi¨®n, el genocidio o la esclavitud de pueblos fueron en la antig¨¹edad la justificaci¨®n de estos hechos sobre la base de doctrinas raciales de superioridad e inferioridad, son un fen¨®meno reciente, asociado al auge del esclavismo norteamericano, el imperialismo anglosaj¨®n y el expansionismo alem¨¢n.
La memoria hist¨®rica de tantas brutalidades cometidas en nombre de supuestas virtudes de raza olvida con frecuencia la contribuci¨®n de apacibles gentes de bien a la construcci¨®n de las doctrinas racistas que en su d¨ªa justificaron tales pr¨¢cticas. Ilustres cient¨ªficos como Galton no dudaron de la superioridad de los pueblos n¨®rdicos y notables patriarcas como Jefferson e incluso Lincoln creyeron en la inferioridad de los negros. El mismo Darwin, cuya genealog¨ªa evolutiva establece la continuidad gen¨¦tica entre los animales superiores y los humanos, se vio forzado por la l¨®gica del pepsamiento racista de su tiempo a interpolar las "razas inferiores de los salvajes" entre los animales y el hombre "evolucionado".
Los enfrentamientos entre payos y gitanos que salpican nuestro reciente anecdotario social y los incidentes similares contra inmigrantes africanos que se registran en toda Europa revelan la pervivencia de unos execrables prejuicios raciales y una alarmante capacidad para la violencia xenof¨®b¨ªca en la que parec¨ªa ser una madura sociedad. Aunque las causas de estos incidentes residen en la incultura y la insolidaridad que alimenta la prolongada crisis econ¨®mica, el riesgo de su utilizaci¨®n con fines partidistas e ideol¨®gicos es evidente.
Por ello ser¨ªa deseable una acci¨®n de profilaxis social por parte de los cualificados miembros de la intelligentsia que crean la opini¨®n, con el fin de combatir -en buena lid ideol¨®gica, se entiende- cualquier asomo de idea racial, incluyendo el mismo uso del t¨¦rmino gramatical, que, como se ha visto, carece de fundamento cient¨ªfico y est¨¢ cargado de negativos juicios de valor.
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