Brisas de toreo bueno cruzan Despe?aperros
ENVIADO ESPECIALLa afici¨®n sevillana se cierra -dicen- para el toreo de Despe?aperros p'arriba. Algo de cierto hay, pero no siempre es as¨ª. Porque la afici¨®n sevillana se abre, sin rebozo alguno, cuando peinan las crestas de Despe?aperros brisas de toreo bueno, no importa que procedan del fr¨ªo norte. Hay precedentes. Ayer volvi¨® a repetirse el fen¨®meno, cada vez que Juan Mora serenaba su toreo, le imprim¨ªa cadencioso ritmo y cuajaba las suertes con un empaque que firmar¨ªa el m¨¢s inspirado de los diestros de Despe?aperros p'abajo.
Ven¨ªa de Plasencia, nada menos, ese toreo arom¨¢tico cuyas fragancias disfrutaba el p¨²blico de la Maestranza, aspir¨¢ndolas a pleno pulm¨®n. Fue una pena que no hubiese continuidad. Juan Mora estaba demasiado preocupado en componer la figura, en aflamencarse ante la cara del toro.
B
Cubero / J. A. Campuzano, Mora, Sand¨ªn Cuatro toros de Ben¨ªtez Cubero y 3 2 de Ben¨ªtez Cubero Buend¨ªa, de escaso juego salvo el primero; 52 sobrero de Bemardino Jim¨¦nez, encastado. Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada desprendida (oreja); media trasera tendida ca¨ªda y estocada corta ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio). Juan Mora: estocada (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos baj¨ªsimos, estocada ca¨ªda -aviso con retraso- y dos descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio). Lucio Sand¨ªn: cuatro pinchazos bajos -aviso con retraso-, pinchazo y media atravesada (silencio); dos pinchazos y estocada corta desprendida (silencio). Plaza de la Maestranza, 24 de abril. Segunda corrida de feria.
Tampoco le importaba que los derrotes dibujaran el perfil de su anatom¨ªa. En los remates de cada lance y de cada pase se confiaba hasta extremos rayanos en la temeridad. A su primer toro le instrument¨® un pase de la firma monumental, el toro se le qued¨® pegado a la cadera y se limit¨® a mirar con desd¨¦n el ga?af¨®n que se ve¨ªa venir, y vino.
A ese primer toro no le cuaj¨® faena, quiz¨¢ porque no lo entendi¨®. Al quinto se la cuaj¨® con altibajos, pero en los muchos momentos cimeros que lleg¨® a alcanzar, estuvo a punto de poner la Maestranza boca abajo.
Adelantaba Juan Mora la muleta, tra¨ªa al toro toreado, cargaba la suerte y, relajado, corr¨ªa la mano, muy baja, provocando el iol¨¦ ese ?ol¨¦! exclusivo de Sevilla, que cruje como un jip¨ªo. Por la izquierda el encastado toro iba peor. Con el estoque, el peor fue Juan Mora, y pues decidi¨® convertirse en un pinchauvas, permiti¨® que se le escapara un triunfo que habr¨ªa podido ser de clamor.
No era Juan Mora el ¨²nico pinchauvas en la tarde: le dej¨® chico Lucio Sand¨ªn. Juan Mora y Lucio Sand¨ªn compitieron en matar mal y en torear de capa bien. Apuntaron su buen estilo a la ver¨®nica y en un quite la dibujaron, pero a¨²n dibujaron con m¨¢s finos trazos la media ver¨®nica, a un tiempo belmontina y salerosa.
A Sand¨ªn, que es otro notable estilista nacido de Despe?aperros parriba, le correspondieron malos toros. El primero embest¨ªa sin fijeza, con la cara alta. El otro tardeaba y se quedaba en el centro de la suerte. Mal g¨¦nero para el toreo y a¨²n peor si se pretende interpretarlo con arte. Sin embargo, acaso no fue de los toros toda la culpa, sobre todo en el caso flagrante del tercero de la tarde.
A ese inocente animal, el individuo del castore?o le destroz¨® los lomos traseros hasta rebozar lo en sangre. La sangre le discurr¨ªa por el canalillo del espinazo hasta la penca, y por el vientre hasta el meano. Un toro de tan salvaje forma destrozado no pod¨ªa humillar. A cualquiera le suceder¨ªa lo mismo; cualquiera, castigado tan arbitrariamente en las espaldas, se negar¨ªa a bajar la cerviz. Los toros como los hombres.
Ese toro tercero fue cinque?o. Hubo m¨¢s cinque?os en la corrida. Tambi¨¦n era sospechos¨ªsimamente romo, y no fue el ¨²nico. Hubo toros tullidos -dos los devolvieron al corral- y los hubo impresentables. El primero, chico, flojo y aborregado, era impresentable. Jos¨¦ Antonio Campuzano le instrument¨® una faena animosa, en alguno de cuyos pasajes templ¨® con exquisitez el viaje.
El cuarto se aplom¨® en banderillas y no hubo forma de que embist¨ªera a la muleta, a pesar de que Campuzano le porfi¨® pundonorosamente por los dos pitones. Este diestro es de los de Despe?aperros pabajo y, sin embargo, al lado de sus compa?eros de terna, parec¨ªa de los de Despe?aperros parriba. Ayer no proced¨ªa mirarles el documento de identidad a los toreros: su lugar de nacimiento habr¨ªa parecido falsificado.
Babelia
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