Ra¨²l Alfons¨ªn no amnistiara a los militares acusados de violar los derechos humanos durante la dictadura
El general Jos¨¦ Segundo Dante Caridi se estren¨® ayer como jefe del Estado Mayor argentino en sustituci¨®n del general H¨¦ctor R¨ªos Ere?¨². Caridi, soltero, de 56 a?os, es un hombre notablemente introvertido y t¨ªmido. El pasado jueves jur¨® su cargo por la Constituci¨®n y no por Dios y por la patria, respetando el nuevo protocolo instaurado por la democracia. Desde 48 horas antes, el general Caridi se encontraba de hecho al mando de la fuerza armada de Argentina. El ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, aprovech¨® la ocasi¨®n para reafirmar que el Gobierno que preside Ra¨²l Alfons¨ªn no firmar¨¢ una ley de amnist¨ªa que ampare a los militares acusados do violentar los derechos humanos durante la pasada dictadura castrense.
Tras jurar su cargo, Caridi afirm¨® que el Ej¨¦rcito de Tierra .continuar¨¢ dando testimonio y consolidando el sistema democr¨¢tico". Ya con mayor fortuna intelectual advirti¨® que "el estrecho cumplimiento de las leyes y reglamentos militares deben constituir los carriles por donde transite el desempe?o del personal de esta fuerza".El ministro de Defensa estim¨® la designaci¨®n de Caridi como jefe del Ej¨¦rcito de Tierra como "una reafirmaci¨®n de la autoridad de la Presidencia de la Naci¨®n y como una ratificaci¨®n evidente de que no existi¨® ning¨²n tipo de negociaci¨®n con los hombres que se hab¨ªan amotinado". Caridi, en efecto, y pese a su involucraci¨®n judicial en supuestas violaciones de los derechos del hombre, no es precisamente el jefe m¨¢s querido por la extrema derecha militar.
La mejor noticia de ayer era que ning¨²n fan¨¢tico con gorra de plato ha sublevado alg¨²n regimiento. S¨®lo el prestigio y la credibilidad personal del presidente Alfons¨ªn y su apelaci¨®n a las movilizaciones populares mantienen el control sobre esta tembladera militar.
Toda la crisis, por supuesto, ha sido protagonizada por la fuerza terrestre y en particular por el Tercer Cuerpo de Ej¨¦rcito inspirado intelectualmente por el general Luciano Benjam¨ªn Men¨¦ndez, su ex comandante y ahora en prisi¨®n militar esperando su juicio por delitos aberrantes contra las personas. Olvidar la soterrada crisis naval ser¨ªa un error de informaci¨®n y apreciaci¨®n. El sumario abierto ante la C¨¢mara Federal de Apelaciones de lo Criminal y Correccional de Buenos Aires por los sucesos acecidos en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada es aterrador. Y la Marina sabe que saldr¨¢ despiezada de este juicio oral y p¨²blico. En C¨®rdoba, en Buenos Aires y en Rosario, los principales centros de poblaci¨®n, se erigieron los m¨¢s crueles chupaderos centros clandestinos de detenci¨®n en los que desaparec¨ªan las personas de las tres Armas. Ninguno fue tan cruel como el gran chupadero de la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada. La ausencia de piedad se dobl¨® con la ambici¨®n pol¨ªtica. El almirante Emilio Eduardo Massera, alias el Negro, la personalidad m¨¢s siniestra y m¨¢s fascinante de la primera Junta Militar (1976) deseaba ser presidente de la Rep¨²blica. Dotado de magnetismo personal pretendi¨® desarrollar una suerte de populismo que le permitiera presentarse a unas elecciones tras la dictadura como un nuevo Per¨®n, ¨¦l, tan gardeliano, con su sonrisa abarrotada de dientes, muy viril, gran amador de las mujeres, asesino -presunto y seguro del marido de su amante Marta Rodr¨ªguez MacCormack, hombre muy peligroso pero con tir¨®n social, sab¨ªa que jam¨¢s un almirante pod¨ªa acceder ni por las urnas ni por un golpe de Estado a la presidencia de la naci¨®n.
El infierno de Dante
Tom¨® la decisi¨®n de que la Marina se llevar¨ªa la palma en la lucha contra la subversi¨®n de izquierdas. Convirti¨® la ESMA en el ¨²ltimo c¨ªrculo del infierno de Dante, dio la vuelta a numerosos montoneros, pact¨® con ellos y acab¨® engordando y con cadena perpetua en el penal militar de Magdalena. Pero su Arma qued¨® manchada. Por otra parte, los marinos incluso los argentinos que se reclaman de las tradiciones brit¨¢nicas- no parecen los uniformados m¨¢s proclives a los sistemas democr¨¢ticos. Los marinos argentinos, por medio del almirante Jorge Isaac Anaya, miembro de la pen¨²ltima junta militar, fueron los que sacaron del caj¨®n el plan -el juego de la guerra- sobre la invasi¨®n de las Malvinas. Margaret Thatcher tuvo raz¨®n: "si les hundimos un barco se los hundimos todos". Torpedeado el crucero General Belgrano decidieron que lo correcto era no sacar la flota de mar de sus fondeaderos hasta la rendici¨®n del general Men¨¦ndez, el sobrino de ese animal con galones que comand¨® el III Cuerpo de Ej¨¦rcito en C¨®rdoba.La Corte Suprema de Justicia ha secuestrado por tiempo indeterminado todas las causas seguidas contra militares por la guerra sucia contra la subversi¨®n. De entre ellas las m¨¢s importantes son las seguidas por los sucesos de la ESMA y por las atrocidades presuntamente cometidas desde el III Cuerpo de Ej¨¦rcito. El procurador general de la naci¨®n, doctor Gauna, trabajando desde hace semanas en un dictamen sobre lo que es o debe ser la obediencia debida ha preferido rendir su pluma jur¨ªdica y dejar que el Parlamento se sumerja en la cuesti¨®n. Se puede afirmar desde aqu¨ª, como ha dicho el ministro de Defensa, que no habr¨¢ amnist¨ªa para los militares rebeldes ni para los que le dieron corriente a la picana bajo la dictadura.
Finalmente parece que el Gobierno socialista espa?ol ha despertado de su profundo sopor en lo que ata?e a sus abandonadas relaciones con Am¨¦rica del Sur. Es muy valorado aqu¨ª el gesto del vicepresidente del Gobierno espa?ol, Alfonso Guerra, dispuesto a visitar la Argentina sin otra excusa mejor que la de respaldar con su presencia las instituciones de la democracia republicana.
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