La crisis italiana
ITALIA EST? acostumbrada a vivir per¨ªodos relativamente largos con un Gobierno dimitido encargado de llevar los asuntos pendientes. Por eso, lo que llama la atenci¨®n en la crisis actual no es su duraci¨®n, sino el proceso de degeneraci¨®n que est¨¢ sufriendo el debate pol¨ªtico, el nivel y gravedad de los ataques intercambiados por los principales dirigentes de los partidos que han constituido el pentapartido y que han gobernado muchos a?os juntos. No hay precedente de un cruce de acusaciones como el que ha tenido lugar entre el jefe del Gobierno a¨²n en ejercicio, Bettino Craxi, y el presidente de la Rep¨²blica, Francesco Cossiga. El primero dijo que la actitud de Cossiga al encargar formar Gobierno al presidente del Senado, Amintore Fanfani, era "anticonstitucional", ya que su prop¨®sito era que Fanfani quedase derrotado en el Congreso, para luego disolver la C¨¢mara y convocar elecciones anticipadas.Los rasgos at¨ªpicos de la crisis se han acentuado a causa de los referendos convocados en junio, sobre todo el relativo a las centrales nucleares. El Partido Socialista y otras fuerzas de izquierda apoyaban el rechazo de la opci¨®n nuclear, cuyo triunfo en las urnas es casi seguro. Ello empujaba a la Democracia Cristiana a propiciar la disoluci¨®n del Parlamento, lo que implica anular los referendos. En cambio, el PSI hizo de su celebraci¨®n condici¨®n de cualquier acuerdo con la DC. Con un matiz significativo: cuando el Partido Comunista adelant¨® la idea de un Gobierno apoyado por los partidarios de los referendos, dejando fuera a la DC, la reticencia de los socialistas y de otros partidos fue evidente. No estaban dispuestos a permitir, como sin duda deseaba el PCI, que el tema de los referendos sirviese para perfilar una posible alternativa de izquierda al pentapartido.
Una de las novedades de esta crisis ha sido que el Partido Comunista ha entrado en el juego en una medida superior a ocasiones anteriores. El encargo a Nilde Jotti, si bien fue informativo, tuvo esa significaci¨®n. Se ha reflejado as¨ª cierta erosi¨®n de la exclusiva anticomunista, sin raz¨®n de ser en un pa¨ªs como Italia, con un PCI que obtiene el 30% de los votos. Sin embargo, y a pesar de los choques tan violentos entre el PSI y la DC, ser¨ªa precipitado descartar las posibilidades de futuros pentapartidos u otras alianzas de Gobierno. No se puede olvidar que el desarrollo de la crisis se ha convertido en eje anticipado de la futura campa?a para las pr¨®ximas elecciones, consideradas casi inevitables. Por eso conviene discernir, m¨¢s all¨¢ de los ataques y maniobras, las estrategias respectivas de De Mita y Craxi. El primero ha demostrado que est¨¢ resuelto a recuperar para la DC la hegemon¨ªa plena de que ha gozado desde la posguerra, y que el largo Gobierno Craxi ha empezado a cuartear en los ¨²ltimos a?os. Para ello De Mita quiere presentar a los electores el viejo dilema "o la DC o el caos", eludiendo su primordial responsabilidad en la prolongaci¨®n de la crisis, con sus efectos de degradaci¨®n del clima pol¨ªtico, y borrando en lo posible el balance positivo de Bettino Craxi al frente del Gobierno.
En cuanto a ¨¦ste, si ha sido capaz de presentar un desaf¨ªo efectivo a la hegemon¨ªa democristiana, ello se debe en parte a su adaptaci¨®n desde el Gobierno a concepciones ajenas a su tradici¨®n, especialmente en pol¨ªtica econ¨®mica. Los buenos resultados en este ¨²ltimo aspecto pueden permitirle ensanchar su electorado hacia el centro, pero al precio de desdibujar sus contornos reformistas y de asumir el riesgo de la defecci¨®n de sectores tradicionalmente fieles. El comportamiento del electorado socialista es, por ello, la principal inc¨®gnita de las casi seguras elecciones.
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