La Administraci¨®n de Reagan sab¨ªa de la ayuda ilegal a la 'contra', seg¨²n el primer testigo del 'Irangate'
FRANCISCO G. BASTERRA "La Administraci¨®n sab¨ªa al m¨¢s alto nivel lo que est¨¢bamos haciendo para ayudar a la contra y nosotros cre¨ªamos ejecutar la pol¨ªtica del presidente" afirm¨® el general retirado Richard Secord, en la primera jornada de la esperada investigaci¨®n p¨²blica y televisada, que inici¨® ayer el Congreso norteamericano sobre el Irangate. U intervenci¨®n de Secord, un especialista en operaciones clandestinas y que mont¨® una red privada para armar a la contra cuando el Congreso prohib¨ªa la ayuda oficial y organiz¨® el env¨ªo de armas a Jomeini, no implic¨® directamente a Ronald Reagan, pero s¨ª al ex director de la CIA William Casey.
Aunque Secord, que declar¨® por primera vez en p¨²blico y sin acojerse a la inmunidad, no hizo revelaciones dram¨¢ticas, s¨ª confirm¨® que la contra recibi¨® 3,5 millones de d¨®lares (437 millones de pesetas), desviados de la operaci¨®n secreta de venta de armas a Jomeini que produjo 30 millones de d¨®lares (3.750 millones de pesetas). Secord calific¨® a John Poindexter y a Oliver North, los principales responsables del esc¨¢ndalo m¨¢s importante de la presidencia de Reagan, de "hombres honestos y dedicados que trataban de ejecutar la pol¨ªtica del presidente". Reconoci¨® durante el interrogatorio, que continuar¨¢ hoy, que utiliz¨® el nombre del presidente para solicitar dinero a un l¨ªder extranjero, que no identific¨®, afirmando que su contribuci¨®n ser¨ªa bien vista por la Casa Blanca.Secord, 54 a?os, actu¨® en todo momento de una forma fr¨ªa y met¨®dica, asegurando con todo lujo de detalles que, a finales de 1984, la Casa Blanca, a trav¨¦s de Oliver North y el Consejo de Seguridad Nacional, y por escrito, solicit¨® su ayuda para establecer una red privada paralela de ayuda a la contra. Relat¨® tres conversaciones con el entonces director de la CIA, Casey, "un hombre de gran visi¨®n estrat¨¦gica", que no podr¨¢ declarar, ya que est¨¢ moribundo a consecuencia de un c¨¢ncer cerebral, que era su principal apoyo en el Gobierno, aparte de North.
"Traicionados y abandonados"
Secord, que fue interrogado durante tres horas, insisti¨® en que "no estamos en esto [a lo que llama la causa] por hacer negocio" sino por idealismo y para sustituir, durante lo que pensaban se r¨ªa un per¨ªodo corto, la falta de ayuda oficial del Congreso a la contra. Secord, de quien se esperan revelaciones importante
para atar los cabos a¨²n sueltos del Irangate, calific¨® de "imperdonable y groseramente impreciso" el anuncio que hizo Edwin Meese, el pasado noviembre para destapar el asunto ante la opini¨®n p¨²blica. "Nos sentimos traicionados, abandonados y sin defensa".
"La naci¨®n saldr¨¢ fortalecida de esta prueba que refleja la firmeza de la democracia norteamericana". Con esta afirmaci¨®n de fe en el sistema, pronunciada por el senador Daniel Inouye, el Congreso inici¨® ayer la investigaci¨®n, p¨²blica y televisada en directo, del Irangate, la m¨¢s esperada desde el Watergate. El resultado de las audiencias afectar¨¢ el futuro de la pol¨ªtica norteamericana. El panorama electoral de 1988 ya ha sido fundamentalmente alterado. Los republicanos, que aspiran a suceder a Reagan, est¨¢n ya pagando un precio seg¨²n todos los sondeos, y los dem¨®cratas creen que esta- vez pueden alcanzar la presidencia Pero a diferencia del esc¨¢ndalo que acab¨® con Richard Nixon, no se cree que la presidencia de Ronald Reag¨¢n ser¨¢ destruida por las conclusiones de este juicio pol¨ªtico, aunque s¨ª seriamente da?ada.
Veintis¨¦is parlamentarios, 11 senadores y 15 diputados de la C¨¢mara de Representantes iniciaron puntualmente, a las diez de la ma?ana (cuatro de la tarde, hora peninsular), un examen detallado de la conducci¨®n de la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos que durar¨¢ tres meses. La sesi¨®n matinal se convirti¨® en una clara, pero pesada, lecci¨®n constitucional de c¨®mo la Casa Blanca actu¨® fuera del proceso democr¨¢tico. Para no defraudar las expectaci¨®n del p¨²blico, el Congreso llam¨® como primer testigo, en la jornada inaugural, al general retirado Richard Secord, al que se considera el jefe del estado mayor del ej¨¦rcito privado de North.
La opini¨®n p¨²blica, cansada de esta confusa historia que dura ya m¨¢s de cuatro meses, ha vuelto su atenci¨®n a un esc¨¢ndalo m¨¢s f¨¢cil de comprender y que ayer desplaz¨® al Irangate de las primeras p¨¢ginas. La denuncia de que Gary Hart, un notorio mujeriego, pas¨® la noche del pasado viernes con una guapa modelo de 29 a?os. Si la informaci¨®n no es un montaje, el da?o pol¨ªtico para el principal aspirante dem¨®crata a la presidencia puede ser enorme, seg¨²n todos los observadores.
Inouye, senador dem¨®crata por Hawai, un pol¨ªtico imperturbable y conocido como Mr. ?ntegro, se convirti¨® ayer en el principal personaje de este drama pol¨ªtico, al declarar abiertas, con un golpe de martillo de madera, las audiencias en el caucus room del Senado. Los dos comit¨¦s investigadores, del Senado y la C¨¢mara de Representantes, que actuar¨¢n conjuntamente, abrieron las audiciencias con una lecci¨®n de derecho pol¨ªtico e historia constitucional. Veintis¨¦is miembros de los comit¨¦s intervinieron durante unos minutos en la sesi¨®n matinal, de dos horas. Hablaron, sobre todo, para los libros parlamentarios sobre el Ejecutivo.
El presidente, que tratar¨¢ de actuar durante estos meses sin dar importancia a la investigaci¨®n p¨²blica no fue excesivamente zarandeado por los congresistas, excepto por uno de los 26 miembros de los comit¨¦s, que le llam¨® repetidamente mentiroso.
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