Poes¨ªa en movimiento
La ficha que antecede es transcripci¨®n exacta de los datos facilitados por el entorno de Anne Clark. En ella queda aclarado casi todo. Lo primordial, que esa londinense de 27 a?os, con unos cuantos discos editados y que desde alg¨²n tiempo atr¨¢s viene gan¨¢ndose la vida como elemento activo de un incons¨²til pop vanguardista, ni es cantante ni va de cantante. Sus predios son otros. Dice ella misma, dicen los que la rodean, afirman quienes su obra comentan, que son los de la poes¨ªa.?Pero acaso no son tambi¨¦n poetas Dylan, Waits, Sisa, Cohen o Serrat? Pues s¨ª, claro, pero lo de Anne Clark es distinto, es de vanguardia, no implica la menor voluntad de vocalista, es una poes¨ªa personal e intransferible; tanto, tanto, que cuando no acude la musa con un cestito rebosante de verbo se componen poemas sin palabras (The third meeting, Journey by night). Tanta insistenc¨ªa en la poesfa tal vez haya provocado que en nuestros ?ares Anne no consiga convocar audiencias mayores que las que atraer¨ªa cualquier rapsoda convencional. Una l¨¢stima, ya que los pocos que la han visto, a pesar de no enterarse lo m¨¢s m¨ªnimo de su calidad versificadora, dan claras muestras de disfrutar cosa mala con la m¨²sica que sirve de fondo a su salmodia.
Anne Clark, poeta
Charlie Morgan, teclados; Rik Kenton, bajo y teclados; Gordon Reaney, bajo y guitarra; Ned Morant, percusi¨®n. Otto Zutz, Barcelona, 11 de mayo.
Sabemos de sobra que nuestro pa¨ªs es quiz¨¢ uno de los pocos en que lo que para Anne Clark resulta sustancial dentro de su actividad se convierte en totalmente accesorio. Pero tampoco es como para echar el grito al cielo. Anne Clark no canta, pero su voz llega, comunica, que se dice. El texto no se capta, entre otras razones, por deficiencias de sonorizaci¨®n que dejan aplastada la palabra bajo los vatios. Sin embargo, sin cantar e incomprendida, Clark va penetrando en el ¨¢nimo de la audiencia, lo arrastra, que de arrastrar sus cuerpos ya se encargar¨¢n los cuatro m¨²sicos que la arropan.
El teclista Charlie Morgan es coproductor de la ¨²ltima entrega de Anne Clark, Hopeless cases (1987), autor de la m¨²sica de casi la mitad de los temas y eje sobre el que pivota el grupo de gira. A pesar de tratarse de una formaci¨®n con basamento tecl¨ªstico huye de todo escarceo atmosf¨¦rico. Las guitarras incorporadas son duras, compulsivas; la percusi¨®n trepida sin ocuparse ni por un momento del matiz, y los teclados no hacen m¨¢s que ref¨®rzar este pulso que inquieta y excita. Por lo visto, en las dos actuaciones que Clark ha ofrecido en Barcelona en poco menos de un a?o, la corriente escenario-p¨²blico no tarda en establecerse Aunque manda la cobertura musical sobre la base po¨¦tica, el pretexto sobre el texto. Pero ¨¦ste siempre puede recuperarse al calor del hogar con el apoyo de los discos. Sobre el tocadiscos se instala la Anne Clark pat¨¦tica est¨¦tica, inquieta e inquietante. Es poes¨ªa en movimiento.
Anne Clark actu¨® ayer en la sala Astoria qe Madrid.
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