Un torazo astifino en la Venta del Bat¨¢n
Los Miura, m¨¢xima atracci¨®n
Los Miura son protagonistas de la gran parada ganadera que se ha iniciado en la Venta del Bat¨¢n, y a verlos va todo el mundo, pero no impresionan tanto como el torazo astifino de Puerto de San Lorenzo que hay en otra corraleta lejana. Los Miura son protagonistas de la exhibici¨®n de toros bravos en la Venta; la estrella, sin embargo, es ese torazo del Puerto de San Lorenzo, serio y hondo, arbolado por unas bien plantadas astas vueltas, renegridas de puro bru?idas, se dir¨ªa que vaciadas, y finas como agujas.El paseo por la Venta del Bat¨¢n, donde ayer estaban expuestos los 30 cuatre?os de cinco corridas y los seis novillos c¨¢rdenos y entrepelaos de Mart¨ªnez Elizondo, tranquiliza en general las exigencias de los aficionados puristas, por tanto toristas, que abundan en Madrid. Alg¨²n reparo ponen al toro que baja de trap¨ªo -hay alguno as¨ª entre los Pe?ajara, anunciados para esta tarde- o al Pablo Romero que esperaban m¨¢s aparatoso. Pero el conjunto de las corridas es importante, adecuado a la seriedad que impera -deber¨ªa imperar siempre- en la plaza de Las Ventas.
Los paseantes m¨¢s veteranos recuerdan sin nostalgia aquellas corriditas de pitimin¨ª que met¨ªan en las corraletas para las isidradas de los a?os sesenta, todas las cuales habr¨ªan cabido en una sola y a¨²n quedar¨ªa sitio para que los vaqueros-pastores jugaran al mus. Tambi¨¦n lo recuerdan con orgullo por el incomparable cambio operado, que es debido, precisamente, a la actitud firme adoptada durante a?os por esos mismos paseantes cuando oficiaban de afici¨®n pura en la plaza, y por la de unos equipos de veterinarios que, a despecho de presiones y con los ¨²nicos apoyos de su ¨¦tica profesional y su afici¨®n, rechazaron el toro aborregado sin trap¨ªo, haciendo honor a la dignidad del hist¨®rico coso y de la sufrida afici¨®n madrile?a.
Fueron actitudes inc¨®modas en ambos casos, siempre generosas, muchas veces injustamente criticadas o descalificadas por el taurinismo y por opiniones fr¨ªvolas, no siempre comprendidas por la autoridad, que en demasiadas ocasiones se ha ejercido desde la irresponsabilidad o la incompetencia. Consecuencia de esas actitudes firmes de la afici¨®n y de los equipos de veterinarios ha sido el que por otros pagos y desde otros intereses llamen el toro de Madrid al del tipo de los Alonso Moreno, por ejemplo, expuesto estos d¨ªas en la Venta del Bat¨¢n, que es sencillamente, el toro de lidia.
El toro de Madrid es definici¨®n peyorativa de taurinos, quienes intentan demostrar que con semejante envergadura no se puede torear. Es cierto que hay toreros incapaces de torear el toro de Madrid, pero porque no saben o no se atreven.
Al torero aut¨¦ntico le importa poco el tama?o del toro si es de buena casta. Ahora bien, tampoco es cierto que la afici¨®n de Madrid exija un toro disparatado de peso y alzada, pues est¨¢ demostrado que s¨®lo lo exige ¨ªntegro de fortaleza f¨ªsica, limpio y bien conformado de astas, con trap¨ªo, y el trap¨ªo no es el tama?o, sino la seriedad en una l¨¢mina proporcionada o, como dicen castizamente, rematada.
Toros no desmesuradamente grandes, s¨ª proporcionados y rematados, hay unos cuantos en el Bat¨¢n, incluso miuras. Son toros para Madrid. Entre los Miura destaca un colorao salpicao que es el arquetipo de la ganader¨ªa, pues no asusta a nadie (es un decir) mientras rumia y sestea por la corraleta (parece un toro de tantos), y en cuanto se alerta -lo alerta una mosca que pase-, se estira y engafia, y tensa toda su musculatura, da la sensaci¨®n de que se ha convertido en otro toro, ahora s¨ª asusta, fiero en la rusticidad de su fachada, con una estampa distinta.
Tienen personalidad los Miura; se diferencian del resto, hasta del torazo astifino que es la admiraci¨®n. As¨ª los que hay en la Venta y siempre. Por eso a la afici¨®n le apasiona contemplar su lidia y. los toreros los miran con recelo. Hace a?os, un matador fue a los corrales a ver la corrida de Miura que hab¨ªa de lidiar al d¨ªa siguiente, y cuando, al salir, le preguntaron qu¨¦ le hab¨ªa parecido, respondi¨®: "Me han hecho as¨ª"- y hac¨ªa un gesto como si apuntara con un fusil.
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