De la firmeza a la flaccidez
LAS CONDICIONES del acuerdo salarial que ha puesto fin a la conflictividad en Iberia plantean inevitablemente la pregunta de si no hubiera sido posible alcanzar el mismo pacto mucho antes y sin que se hubieran producido las p¨¦rdidas e inconvenientes de todo tipo que el conflicto ha ocasionado. Hasta ahora, el pacto no hab¨ªa sido posible porque la petici¨®n de los sindicatos no se ajustaba a los criterios fijados por el Gobierno para los aumentos salariales de las empresas p¨²blicas. Durante largas semanas, con paros, huelgas de celo, cancelaciones, retrasos, miles de millones perdidos y la desesperaci¨®n de cientos de miles de usuarios, empresa y trabajadores se mantuvieron numantinamente en sus primitivas posiciones: la compa?¨ªa, ofreciendo el 5%; los sindicatos, exigiendo subidas entre el 7% y el 7,5%. La Administraci¨®n pareciera que estaba dispuesta a todo con el fin de situar la lucha contra la inflaci¨®n, v¨ªa contenci¨®n de los salarios, en el lugar de honor de las prioridades econ¨®micas.El incremento salarial finalmente pactado entre la direcci¨®n de Iberia y los sindicatos CC 00 y UGT es de un 5,87. Pero a este porcentaje hay que a?adir otro 0,4% o 0,7% repartido a cada trabajador y que se pagar¨¢ como premio de productividad -alcanzar determinadas cotas de puntualidad-, con lo que la subida real por trabajador se sit¨²a por encima del 6%. Si a todo ello se a?aden los desaamientos, que en Iberia equivalen a un punto y medio de la masa salarial, el coste salarial total ser¨¢ de un 8% en 1987.
Vincular parte de los aumentos a objetivos de puntualidad -cuesti¨®n clave para una compa?¨ªa a¨¦rea- es sin duda una buena f¨®rmula, pero lo ocurrido en las empresas p¨²blicas del transporte -Iberia y Aviaco- hace pensar si para ese viaje hac¨ªan falta estas alforjas. Parece incuestionable que en las dos grandes compa?¨ªas la subida pactada ha roto ampliamente las recomendaciones del Gobierno, salvo que ahora se quiera demostrar que subidas del 7% y el 8% se encuentran en ese "en tomo al 5%".
En un primer an¨¢lisis, y observando lo que ha ocurrido en las dos grandes empresas p¨²blicas de transporte, el 5% ha sido s¨®lo un espantajo ampliamente superado por los sindicatos. Pero adem¨¢s, los directivos de Iberia, forzadas a blindarse en el 5%, se mostraron tan faltos de capacidad negociadora que en buena parte su inelasticidad ha provocado el encono y los desperfectos sociales y econ¨®micos.
El presidente del Gobierno ha defendido la tesis de que, mientras los sindicatos se muestran prudentes en sus presiones negociadoras con los empresarios privados, exasperan sus peticiones cuando se trata de empresas p¨²blicas. A juicio del presidente, la l¨®gica de esta actuaci¨®n descansar¨ªa en que los sindicatos no sienten escr¨²pulos ni temor por las virtuales dificulta des que sus reivindicaciones creen en las empresas del Estado, sostenidas, si fuera preciso, por los presupuestos generales; es decir, por un dinero que parece ser de nadie.
Frente a ello cabe decir que si los trabajadoresse portan de modo distinto en unas u otras empresas es debido, probablemente, a que las empresas p¨²blicas hacen tan poco honor a su condici¨®n de servicio p¨²blico como a su condici¨®n de empresas. Muy lejos de ser la autoridad pol¨ªtica quien venga a marcar la cifra m¨¢gica de revisi¨®n salarial, lo razonable ser¨ªa que fue ran las partes -gestores y empleados, direcci¨®n y trabajadores, empresarios y obreros- quienes determi naran los diferentes niveles de acuerdo. Fijar un mis mo nivel de aumento para todos supone prescindir tanto de la naturaleza econ¨®mica de la negociaci¨®n que en,nada pueden extra?ar las politizaciones de los conflictos. El el propio Gobierno y su ministro de Econom¨ªa quien puso el ingrediente decisivo de la politizaci¨®n. Sin estrategia negociadora, todo era una tr¨¢gala dictada desde el poder. Claro est¨¢ que los sindicatos se enfrentaron a ello. Al contrario de lo que se ha dicho, no han sido los sindicatos quienes le han echado un pulso al Gobierno con sus protestas; ha sido, antes que nada, el Gobierno quien puso primero el brazo sobre la mesa. Y aqu¨ª est¨¢n los resultados.
A gestores p¨²blicos y autoridades econ¨®micas les corresponde la obligaci¨®n de explicar por qu¨¦ se han concedido ahora subidas en Iberia y Renfe que tan s¨®lo unos d¨ªas antes se consideraban descabelladas.
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