Dignidad y recuerdos
La maduraci¨®n de la compa?¨ªa de Nancy ha sido una verdad evidente. Ellos han venido a Espa?a en varias ocasiones y su calidad siempre es ascendente, pues hay mejor cantera reclutada en sus filas, y los solistas, que ya resultan caras conocidas, hacen cada, vez mejor sus papeles. En este conjunto hay actualmente tres j¨®venes bailarines espa?oles.El discreto y serio trabaje de puertas adentro y la aguda intuici¨®n a la hora de seleccionar repertorio deber¨ªan servir de ejemplo a otras agrupaciones con pretensiones desmesuradas.
En esta compa?¨ªa, que est¨¢ bajo la direcci¨®n de Helene Trailine desde hace a?os, no hay imprevistos ni fallos notorios. La noche de ballet se disfruta con normalidad, y, en este caso la tensi¨®n esc¨¦nica la aporta la estrella invitada: Rudolf Nureyev.
Rudolf Nureyev y el Ballet Teatro Franc¨¦s de Nancy
Strings: Sneep / Bartok; ApoloMusageta: Balanchine / Stravinski; Chinis d'un compagnon errant. B¨¦jart / Mahler; Symphonie in D: Kylian / Haydn. Teatro Principal. Zaragoza, 18 y 19 de mayo.
La primera pieza, Strings, es una creaci¨®n expresa par el conjunto y es la primera vez que se ve en Espa?a. Tiene un bello vestuario y contiene gran riqueza de pasos con muchas dificultades en combinaciones y soportes, denotando una cierta influencia de Jiri Kylian.
Le sigui¨® el Apolo bailado por Nureyev, que apareci¨® en escena relajado, algo lento, denotando buen humor. Su baile fue meditativo, discreto, de mucho im¨¢n interior
Las tres solistas estuvieron bien, destacando Alexandra Wells en el papel de la musa de la m¨²sica, donde hizo gala de estilo balanchiniano, con grandes e interminables arabesques, eso que tanto gustaba y exig¨ªa el core¨®grafo ruso-norteamericano.
La versi¨®n, montada por Patricia Neary, es como un sobrio estudio sobre el original, pues ya no hay escenograf¨ªa, se han suprimido los personajes secundarios y Apolo va vestido como para bailar los Cuatro temperamentos, otra obra tard¨ªa del mismo creador.
Estas licencias ya se pusieron en pr¨¢ctica en vida de Balanchine, en un intento de unificar est¨¦ticamente la escuela neocl¨¢sica y darle un sentido a¨²n si cabe m¨¢s abstracto y puro.
Crecer contra el tiempo
En el d¨²o de B¨¦jart, Nureyev se creci¨® contra el tiempo (que es hoy, en lo musical y en la vida, su mayor enemigo), volc¨¢ndose en un baile reflexivo hasta hacer revivir aquel que era en la memoria intemporal de la danza.Sus brazos describiendo un ritmo redondo, de antigua escuela, y su noble cabeza acompa?¨® el sentido de la pieza. Fue un hermoso momento de bondad esc¨¦nica que el p¨²blico recompens¨® de pie en una larga ovaci¨®n.
Al final de la pieza, una mano joven lo lleva hacia las tinieblas de las cortinas negras del fondo. Era una sobrecogedora met¨¢fora de esa carrera incomparable que ha hecho, y que a¨²n hoy tiene dignidad.
El programa se cerr¨® con ese Kylian lleno de gracia, rapidez y frescura, interpretado esta vez con rigor hacia el original.
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