G¨¢dor Carvajal y Borja Ochoa
Dos modelos espa?oles de alta cotizaci¨®n en el mercado europeo
Son altos, j¨®venes y guapos, lo cual es completamente normal en su profesi¨®n. Pero son tambi¨¦n cultos, leen a Dostoievski y a Stendhal; son universitarios y hablan tres idiomas. Tal vez eso ha influido para que lleguen a ser dos de los modelos espa?oles m¨¢s cotizados en el mercado europeo. G¨¢dor Carvajal y Borja Ochoa saben que est¨¢n d¨¦ moda y pretenden aprovechar el momento, porque la vida profesional de los modelos es limitada y el futuro se presenta incierto.
Los dos proceden de familias acomodadas y entraron en el mundo de la moda por casualidad. G¨¢dor, porque su madre tiene una boutique y ella pasaba modelos para las clientas. Borja, porque un d¨ªa fue a la tienda de Francis Montesinos en Valencia a comprarse una camisa y le propusieron desfilar. G¨¢dor madrile?a, hija del presidente del Senado, Jos¨¦ Federico de Carvajal, no ha dejado, a pesar de su nueva profesi¨®n, sus estudios de arquitectura. Est¨¢ en sexto y piensa ejercer dentro de pocos a?os. Lo que m¨¢s echar¨¢ de menos ser¨¢, probablemente, "lo mucho que se viaja" siendo modelo y la "cantidad de gente diferente" que se llega a conocer. No es una vida mon¨®tona, ni sujeta a horarios r¨ªgidos, ni requiere especiales sacrificios Ninguno de los dos -ella, con 24 a?os, y ¨¦l, con 23- necesita seguir dietas rigurosas.Adem¨¢s, ¨¦sta es una profesi¨®n bi¨¦n pagada. Ellos se r¨ªen cuando se les pregunta lo que cobran y se niegan a hablar de dinero. El representante de la agencia Avenue, a la que pertenecen, se?ala que es imposible calcular los ingresos medios de un buen modelo, porque depende de la estaci¨®n y de la demanda, pero un desfile no baja de las 50.000 pesetas, y hay d¨ªas en los que se realizan 12 o m¨¢s. Y por cada sesi¨®n fotogr¨¢fica de cuatro horas cobran entre 50.000 y 80.000. Todo ello da para que admitan que "se puede vivir bien", aunque se apresuran a matizar que "nuestro trabajo es como el de los deportistas: unos a?os se gana mucho, y despu¨¦s, nada". Ellos est¨¢n ahora en los a?os buenos, se cotizan muy bien en el mercado nacional y trabajan para firmas alemanas, brit¨¢nicas, italianas y japonesas.
Lo que les hace menos gracia es que "nunca controlas tu trabajo. Dependes de algo tan caprichoso como la moda o los gustos de los clientes" (G¨¢dor), y tambi¨¦n que "hay que estar sonriendo todo el d¨ªa, todo el rato, a todas horas, y eso cansa" (Borja). Ninguno de los dos admite el t¨®pico de que gente as¨ª de guapa tiene que sufrir el asedio de moscones m¨²ltiples. "Si t¨² quieres, y te dejas, claro que te rodean los moscones. Pero si tu vida privada empieza cuando acaba tu trabajo no pasa nada". Sus amistades proceden de gente extra?a al mundo de la moda, y aunque Borja reconoce que su novia es una modelo alemana, aclara que se conocieron y se enamoraron siendo adolescentes, cuando ella estudiaba en un colegio alem¨¢n, y ¨¦l, en un liceo franc¨¦s. Borja es valenciano, procede de una familia aristocr¨¢tica, y les dio un susto considerable a sus padres cuando les anunci¨®, en el mismo lote, que dejaba la carrera de Derecho que tanto le gustaba a su pap¨¢-, que ya no seguir¨ªa jugando en la selecci¨®n nacional de rugby, que se trasladaba a vivir a Madrid con su novia alemana y que iba a trabajar de modelo. Ahora vuelve a entenderse bien con su familia, y eso le hace feliz a Borja Ochoa, que probablemente tiene las mismas ideas pol¨ªticas que sus padres. "Yo le votar¨ªa a Fraga", comenta, "si sirviera para algo y no ganaran siempre los socialistas". G¨¢dor, por razones obvias, vota al PSOE.
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