En busca de la frontera .
La rep¨²blica del Ticino, italohablante en su mayor¨ªa, formaba el marco ideal para desarrollar los apasionados debates en los que autores como lonesco, Burges, Bosquet, Susan Sontag, David Leavitt, Czeslaw Milosz rayaron a gran altura ante un p¨²blico abigarrado y curioso, que los escuchaba con apasionada atenci¨®n.La Confederaci¨®n Suiza es el ejemplo mod¨¦lico de una convivencia ling¨¹¨ªstica acabada y pac¨ªfica. Las cuatro lenguas oficiales se reparten extensas ¨¢reas del territorio helv¨¦tico, en un equilibrio logrado despu¨¦s de muchos a?os, sin pol¨¦mica ni tensi¨®n alguna actuales.
Confluyen all¨ª el alem¨¢n, el franc¨¦s, el italiano y el gris¨®n, en este admirable mecanismo confederal que es la esencia de la europeidad pol¨ªtica y cultural y el coraz¨®n palpitante de la Mittel-Europa. Sobre esa ¨²ltima locuci¨®n, la Europa central, se abri¨® tambi¨¦n un di¨¢logo entre los escritores invitados, trat¨¢ndose de fijar sus l¨ªmites culturales y el ¨¢mbito de su vigencia pol¨ªtica.
?Cu¨¢l es el centro de Europa? Desde aquellos imperios centrales de la primera guerra europea, derrotados y desaparecidos en la paz de Versalles, mucho ha cambiado, no s¨®lo en el mapa, sino tambi¨¦n en el contenido de la manoseada locuci¨®n.
Fue escaso el eco que en la poblaci¨®n tessinense levant¨® el congreso del Pen, y solamente la intervenci¨®n de Anthony Burgess registr¨® un Reno total del gran auditorio. La semblanza de James Joyce, considerado como escritor de frontera irland¨¦s, pasado al ingl¨¦s, hecha por Burgess, incisiva, rotunda, anal¨ªtica, deslumbrante de originalidad y ternura, fue uno de los momentos cumbres de la reuni¨®n.
Susan Sontag, con su aire de gran felino y su femenina sutileza, fue otro de los oradores salientes. El representante de la Unicef, cingal¨¦s de origen, explic¨® en cifras estremecedoras los estragos de la miseria, la enfermedad y el hambre en la poblaci¨®n infantil del Tercer Mundo, y pidi¨® a los escritores del Pen que aludieran a este pavoroso problema, que se cobra cada a?o millones de v¨ªctimas. El resto de las sesiones fue un balance de las actividades del Pen Internacional y en especial de su misi¨®n primordial, consistente en defender la libertad de expresi¨®n all¨ª donde se halla perseguida y enumerar el repertorio de los escritores amordazados y encarcelados. La larga lista de pa¨ªses en los que esta situaci¨®n persiste es todav¨ªa muy alta.
Pol¨¦micas
El informe le¨ªdo por el presidente de la comisi¨®n, Scanmell, era exhaustivo y equilibrado. Hubo intervenciones contradictorias y pol¨¦micas. El tema del surafricano Nelson Mandela sali¨®, l¨®gicamente, a relucir. Hubo quien neg¨® a Mandela su condici¨®n de escritor y lo calific¨® de simple l¨ªder pol¨ªtico.
Asist¨ªan a la asamblea representantes de la Uni¨®n Surafricana, de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y de varios pa¨ªses del Este. Sus reservas y aclaraciones se escucharon en un clima de respeto y escepticismo. No vinieron muchas delegaciones del mundo hispanohablante. Solamente Puerto Rico, Argentina, Venezuela y Colombia. Fue picante alguna propuesta de reforma presentada por el grupo escandinavo, que se quejaba de la preponderancia anglo-francesa en los mandos supremos de la organizaci¨®n. El presidente King, brit¨¢nico, y el secretario general franc¨¦s, Alexandre Blokh, capearon el temporal con su savoir-faire en la materia.
El pr¨®ximo a?o, el congreso internacional tendr¨¢ lugar en Corea del Sur. Y el a?o 1990 ser¨¢ Canad¨¢ quien albergue a los delegados del Pen. A pesar de la mala situaci¨®n financiera de la Unesco, cuyo porvenir es sombr¨ªo, y que subvenciona directamente al Pen, el balance de ¨¦ste es relativamente optimista, seg¨²n declar¨® el tesorero general, Thjilo Koch.
En el congreso de Lugano se hizo constar el apoyo generoso que recibieron los organizadores de las autoridades locales y de una de las grandes editoriales del vecino Mil¨¢n, cuyas industrias viven de la tarea de los escritores, en una cada vez m¨¢s estrecha simbiosis de intereses y proyectos comunes.
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