Otra prueba para la 'perestroika'
Irina Krivova estaba muy p¨¢lida y le temblaba la voz, pero respondi¨® con firmeza que no deseaba una discusi¨®n previa con el comit¨¦ oficial, antes de participar en el encuentro informativo de Mosc¨², al que asist¨ªan m¨¢s de 300 representantes del pacifismo occidental. La escena ten¨ªa lugar en la misma puerta del Centro de Congresos, y la representante del Grupo por la Confianza entre el Este y el Oeste (m¨¢s conocido como grupo Trust) encaraba a dos de los m¨¢s veteranos funcionarios del Comit¨¦ Sovi¨¦tico por la Paz, en presencia de los seis occidentales que est¨¢bamos esper¨¢ndola. El funcionario que pon¨ªa la condici¨®n previa a Irina era el mismo que hac¨ªa un a?o hab¨ªa escrito, en un librito editado por el Comit¨¦ Sovi¨¦tico, que los del Trust eran "criminales violadores de la ley, pagados por los servicios del imperialismo". Irina mantuvo su negativa 10 minutos m¨¢s, y cuando el funcionario, visiblemente tenso, dio media vuelta y empez¨® a caminar hacia el interior del edificio, entendimos que esta maestra, de 26 a?os y madre de dos hijos, ten¨ªa v¨ªa libre para participar en el encuentro.Todo hab¨ªa empezado el d¨ªa anterior, cuando Roderic Pitty, un pacifista australiano, pidi¨® p¨²blicamente que el grupo Trust fuera invitado. El presidente de esa sesi¨®n de trabajo, que es el reci¨¦n nombrado presidente del Comit¨¦ Sovi¨¦tico, Genrikh Borovik, consult¨® all¨ª mismo con los colaboradores que ten¨ªa a su lado, y acept¨® la presencia de s¨®lo un representante del "as¨ª llamado" grupo. El pacifista australiano y ocho personas m¨¢s fuimos esa misma tarde a una cita con miembros del Trust para explicarles la invitaci¨®n. All¨ª encontramos a hombres y mujeres, de distintas profesiones, generalmente entre 25 y 35 a?os, empe?ados en mostrarnos la relaci¨®n que ha de existir entre confianza mutua de Gobiernos y respeto de los derechos humanos en cada pa¨ªs.
?se fue el argumento principal de Irina cuando finalmente intervino en la sesi¨®n de trabajo del encuentro de Mosc¨². Intervenci¨®n que los miembros del comit¨¦ oficial llevaron muy bien hasta que, para ilustrar, Irina empez¨® a explicar "los obst¨¢culos que ponen las autoridades sovi¨¦ticas". Y coment¨® c¨®mo, tras las ¨²ltimas liberaciones, todav¨ªa Serguei Svetushkin permanece en la prisi¨®n de Colomna; c¨®mo varios otros han perdido sus trabajos; c¨®mo son encarcelados cada vez que quieren manifestarse; c¨®mo a su marido le han detenido sin juicio durante 15 d¨ªas; c¨®mo tienen el correo intervenido y sus tel¨¦fonos pueden dejar de funcionar en cualquier momento; c¨®mo, desde luego, no pueden moverse de Mosc¨² y no tienen comunicaci¨®n normal, y menos telef¨®nica, con el extranjero. C¨®mo tienen que ser ciudadanos ¨ªntimamente ejemplares, porque cualquier desliz les puede costar un encausamiento criminal, ya que las autoridades tratan de encausarlos solamente por delitos comunes.
La presencia y el discurso de Krivova ha mostrado a muchos asistentes no s¨®lo que, efectivamente, algo se mueve en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino, sobre todo, que se mueve a trav¨¦s de una lucha pol¨ªtica impresionante. No ser¨ªa exagerar si se dijera que hoy en la URSS cada instituci¨®n es un campo pol¨ªtico de batalla. As¨ª, las reacciones de los funcionarios del Comit¨¦ Oficial han ido desde quienes volv¨ªan a repetir las acusaciones de criminalidad hasta quienes hablaban de pasos normales hacia la reconciliaci¨®n social o quienes, como el nuevo presidente, Borovik, no le daban mayor importancia al asunto.
En todo caso, lo cierto es que la sociedad civil parece estar dispuesta a generar diferentes grupos, con distintos grados de autonom¨ªa. La asociaci¨®n Pamiat (Memoria), que protege los monumentos hist¨®ricos y el medio ambiente, impidi¨® con una manifestaci¨®n que se iniciaran unas obras en la colina Poklonnaya. Un grupo de j¨®venes, Rockeros por la Paz, creado aut¨®nomamente, ha pedido apoyo financiero al Comit¨¦ Oficial. La Iglesia ortodoxa tambi¨¦n ha comenzado a preocuparse por los problemas de la paz y el medio ambiente. Y el nuevo ambiente renovador lleva a algunos grupos de barrio a empezar a pensar sobre la posibilidad de legalizarse. De hecho, los representantes del grupo Trust, que han decidido no tener contacto todav¨ªa con el Comit¨¦ Oficial, admiten que cuando se manifestaron con motivo del primer aniversario de la cat¨¢strofe de Chernobil, pudieron hacerlo durante dos horas y media, cuando regularmente s¨®lo pueden estar minutos, o incluso segundos, antes de la intervenci¨®n policial.
As¨ª las cosas, el pacifismo occidental adopta diferentes respuestas: hay quienes consideran que lo importante es la posici¨®n de Gorbachov sobre el desarme y que no hay que atender a lo que suceda en el interior de la URSS. En el otro extremo est¨¢n quienes creen que la perestroika es s¨®lo maquillaje y que hay que mantenerse alejados de las posiciones sovi¨¦ticas. Pero hay muchos que creemos en la necesidad de ser sensibles en ambas direcciones: apoyar las posiciones constructivas de desarme, vengan de donde vengan, y exigir el derecho a actuar sin represi¨®n de los grupos que surjan de cualquier sociedad civil; entre otras razones, porque ¨¦sa es la ¨²nica garant¨ªa que tiene la "distensi¨®n desde abajo", desde las organizaciones no gubernamentales, que seg¨²n la ONU ha de complementar la distensi¨®n entre Estados. De hecho, la campa?a por el Desarme Nuclear Europeo (END) ha hecho p¨²blica en este encuentro de Mosc¨² la invitaci¨®n al grupo Trust para asistir a la VI Convenci¨®n Europea, que este a?o tendr¨¢ lugar en la hist¨®rica Coventry. Las autoridades sovi¨¦ticas tienen as¨ª una excelente oportunidad para mostrarnos -y mostrar a la opini¨®n p¨²blica europea- que desarme y perestroika son dos caras de una misma moneda, y que ¨¦sta no es precisamente falsa.
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