Un catalejo para el palco
JOAQUIN VIDAL Los caballos de picar volvieron a salir ayer al ruedo de Las Ventas con manguitos antirreglamentarios; gigantescos manguitos visibles desde las ant¨ªpodas de donde cabalgara la acorazada de picar, advertibles por el m¨¢s lego en la materia. Bueno, pues el presidente, Jos¨¦ Luis del R¨ªo, no los vio. El presidente Del R¨ªo manifest¨® a un redactor del peri¨®dico, al acabar la corrida, que ¨¦l no hab¨ªa visto nada. El presidente Del R¨ªo necesita gafas. Y si no las usa por coqueter¨ªa, m¨¢s valdr¨¢ que le instalen un catalejo en el palco. Los hay muy potentes, de l¨ªnea moderna, y si le van las antig¨¹edades, los hay tambi¨¦n de almirante, exornados de platas repujadas, y adem¨¢s telesc¨®picos, que son los que m¨¢s molan.
San Mateo / Nime?o, Silveti, T
CampuzanoDos toros de San Mateo, 3 2 y 51 de San Marcos, 41 y 62de Samuel Lupi, con trap¨ªo, mansos en general y desigual juego. Nime?o II estocada corta desprendida y descabello (aplausos con pitos y saludos); estocada corta y dos descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio). David Silveti, que confirm¨® la alternativa: pinchazo, estocada corta trasera tendida, tres descabellos -aviso con retraso- y tres descabellos m¨¢s (protestas y palmas cuando saluda); media baja y 11 descabellos (silencio). Tom¨¢s Campuzano: estocada ca¨ªda (palmas); bajonazo descarado (palmas y algunos pitos). Plaza de Las Ventas, 24 de mayo. 1011 corrida de feria.
La Comunidad / Chopera -matrimonio de inter¨¦s ya fructificado en amor sincero- que ingresan cada tarde de corrida millones de pesetas, bien pueden gastarse unos miles de duros en un catalejo telesc¨®pico de almirante, para que Jos¨¦ Luis del R¨ªo, miope presidente de enternecedora candidez, pueda saber lo que ocurre en el ruedo sin que se lo cuenten. Toda la corrida tiene Jos¨¦ Luis del R¨ªo -es decir, una eternidad- para extender el catalejo, ech¨¢rselo al ojo -debe cerrar el otro, o ver¨¢ doble- y observar al detalle lo que de verdad vienen haciendo los personajes racionales e irracionales del primer tercio, ante sus mism¨ªsimas narices, sin que se entere.
Ver¨¢ que los caballos de picar salen con manguitos gigantescos (no hay inconveniente en que grite "?Manguito a la vistaaa!"), y si repasa el reglamento vigente, averiguar¨¢ que est¨¢n prohibidos. Ver¨¢ que muchas tardes, ayer sin ir m¨¢s lejos, con un solo caballo pican toda la corrida y que ese caballo, con s¨ªntomas de drogadicto, acaba cayendo a la arena patas y manguitos arriba, con un simple resoplido que le peguen los ¨²ltimos toros, tundidas las costillas como tiene de los empujones que le han dado los anteriores. Ver¨¢ que el caballo se tumba sobre el toro, resabio as? mimo prohibido por el reglamento que acab¨® de consultar. Ver¨¢ que cuantos puyazos administran los individuos del casto?ero son escandalosamente traseros, desaforadamente carniceros; acci¨®n punible, seg¨²n puede leer sin pasar la p¨¢gina.
La enternecedora candidez del presidente Del R¨ªo no deber¨ªa ser tanta que llegase a creer que la afici¨®n es tonta. Si la polic¨ªa no es tonta, la afici¨®n tampoco lo es. La afici¨®n, gran parte de la cual ech¨® los dientes en los grader¨ªos del coso vente?o, sabe de corrido que en las corridas de toros hay unas operaciones auditoras preliminares, que incluyen la revisi¨®n de los caballos de picar, para eliminar los enfermos y los resabiados; de los petos, para eliminar los que sobrepasen el peso establecido, y otras especificaciones, a las que asiste el presidente de la corrida con el delegado de su autoridad, y si no est¨¢n, esa es dejaci¨®n de funciones.Cuando el fundamental tercio de varas, eje de la lidia, se produce con las tropel¨ªas que no ve el presidente Del R¨ªo, no hay forma de saber c¨®mo son los toros ni de que estos den el juego que corresponde a su casta. Lo normal es que lleguen a la muleta aplomados o reservones, caso que se dio frecuentemente ayer.
Otros hubo codiciosos, a pesar de la paliza, como el segundo, que despu¨¦s de mansear en varas, se fue arriba en banderillas y atosig¨® a Nime?o con sus embestidas insistentes y pegadizas. El primero tuvo nobleza por el pit¨®n derecho, que habr¨ªa podido lucir m¨¢s si no llega a quedar agotado, y Silveti ¨²nicamente pudo apuntar su buen estilo de muletero. En cambio en el quinto, que acomet¨ªa con bronquedad, los apuntes fueron de lidiador.
Nime?o embarc¨® decorosamente las repetitivas embestidas del segundo, y con gusto las boyantes del cuarto en el transcurso de una larga faena, primero en los medios, luego en el tercio, cuando el toro busc¨® tablas. Campuzano tore¨® con oficio -y con el pico- al manejable tercero, mientras en el sexto hubo de tirar esforzadamente de la aplomada embestida y logr¨® derechazos de buena factura. Nime?o banderille¨® f¨¢cil a sus dos toros. Poco m¨¢s hubo en la 10? corrida de feria. La 10? corrida de feria fue larga, pesada y fraudulenta.
Babelia
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