Espect¨¢culo y negocio en la feria del libro de EE UU
20.000 libreros y 12.000 editores se re¨²nen durante cuatro d¨ªas en Washington
Los norteamericanos, que son muy aficionados a calificar sus cosas como las mayores del mundo, han necesitado, sin embargo, 87 a?os para lograr que su mayor feria del libro, que hoy se clausura, se colocara detr¨¢s de la de Francfort. Lo que distingue incomparablemente a la feria de la American Booksellers Asociation (ABA), que tiene sede itinerante y se celebra en esta ocasi¨®n en Washington, no es el tama?o. M¨¢s de 12.000 editores con casetas y 20.000 libreros inscritos como visitantes la hacen grande, pero lo portentoso en verdad es el espect¨¢culo.
Para los norteamericanos est¨¢ claro que, si alguien se compromete en un negocio, lo decisivo es hacer dinero. Existen tratos con la cultura y las nobles aficiones de la gente, y esto no se desdice un ¨¢pice de la prescripci¨®n de hacer fortuna.Quien se encuentra en la industria editorial procurar¨¢ atraer clientes y no esperar que los hombres cultos vengan conducidos por el arrobo mismo de la cultura. En la feria del libro de Francfort, los expositores suelen estar sentados fum¨¢ndose un cigarro y bebiendo algo con el autor u otro editor amigo. Est¨¢n, obviamente, interesados en los clientes, pero disimulan mucho. Los norteamericanos son m¨¢s bien desvergonzados. Se colocan de pie en el dintel de la caseta, dispuestos como un portero de night club ante un paseante. No es un menoscabo. Mientras en Francfort y otras ciudades europeas las ferias tienden a distribuir sus espacios interiores de manera que parezcan salas de hospitales para infecciosos, la ABA es como una querm¨¦s bajo techo. En la caseta de los libros sobre la naturaleza se puede encontrar un tigre natural. Se hacen magdalenas caseras en la editorial de recetas de cocina y se escucha m¨²sica directamente de un arpa en la colecci¨®n de novela rosa. A veces no est¨¢ presente, por compromisos, el autor famoso, pero entonces saca un mu?eco de poliuretano que es exactamente su r¨¦plica. En la feria de la ABA regalan sombreros canotier, gorras para salir de excursi¨®n, raciones de palomitas de ma¨ªz, murales, chapas para la solapa, fotograf¨ªas de autores, calendarios, camisetas, cap¨ªtulos de libros, etc¨¦tera. Tambi¨¦n es posible hacerse fotos gratis sacando la cabeza por un agujero de una gran portada, al estilo de las ferias. En este ambiente de verbena de San Antonio de la Florida se prepara un negocio que en 1987 alcanzar¨¢ una cifra de ventas superior a los 12.000 millones de d¨®lares (1,5 billones de pesetas).
Entre hamburguesas
En los cuatro d¨ªas de esta feria de Washington, el gran patrono de cada editorial conversa con distribuidores y libreros y se traga si es preciso una hamburguesa entre el inevitable mobiliario de pl¨¢stico color naranja que invade ya todos los locales fast-foods de Estados Unidos. Los libreros no son en muchos casos, como sugerir¨ªa el modelo espa?ol, empresas familiares. En Estados Unidos se opera en bastantes supuestos por cadenas de librer¨ªas. Algunas de ellas tan poderosas como la Barne and Noble / Dalton, con 106.250 millones de pesetas en ventas durante 1986, o Waldenbooks, con 81.250 millones.El domingo por la ma?ana tuvo lugar una de las varias reuniones de trabajo o convenciones de promoci¨®n. Se celebraba en el Washington Hilton de ocho a diez de la ma?ana, y acudieron, incluidos algunos ni?os menores de cinco a?os, 2.864 comensales. Hab¨ªa tanta gente desayunando a la vez y empezaba tan temprano el fest¨ªn que era f¨¢cil la confusi¨®n de estar celebrando un bautizo o algo por el estilo. En la presidencia, sobre el escenario, estaban el ex speaker y veterano congresista Tip O'Neill, Tom Wolfe vestido de Tom Wolfe, de blanco y con camisa rayada, y una chica llamada Marlo Thomas cuyo m¨¦rito se ha ido basando tanto en la redacci¨®n de un libro titulado Free to be a... family (Editorial Bantam) como en ser la esposa de Phil, Donahue, celebrado showman en una cadena de televisi¨®n norteamericana.
Los tres personajes, m¨¢s un librero que acababa de cumplir 50 a?os con el negocio y pose¨ªa una inmensa fortuna, as¨ª como un gusto deplorable para elegir el tinte de las canas, hablaron de su experiencia vital. En estos tres modelos, el escritor periodista y hombre mundano, la mujer y esposa testigo cotidiano famoso y el pol¨ªtico de respeto que habla de s¨ª y de la historia se re¨²ne una buena parte de la moda editorial norteamericana. El nuevo libro de Wolfe, en la editorial Fsandg, es The bonfire of vanities (una novela con intriga y denuncia); el libro de O'Neill, en Random, es Man of the house, modelo de autobiograf¨ªa con hechos pol¨ªticos recientes.
A estas f¨®rmulas de ¨¦xito les siguen tambi¨¦n otras especies ya bien conocidas en Europa: son los vol¨²menes sobre gesti¨®n a cargo de ejecutivos triunfadores tipo Iacocca (3.600.000 ejemplares vendidos de su Iacocca), o Naisbitt (1.500.000 de Megatrends), adem¨¢s de los libros para ni?os, en gran ascenso desde que los padres han asumido la culpabilidad de la procreaci¨®n y sus requerimientos educativos. En la narraci¨®n, thrillers y fantas¨ªa cient¨ªfica cubren la mayor parte del espacio. Queda como residuo culto lo que bajo uno u otro r¨®tulo se vende como nueva ficci¨®n o nueva narrativa norteamericana, impulsada ahora por editoriales como Vintage o Bantam.
A la orilla, de esta feria dom¨¦stica hablada en ingl¨¦s y espectacularizada en norteamericano acuden algunas representaciones internacionales, especialmente de habla hispana. Buscan un lugar entre los m¨¢s de 20 millones de hispanohablantes que siguen creciendo en Estados Unidos. El pabell¨®n espa?ol cuesta aproximadamente 200.000 pesetas cada d¨ªa, y tanto por su emplazamiento lateral como por su ubicaci¨®n al abrigo de otros pabellones extranjeros descubre las duras condiciones para medrar en el autista mercado editorial norteamericano.
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