La carpinter¨ªa del talento
No es The lost weekend, aqu¨ª traducida con un impreciso D¨ªas sin huella, una de las grandes pel¨ªculas de Billy Wilder, pero s¨ª una de las que m¨¢s y mejor se prestan para que descubramos algunas claves del incomparable talento y buen oficio de este cineasta, nacido en Viena en 1906 e instalado en Hollywood como guionista y director desde el a?o 1934.D¨ªas sin huella ocupa el cuarto lugar en la filmograf¨ªa norteamericana de Billy Wilder y es el primero de sus filmes que le proporcion¨® renombre mundial, gracias sobre todo a los cuatro oscars -u?o de ellos, el ganado por el actor brit¨¢nico Rag Milland por su famos¨ªsima creaci¨®n de un complejo personaje de enfermo alcoh¨®lico- que le concedi¨® la Academia de Hollywood y que facilitaron una sobrevaloraci¨®n inicial del filme. D¨ªas sin huella fue saludado por la cr¨ªtica norteamericana como el descubrimiento de un gran director, cuando este mismo director, un a?o antes, hab¨ªa realizado una obra muy superior a ¨¦sta: Double indemnity, aqu¨ª traducida con un igualmente impreciso Perfidia.
D¨ªas sin huella
Direcci¨®n: Billy Wilder. Gui¨®n: Charles Brackett y Billy Wilder. Producci¨®n norteamericana, 1945. Int¨¦rpretes: Ray Milland, Jane Wyman, Philip Terry, Howard da Silva, Doris Dowling, Frank Faylen, Mary Young. Estreno en Madrid, cine Espa?oleto.
Otro de los cuatro oscars fue a parar a las manos del guionista Charles Brackett, uno de los mejores de aquellos a?os en Hollywood, que mantuvo con Wilder una larga y f¨¦rtil colaboraci¨®n. Billy Wilder, que era un guionista tan experto o m¨¢s que Brackett, puso mucho de s¨ª mismo en la brillante estructura narrativa de D¨ªas sin huella, y es en la perfecci¨®n de esta estructura y en la capacidad de Wilder para resolver con leves, casi imperceptibles im¨¢genes las m¨¢s complejas situaciones donde hay que encontrar la primera clave operativa de su talento.
Salto de tiempo
Recu¨¦rdese el sutil salto de tiempo -logrado mediante superposici¨®n de huellas de vasos sobre la barra- que hay en medio de la primera escena de Ray Milland en el bar. He ah¨ª otra clave del estilo de este cineasta: conseguir con un esfuerzo m¨ªnimo un violento cambio de ritmo en la narraci¨®n. Y recu¨¦rdese tambi¨¦n la pat¨¦tica, casi aparatosa escena -muy influenciada por el entonces nuevo estilo de rodaje iniciado en las primeras pel¨ªculas de Orson Welles- de la b¨²squeda por Milland en su apartamento de una botella que ha escondido y no recuerda d¨®nde.La resoluci¨®n de esta tremenda escena -en la que Wilder aplica a un suceso realista la l¨®gica y la din¨¢mica de una pesadilla- no puede ser m¨¢s simple y al mismo tiempo m¨¢s inesperada: la cristalizaci¨®n visual instant¨¢nea de un sinuoso itinerario dram¨¢tico. El argumento del filme es bastante convencional: un caso de alcoholismo cl¨ªnico, extremo, reflejado con tendencia al ejemplarismo moralista y resuelto con un happy end agridulce, algo forzado y precedido de algunas escenas efectistas que lo desmienten, como la del ataque de delirium tremens de Milland en la l¨®brega sala de un hospital de barriada.
La extraordinariamente compleja y al mismo tiempo delicada carpinter¨ªa que sostiene el talento de Wilder se hace evidente cuando el espectador medita c¨®mo se las arregla este cineasta para otorgar tal veracidad a situaciones tan convenidas y tan poco veraces. De esta manera, a su maestr¨ªa como guionista se a?ade el desarmante ingenio de Wilder para la s¨ªntesis visual y su habilidad para dar con una sola pincelada la vuelta a lo que el espectador cree estar viendo.
Otro aspecto considerable de D¨ªas sin huella es la espectacular eficacia de Billy Wilder para extraer de sus actores lo mejor de s¨ª mismos. La creaci¨®n -de tremenda intensidad- de Ray Milland y de cuantos le rodean -con la excepci¨®n de Jane Wyman, que no pasa de discreta- es literalmente memorable. Y guionistas, director y actores se saltan a la torera los baches de un asunto que no da mucho de s¨ª y logran deducir de ¨¦l cine de primer rango.
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