Un hombre bueno
Dentro de unos d¨ªas elegiremos nuevo alcalde para Madrid, y sobrecoge el ¨¢nimo contemplar a los buitres pol¨ªticos intentando arrancar en su provecho recuerdos y vivencias de una figura que imaginamos sonriendo ir¨®nicamente al contemplar sus bald¨ªos esfuerzos.Poco m¨¢s de un a?o desde que se afinc¨® para siempre en nuestro coraz¨®n, y desde entonces parece que Madrid regresara con infinita desgana, como arrastrando los pies al ritmo de su congoja, a la mediocridad gris que antes de ¨¦l constitu¨ªa la caracter¨ªstica m¨¢s evidente de esta villa, no s¨¦ si puente entre todos los mares, cruce de caminos de los pueblos de Espa?a o simple amalgama de personas que se apelotonan en los barrios dormitorio por la noche y despotrican en los coches durante el d¨ªa.
S¨¦, eso s¨ª, que nos devolvi¨® el impagable orgullo de hacernos sentir, nosotros tambi¨¦n, miembros de una comunidad entre las infinitas comunidades de este pa¨ªs de maravillosos locos que anteponen su barrio a la ciudad, su pueblo a la regi¨®n y su provincia al universo entero. Los madrile?os, en contra de lo que cre¨ªa el resto de los espa?oles, no se identificaban con esos esperp¨¦nticos personajes creados por Arniches, y mucho menos se sent¨ªan corresponsables de un centralismo que s¨®lo se sustentaba en unos edificios levantados, por simple y puro azar hist¨®rico, en la misma ciudad donde nacimos y en la que viv¨ªamos como hu¨¦spedes de paso, fantasmas del pueblo que nunca existi¨®, absorbidos como sin querer por la burocracia administrativa de un Gobierno que lo convirti¨® en bunker.
Fue ¨¦l quien nos descubri¨®, abri¨® y desbroz¨® el camino hacia nuestra identidad, quien nos dirigi¨® en la busca de nuestra personalidad perdida, el que nos ense?¨® que s¨®lo tiene derecho a ser parte de un pueblo quien de verdad lucha por construirlo.
En estos amargos meses he le¨ªdo incontables veces las interminables listas de cargos que ostent¨®, los numeros¨ªsimos t¨ªtulos que le adornaban, la gran cantidad de amigos que se honraron con su trato (por cierto, ?d¨®nde estaban cuando fue destituido de su puesto en la Universidad?, ?en qu¨¦ lugar se encontraban cuando march¨® al exilio?), las cuantiosas pruebas de su inteligencia preclara...-
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