Agon¨ªa del toro

Desde hace ya algunos d¨ªas la programaci¨®n televisiva viene incluyendo corridas de toros de no s¨¦ qu¨¦ feria. Como quiera que ya ha pasado el tiempo que consideraba prudencial para la esperada respuesta y ¨¦sta no llega, es mi deber tratar de provocarla.Y es que no puedo entender d¨®nde est¨¢n esos padres y esos colectivos bienintencionados que claman a los cielos cada vez que en televisi¨®n aparece un escote con menos tela de la que es menester en estas otras circunstancias. ?Es debido a que las siete de la tarde ya no es uno de los momentos de mayor presencia infantil ante la peque?a pantall¨¢? ?O bien es quiz¨¢ que la retransmisi¨®n de la lenta agon¨ªa de un animal, torturado cruelmente durante media hora, no da?a en absoluto la sensibilidad de los hijos de estos padres? Puede que estospadres opinen que el grado de bondad moral de las corridas de toros es alto y que la salvaci¨®n del alma de sus v¨¢stagos no se ve amenazada por la contemplaci¨®n de la fiesta. Pero yo, queno creo ni un ¨¢pice en la rectitud de maniobra de estos personajillos, sospecho que padecen de un grave caso de moral acomodaticia.

Al igual que ellos han hecho en otras ocasiones, exijo que se respete mi derecho a no ver esas barbaridades en la programaci¨®n normal de la peque?a pantalla. Para ello, creo conveniente se traslade la emisi¨®n de esos programas a una hora posterior al cierre, avisando adem¨¢s que la sensibilidad del espectador puede verse gravemente da?ada por la contemplaci¨®n de dichos programas. No se preocupen: el diferido no va a quitar sangre a su diversi¨®n favorita.-