Divinas palabras

Una de las secciones de ese peri¨®dico que leo con m¨¢s inter¨¦s es precisamente la de Cartas al Director. Muchas veces encuentro opiniones muy jugosas de gente de la calle, o sea, que no es ni periodista, ni pol¨ªtico, ni soci¨®logo... toda esa caterva de vanidosos profesionales que tienen la ventaja sobre los alba?iles, abogados, dependientes y profesores, de hablar a altas voces gracias a la enorme difusi¨®n de los media. Me gusta que se preste el altavoz a los que hablan bajito, para que todos sepamos que hay gente lista, interesante, con algo que decir, fuera del petit comit¨¦ donde se cocina la actualidad, la opini¨®n, etc¨¦tera.Ya s¨¦ que tenemos que agradecer a los periodistas el enterarnos de cosas que de otra manera no trascender¨ªan y que el periodismo es el martillo de la democracia... Es verdad... pero, a veces, hay demasiada frivolidad, a veces los periodistas escriben como hablo yo con mi vecina. Y, al contrario, otras veces nos salen por ah¨ª esos soci¨®logos, cr¨ªticos de arte, etc¨¦tera, de verborrea escandalosa, que uno no se aclara. Yo no s¨¦ para qui¨¦n escriben. Ya s¨¦ que habr¨¢ gente m¨¢s lista y cultivada que yo, pero creo que la pedanter¨ªa, la vanidad y el narcisismo de algunos escritores es para morirse de risa; a m¨ª no me impresionan en absoluto con sus divinas palabras. -