Perdedor
Pel¨¢ez se encerr¨® en el retrete del hotel en cuanto que empez¨® el recuento. Alguna ventaja ten¨ªa que tener el estar vergonzantemente situado en las median¨ªas de la lista: nadie le echaba en falta en la gran sala. As¨ª es que ocult¨® su desaz¨®n en los lavabos, bien pertrechado con tres previsores vasos de whisky. Paquita, tan abnegada ella, se hab¨ªa comprometido a venir peri¨®dicamente para darle el soplo de los resultados. Pero las cosas iban, al parecer, lent¨ªsimas. En el momento en que la secretaria aporre¨® por primera vez la puerta, Pel¨¢ez hab¨ªa acabado ya con las tres copas y con las u?as de la mano derecha. De modo que cuando Paqui le susurr¨¦, a trav¨¦s de la hoja, un agitado "?Que no sales, que no sales!", no tuvo pelotazo reconfortador que echarse al ¨¢nimo. Qu¨¦ grand¨ªsimo error t¨¢ctico hab¨ªa cometido con eso de no cogerse una botella entera. Falta de previsi¨®n: garrafal para un pol¨ªtico. Cielos, quiz¨¢ ten¨ªan raz¨®n sus enemigos, quiz¨¢ la mediocridad de su carrera se deb¨ªa en parte a sus propias carencias y no s¨®lo a las rastreras zancadillas. Pel¨¢ez sinti¨® un remolino de basurillas en el alma.Estaba el futurible en trance de usar el inodoro cuando Paquita se manifest¨® de nuevo: "?Que sales, que sales, ven corriendo!". "Esta Paqui es un sol", pens¨® Pel¨¢ez anegado de gratitud y casi de culpabilidad: porque eso de tener a la chica de secretaria y amante clandestina se le antojaba repentinamente un poco zafio. Pero, z¨¢s, hete aqu¨ª que con las prisas a Pel¨¢ez se le rompi¨® la cremallera. Dita sea, y todos esper¨¢ndole en la sala. Breg¨® y breg¨®, maldijo a media voz, se pill¨® un dedo. Pensando estaba ya en enrollarse una toalla a la cintura cuando Paquita se person¨® otra vez. "?Que no sales, y es definitivo!", llorique¨® l¨²gubremente desde el otro lado de la puerta. "Esta chica es tonta", se enfureci¨® Pel¨¢ez. Era la hecatombe, el acab¨®se. Las piernas le temblaban: tuvo que sentarse en las baldosas. ?Con lo que a ¨¦l le hubiera gustado representar al pueblo! Pensando en el post¨ªn perdido, Pel¨¢ez sorbi¨® una l¨¢grima. Y se sinti¨® m¨¢rtir de la democracia.
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