Sonidos bastardos

Artistas o grupos lanzados a tierras lejanas en busca de, nuevos p¨²blicos deber¨ªan quiz¨¢ incitar al ¨¢nimo con v¨ªtores y aplausos grabados, al modo de las comedietas brit¨¢nicas de televisi¨®n que acompa?an con risas artificiales cada gracia de los actores.The Replacements, venidos desde Minneapolis (Estados Unidos), donde cada vez disfrutan de mayor reconocimiento, son cuatro rockeros impetuosos, ante todo muy naturales y, como los Roper, divertidos. Dejaron sonar a su paisano Prince durante m¨¢s de una hora a la espera de que acudiese alg¨²n espectador m¨¢s que impidiera el vac¨ªo.

Interpretaron un par de temas, y a continuaci¨®n los tres guitarristas bajaron el micro y los instrumentos al patio de los espectadores y dejaron al bater¨ªa solo en escena. La algarab¨ªa fue com¨²n; el efecto, espectacular, hab¨ªa funcionado. Ellos dicen que lo han hecho en contadas ocasiones y no siempre con la reacci¨®n deseada. Estos m¨²sicos, como consecuencia, ya no se conduc¨ªan por sus tres monitores, sino por el equipo mismo que el p¨²blico escuchaba. La calidad del sonido cedi¨® as¨ª en favor de la comunicaci¨®n vibrante entre m¨²sicos y asistentes, que compartieron el baile e incluso cigarrillos y latas de cerveza.

Westerberg, generoso con el alcohol, cant¨® Bastards of love con un par de espectadores espont¨¢neos. Su gran pieza, Kissing on a bus subi¨® all¨ª la adrenalina, y al final, de nuevo arriba en el tablado, tocaron versiones como Bad man o September girIs, una versi¨®n muy desafinada en nombre de Alex Chilton, y alguna que otra recreaci¨®n de los brit¨¢nicos The Only Ones. Hasta las baladas sonaron duras y sucias.