La rebeli¨®n de los Mercedes
Las clases acomodadas de Panam¨¢ intentan arrebatar el poder a los militares

Chuch¨² Mart¨ªnez, el ¨²ltimo s¨ªmbolo vivo de la memoria de Omar Torrijos, el ¨²nico paname?o con el suficiente ingenio y capacidad para explicar e interpretar la herencia del general, est¨¢ desolado. Su jefe, cuya vida protegi¨® en mil circunstancias, est¨¢ enterrado entre hoyo y hoyo de un campo de golf donde los oficiales norteamericanos con mala punter¨ªa estrellan las pelotas contra los dos guardias de piedra que simb¨®licamente vigilan los restos. El primo hermano del general y su mejor colaborador, el coronel Roberto D¨ªaz Herrera, sirve penosamente de entretenimiento para periodistas y de gur¨² para personas sin rumbo. En el poder, un grupo de pol¨ªticos grises apenas hace sombra a un general, Manuel Antonio Noriega, ambicioso y fr¨ªo, que est¨¢ de vuelta cuando todos los dem¨¢s personajes de su pa¨ªs apenas han iniciado el camino.
Como alternativa a este estado de cosas, foco de abusos y de corrupci¨®n, se levant¨® la pasada semana una cofrad¨ªa de banqueros, m¨¦dicos e ingenieros, blancos impolutos, apellidos tradicionales, nuevos burgueses y gente bien en general de la sociedad paname?a, con la oferta de arrebatar el poder a los militares y ponerlo en manos de un hombre de 86 a?os, Arnulfo Arias Madrid, tres veces presidente de la rep¨²blica, derrocado por Torrijos en 1968, ex nazi, ex mas¨®n, autor de leyes para prohibir el voto a los negros, ciego e incapacitado f¨ªsica e intelectualmente para mantener una simple conversaci¨®n coherente.En su entorno figura toda una pl¨¦yade de pol¨ªticos a tiempo parcial que, desde las seis de la tarde, concluido ya el trabajo en su empresa de import-export, su negocio inmobiliario o su agencia de seguros, conspiran en torno a un whisky sobre el futuro de un pa¨ªs con 130 bancos extranjeros donde hacer dinero m¨¢s que una ambici¨®n es un sacerdocio. La presencia entre ellos de un hombre de indudable talla pol¨ªtica como el presidente del Partido Dem¨®crata Cristiano, Ricardo Arias Calder¨®n, o de reconocida honestidad como el socialdem¨®crata Carlos Iv¨¢n Z¨²?iga no da m¨¢s brillo a los dem¨¢s.
En un continente asolado por la miseria, en una regi¨®n sacudida por el hambre y la revoluci¨®n, resulta chocante ver a encollaradas se?oras de la alta sociedad agitando su pa?uelo blanco contra Noriega desde las ventanillas de sus Mercedes o Volvo. Se sale de cualquier esquema el espect¨¢culo que ofrecen un grupo de rubios y prote¨ªnicos j¨®venes quemando coches y levantando barricadas en medio de una lujosa zona residencial. Y provocan una sonrisa de escepticismo las pecosas con cintas en la frente y zapatos deportivos norteamericanos que levantan el pu?o ante mulatos de uniforme exigiendo "democracia y libertad".
Clubes c¨ªvicos
La derecha se ha revelado en Panam¨¢ en pretendida defensa de la moral nacional. Los clubes c¨ªvicos (Los Leones o Los Rotarios, esa especie de logias norteamericanas donde los hombres de negocios hablan de pol¨ªtica) han llenado las calles y los parabrisas de los autom¨®viles de consignas como: "El trabajo honrado es pan bien ganado" o "Soy rico. Tengo hogar y familia".
La organizaci¨®n promotora de los disturbios, la Cruzada C¨ªvica, est¨¢ presidida por Aurelio Barria, presidente de la C¨¢mara de Comercio, y a ella pertenecen fuerzas como el Colegio Nacional de Productores de Seguros, Asociaci¨®n de Corredores de Bienes Ra¨ªces, Asociaci¨®n Paname?a de Ejecutivos de Empresa, Asociaci¨®n Bancaria de Panam¨¢, los clubes Kiwanis, Rotario, C¨¢mara Junior y Activo 20 30, y la Asociaci¨®n Pro Ni?ez Paname?a. Los miembros de estas organizaciones encabezaron'una huelga general de cinco d¨ªas y cerraron sus bancos y empresas ante la pasividad o la complacencia de los trabajadores, que siguieron cobrando sus salarios completos.
Como asesora participa en esa Cruzada C¨ªvica la Iglesia cat¨®lica, que por primera vez toma de forma evidente partido en la crisis nacional paname?a, y ha pedido "el repliegue de las fuerzas de defensa a sus tareas y competencias espec¨ªficas". En la misma l¨ªnea de denuncia que los grupos pol¨ªticos, la Conferencia Episcopal manifestaba a finales de esta semana que "la Iglesia cat¨®lica continuar¨¢ animando la aplicaci¨®n y vivencia de los valores morales en todos los campos de la vida individual y social, sin exclusi¨®n de ninguna persona o grupo p¨²blico o privado".
La direcci¨®n pol¨ªtica del movimiento de protesta ha corrido a cargo del Partido Dem¨®crata Cristiano, una organizaci¨®n de cuadros arraigados exclusivamente entre la oligarqu¨ªa paname?a, que cuenta con un importante apoyo de la internacional democristiana y de los partidos correligionarios en Centroam¨¦rica. Arnulfo Arias ha sido paseado espor¨¢dicamente cuando la situaci¨®n lo exig¨ªa, para poner en las calles a cientos de incondicionales que siguen viendo en ese visionario pol¨ªtico el l¨ªder natural de un pa¨ªs de visionarios.
Inmediatamente despu¨¦s de que las acusaciones de D¨ªaz Herrera contra Noriega sacaran de sus casas a algunos militantes derechistas y a muchos inconformes espont¨¢neos, los dirigentes pol¨ªticos comenzaron a hacer c¨¢balas, cuentas y pactos para el reparto del poder despu¨¦s de la ca¨ªda del Gobierno. Seg¨²n fuentes oficiales, al mismo general Noriega le propusieron la destituci¨®n del presidente Eric Arturo del Valle y la constituci¨®n de una junta c¨ªvico-militar hasta las pr¨®ximas elecciones.
Soluci¨®n "a la filipina'
Las distintas propuestas de f¨®rmulas de gobierno dividieron a la oposici¨®n, y mientras los armulfistas y algunos independientes y centristas defend¨ªan la soluci¨®n a la filipina, con un recuento de los votos de las elecciones de 1984 y la proclamaci¨®n del candidato opositor en aquella ocasi¨®n, Arnulfo Arias, los democristianos quer¨ªan una salida provisional hasta las pr¨®ximas elecciones, con el fin de facilitar un futuro acceso de Arias Calder¨®n a la presidencia.
Las negociaciones y los contactos de esos d¨ªas de la semana pasada sirvieron al menos para recuperar a personajes tradicionales de la clase adinerada paname?a que hasta ahora hab¨ªan colaborado con el torrijismo, especialmente el ex presidente Nicol¨¢s Ardito Barletta -destituido por los militares en septiembre de 1985- y el empresario Gabriel Lewis Galindo, estrecho colaborador de Torrijos y marginado despu¨¦s por Noriega.
Gabriel Lewis, de 58 a?os, se ha revelado como persona clave de esta rebeli¨®n de los Mercedes (o revoluci¨®n de los rabiblancos, como llaman en Panam¨¢ a los miembros de la clase alta por analog¨ªa po¨¦tica con un p¨¢jaro de la selva). Personaje clave de los tratados Torrijos-Carter, ex embajador de Panam¨¢ en Estados Unidos, empresario multimillonario y bien conectado con c¨ªrculos financieros norteamericanos, anfitri¨®n del sha durante el exilio del emperador en Contadora entre 1979 y 1980, Gabriel Lewis se autoexili¨® en Costa Rica a finales de la pasada semana para encabezar lo que pretende ser una contra paname?a.
Para comenzar su actividad, el tercer desertor -como se llama a Lewis en Panam¨¢ por haber abandonado el torrijismo despu¨¦s de D¨ªaz Herrera y Ardito Barletta- se reuni¨® esta semana en Washington con el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abranis, principal impulsor de la pol¨ªtica de ayuda a los antisandinistas.
Por su proximidad al r¨¦gimen, Lewis fue la persona encargada, seg¨²n fuentes oficiales y de la oposici¨®n, de establecer el di¨¢logo con miembros del Estado Mayor en busca de la sustituci¨®n de Noriega. El vicepresidente Roderic Esquivel ha reconocido, despu¨¦s de una denuncia de la Asamblea Legislativa, que un emisario de Lewis se puso en contacto con ¨¦l para pedirle la renuncia y que diese paso a una
junta de gobierno provisional. El resultado de esas gestiones fue un aviso, del Estado Mayor de que hab¨ªa sido declarado enemigo del r¨¦gimen y su salida inmediata del pa¨ªs. Sin otras alternativas la oposici¨®n se repleg¨® a mediados de esta semana a sus cuarteles de invierno a la espera, seg¨²n ellos, de una segunda e inminente ofensiva. La campa?a opositora de defensa de los valores tradicionales, la lucha contra las drogas y el alcohol, en alusi¨®n a, unos dirigentes a los que intencionadamente se ha acusado por su falta de integridad moral, han calado en algunos sectores de la poblaci¨®n m¨¢s humilde, que siente que desde la. muerte de Torrijos el poder ha sido utilizado en beneficio particular del comandante de turno.
Chivo expiatorio
Noriega, de 49 a?os, ha sido elegido como el chivo expiatorio por todos. Por la derecha, porque desde la desaparici¨®n del general no ha existido fin jefe militar m¨¢s firme, m¨¢s oscuro y con m¨¢s pretensiones, lo que le convierte en un interlocutor inc¨®modo y dif¨ªcil. Pero, adem¨¢s, su fama tenebrosa como antiguo jefe del servicio secreto (G-2, como en Cuba), su aspecto inquietante, su supuesta relajaci¨®n moral en su vida ¨ªntima, y su mala imagen internacional le han granjeado una extendida antipat¨ªa popular.
Noriega ha sabido, sin embargo, poner en liza toda su astucia para hacer frente a la situaci¨®n m¨¢s comprometida en la que se ha encontrado desde su acceso al poder de ?techo en 1983. Mientras los dirigentes opositores se desgastaban vendiendo la leche antes de orde?ar la vaca, ¨¦l llen¨® las calles de soldados para asustar a las se?oras vestidas de blanco -el color de la protesta- y se atra¨ªa a los sectores populares discrepantes con una ret¨®rica progresista que simplificaba el conflicto a una lucha de pobres contra ricos en la que ¨¦l defend¨ªa a los primeros. Cuando la oposici¨®n, tras largas negociaciones, se asom¨® a las ventanas, la normalidad hab¨ªa vuelto a las calles y Noriega estaba tanto o m¨¢s fuelle que al principio.
Parad¨®jicamente, siendo el otro lado de la. moneda de Omar Torrijos -calculador e introvertido Noriega, rom¨¢ntico y populista el general-, el jefe de la antigua Guardia Nacional ha salido de esta crisis convertido, a juicio de los torrijistas, en el ¨²nico defensor poslIble de los logros de la pecaliar revoluci¨®n de 1968. Chuchu Mart¨ªnez asegura que, ca¨ªdo Noriega, "el fascismo se apoderar¨ªa, de Panam¨¢".
En opini¨®n del antiguo escolta de Torrijos, polifac¨¦tico personaje que inspir¨® y fue protagonista del libro de Graham Greene sobre el general, esta crisis "puede ser un toque de atenci¨®n para evitar la degeneraci¨®n del r¨¦gimen". "Si sobrevive a esta situaci¨®n", dice Chuch¨², "tiene una responsabilidad con las clases populares y podr¨¢ negociar con Estados Unidos desde una posici¨®n de ftierza.".
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