El que Ios socios quieran
La ausencia de Jes¨²s Gil del coloquio del Club Siglo XXI permiti¨® apreciar el temor entre los tres restantes candidatos a que aqu¨¦l sea el elegido. Se habl¨® de salto en el vac¨ªo y de las consecuencias de recientes per¨ªodos de aventurerismo.Jes¨²s Gil, constructor, tiene una accidentada biograf¨ªa en la que sobresale una estancia en prisi¨®n como consecuencia del derrumbamiento de un edificio de su construcci¨®n, con resultado final de 58 muertes. Ha desarrollado una campa?a electoral intens¨ªsima y su bander¨ªn es una revoluci¨®n absoluta en el club. El tel¨®n de fondo de una deuda de casi 2.000 millones no ha impedido que ayer mismo anunciara el fichaje del portugu¨¦s Futre, que cuesta 900.
Frente a ¨¦l, los otros candidatos elevan la bandera de la sensatez, pero entre ellos hay de todo. Santos Campano garantiza un importante patrocinador que proporcionar¨ªa Silvio Berlusconi -al parecer, interesado en los avatares del Atl¨¦tico-, un 50% del presupuesto mediante ingresos at¨ªpicos, un jugador ingl¨¦s, otro brasile?o, dos figuras espa?olas y el ex entrenador del Manchester United. S¨¢nchez de Le¨®n es m¨¢s prudente y, aunque tambi¨¦n viene con su extranjero bajo el brazo y muestra gran fe en los ingresos at¨ªpicos, su oferta parece m¨¢s veros¨ªmil. Y Agust¨ªn Cotorruelo se maravilla de los proyectos de sus rivales y no se explica c¨®mo pueden llevarse a cabo.
El socio del Atl¨¦tico tiene todo un abanico donde elegir. Cualquier presidente que salga ser¨¢ el bueno, porque ser¨¢ el que hayan querido los socios. El proceso electoral ha sido largo y, a pesar de algunas denuncias, limpio.
Y cabe cualquier resultado, porque el Atl¨¦tico no ha mantenido durante su historia una l¨ªnea que permita un pron¨®stico. Naci¨® como sucursal en Madrid del Athl¨¦tic de Bilbao, se reclam¨® despu¨¦s de club de las clases populares, vivi¨® su primera gran ¨¦poca durante la m¨¢s dura posguerra bajo la protecci¨®n -y con el nombre- del arma de Aviaci¨®n, busc¨® m¨¢s tarde su identidad en su condici¨®n de anti del Real Madrid, al que se adjudic¨® el papel de equipo del R¨¦gimen, pretendi¨® una voltereta revolucionaria con Alfonso Cabeza -ahora recordado como una cat¨¢strofe, pero en cuyo per¨ªodo gran parte de su masa social se identific¨® absolutamente con ¨¦l- y finalmente Calder¨®n trat¨® de presentarlo de nuevo como una alternativa social, perif¨¦rica, como el Sur, frente al dominio del dinero; ello no obstante, confes¨® poco antes de morir que hubiera sido bueno para el Atl¨¦tico jugar junto al paseo de la Castellana, en el Estadio Municipal Santiago Bernab¨¦u.
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