Un sorprendente panfleto
En cada una de sus pel¨ªculas, Alfred Hitchcock introduc¨ªa un desaf¨ªo a s¨ª mismo, cuando no varios. Conocedor de su habilidad, a Hitchcock le gustaba ponerla a prueba, meter a su regusto por hacer y deshacer madejas en aprietos, retar en el filo de lo imposible a su capacidad de inventiva, jugar sin red al juego circense del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa.Ejemplos memorables de este su coqueteo con la dificultad: en Extra?os en un tren, Hitchcock convierte a la c¨¢mara en perseguidora de un perseguidor; en La ventana indiscreta sit¨²a el eje de un variad¨ªsimo rompecabezas de acciones paralelas en la inmovilidad de una silla de inv¨¢lido; en La soga afronta los tremendos riesgos que acarrea la identidad entre el tiempo real y el tiempo fabulado; en Los p¨¢jaros introduce en un juego interpretativo de tiral¨ªneas a una bandada de aves ingobernables; en Recuerda se las arregla para cerrar un filme con un disparo suicida visto desde la mirada del propio suicida.
Na¨²fragos (Lifeboat)
Direcci¨®n: Alfred Hitchcock. Gui¨®n: Jo Siverling, basado en una historia de John Steinbeck. Fotograf¨ªa: Glen Mac Williams. Productor: Kenneth MacGowan, para la 20th Century-Fox. Norteamericana, 1943. Int¨¦rpretes: Tallulah Bankhead, John Hodiak, William Bendix, Walter Slezak, Mary Anderson, Hume Cronyn, Henry Hull, Heather Angel, Canada Lee.Reposici¨®n en Madrid: cine Rosales.
En Rebeca logra hacer visible una materia -Olivier narrando la muerte de su mujer- con la c¨¢mara flotando en el vac¨ªo; en Con la muerte en los talones propone como bastidor de la verosimilitud de la aventura a lo inveros¨ªmil en estado puro; en Psicosis desarrolla una intriga que gira sobre los hilos de su banda sonora con un enfoque formal de: pel¨ªcula muda, y, finalmente, para no hacer inagotable el muestrario de dificultades, en N¨¢ufragos encierra la complicada interrelaci¨®n de nueve personajes en los pocos metros cuadrados del interior de un bote salvavidas.
M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa
Es, como ejercicio de descubrimiento de las entretelas de un complej¨ªsimo oficio, apasionante seguir paso a paso, plano a plano, soluci¨®n tras soluci¨®n, el matem¨¢tico bordado de relaciones personales que Hitchcock despliega en la abrumadora estrechez por donde discurre la leve trama de N¨¢ufragos. En hora y media de cine hay nueve personajes continuamente en escena, y en cada instante el espectador sabe con absoluta precisi¨®n d¨®nde est¨¢ situado cada uno de ellos, qui¨¦n mira a qui¨¦n, qui¨¦n busca a qui¨¦n, qui¨¦n espera, qui¨¦n hace, qui¨¦n deshace.Pero las, para cualquier otro cineasta, insuperables dificultades t¨¦cnicas que entra?a el mantenimiento de una situaci¨®n tan claustrof¨®bica como esta se convierte en un juego de ni?os si se compara con otra dificultad, de ¨ªndole muy diferente y mucho m¨¢s arriesgada, que Hitchcock maneja en esta curiosa pel¨ªcula, que, por otro lado, no pertenece al ramillete de sus mejores obras.
Se trata de un m¨¢s dificil todav¨ªa de tipo ideol¨®gico: realizar en plena guerra mundial un panfleto antinazi poniendo de relieve la sagacidad de un nazi frente a una pandilla de obtusos norte americanos. Una especie de aprendan ustedes del enemigo para as¨ª poder derrotarlo, que en los Estados Unidos de 1943, a?o del estreno de este filme, reson¨® como una ofensa, como una muestra de tibieza patri¨®tica, como un zarandeo a las solapas del nacionalismo norteamericano.
N¨¢ufragos, como panfleto pol¨ªtico, es sorprendente. Pero las calidades de la pel¨ªcula, consideradas globalmente, son m¨¢s que dudosas. No as¨ª parcialmente, pues hay en ella algunas escenas memorables, como, entre otras, la de la amputaci¨®n de la pierna a William Bendix, que hay que contar entre las mejores que salieron de la c¨¢mara de Alfred Hitchcock.
Y a lo largo y lo ancho de N¨¢ufragos, la presencia de Tallulah Bankhead, una de las mejores actrices norteamericanas, maestra de Bette Davis y modelo que ¨¦sta sigui¨® en su famosa composici¨®n del personaje de Margo Channing en Eva al desnudo.
Basta con un solo plano, aquel en que Tallulah Bankhead se duerme lentamente, para quedar atrapado por el talento de esta mujer, hoy recordada con cuentagotas, cuando no pura y simplemente olvidada. Por s¨®lo reidescubrir su presencia merecer¨ªa la pena ver N¨¢ufragos, que, no hace falta decirlo, tiene adem¨¢s otros muchos atractivos. Un raro, desconcertante panfleto.
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