Chiburdanidze y Polgar cuestionan la te¨®rica inferioridad de las mujeres en el ajedrez
La iniciativa sin precedentes del Instituto Municipal de Deportes de Bilbao, al incluir dos mujeres en un torneo de primera fila mundial, ha servido para que la sovi¨¦tica Maia Chiburdanidze y la h¨²ngara Zsuzsa Polgar cuestionen la te¨®rica inferioridad femenina en ajedrez. Los buenos resultados obtenidos por ambas en la capital vizca¨ªna y las reacciones de sus adversarios son m¨¢s interesantes para los especialistas que las partidas de Karpov. Actualmente, la superioridad global de los hombres es manifiesta. El n¨²mero de mujeres practicantes del ajedrez es, en proporci¨®n, ¨ªnfimo.
Muy pocas est¨¢n clasificadas entre los 500 primeros de la clasificaci¨®n mundial. Pero no siempre fue as¨ª. En la Edad Media, cuando la pr¨¢ctica del ajedrez era casi exclusiva de la nobleza y su ense?anza -era importante en la educaci¨®n de los j¨®venes de ambos sexos, hubo jugadoras cuya indudable calidad t¨¦cnica dio lugar a divertidas an¨¦cdotas.Cuentan las cr¨®nicas que Huon de Burdeos, un donju¨¢n de la ¨¦poca, odiaba profundamente al rey Ivor de Francia, quien, repentinamente, orden¨® matarle. Ante la petici¨®n de la princesa para que su padre fuera clemente con el caballero bordel¨¦s, el monarca cambi¨® (le idea: Huon jugar¨ªa una partida de ajedrez contra su hija. Si perd¨ªa, ser¨ªa decapitado; si ganaba, se acostar¨ªa con ella. Seg¨²n los cronistas, la princesa tuvo que esforzarse mucho para dejarse ganar.
Dejar ganar a Napole¨®n
Tambi¨¦n se ha escrito que madame Remusart, dama de honor, de la emperatriz Josefina, perdi¨® muchas partidas contra Napole¨®n porque era capaz de cualquier cosa con tal de hacer feliz al emperador, cuya afici¨®n al ajedrez era tan grande como su debilidad t¨¦cnica. Sin embargo, el acceso de las clases populares al mal llamado juego-ciencia fue la fuente del actual contraste en calidad y cantidad, debido a la diferente educaci¨®n de hombres y mujeres.Hasta hace muy poco, regalar un tablero de ajedrez a una ni?a era tan raro como obsequiar a un ni?o con una mu?eca. Sin embargo, varios maestros de escuela consultados por este peri¨®dico aseguran que la inclinaci¨®n de sus alumnos por el ajedrez es independiente del sexo hasta llegar a la adolescencia. A partir de esta edad, las chicas se muestran mucho menos interesadas. Por otra parte, est¨¢ comprobado que el estilo de juego agresivo es poco frecuente entre las ajedrecistas que arriesgan mucho menos.
Importantes psicoanalistas como Jones, Reider o Fine mantuvieron originales teor¨ªas. Seg¨²n ellos, el rey adversario simboliza en el tablero al propio padre. Por tanto, y de acuerdo con el complejo de Edipo (todo hijo odia subconscientemente a su padre), los hombres juegan mucho m¨¢s motivados que las mujeres, para las que el complejo de Electra (la hija odia a la madre) no tiene aplicaci¨®n directa en el ajedrez porque el objetivo final es matar al rey, aunque la dama sea la pieza m¨¢s potente.
Otra conocida teor¨ªa sostiene que los hombres son m¨¢s propensos a la adicci¨®n a cualquier cosa, por lo que encajan mejor en la pasi¨®n que el ajedrez suele despertar. No obstante, el apasionamiento suele ser enemigo de la serenidad, lo que explica que muchos jugadores act¨²en muy por debajo de su nivel cuando se enfrentan a una mujer. Para aprovechar este punto d¨¦bil, algunas jugadoras suelen presentarse ante el tablero con llamativos escotes o ropa muy ajustada.
Ambiente especial
Este no es el caso de Chiburdanidze y Polgar, cuya infancia transcurri¨® en un ambiente especial. La sovi¨¦tica, actual campeona del mundo, naci¨® en la Rep¨²blica de Georgia (URSS), donde a la tradicional inclusi¨®n de un juego de ajedrez en la dote nupcial se ha unido un gran labor gubernamental de promoci¨®n. La joven magiar y sus dos hermanas peque?as han ido al colegio s¨®lo para examinarse porque sus padres, maestros de profesi¨®n, consideran que "esto es lo mejor para que se dediquen intensamente al ajedrez".En Bilbao, ambas han ganado al yugoslavo Ljubomir Ljubojevic, sexto del mundo, y han empatado con el sovi¨¦tico Andrei Sokolov, tercero, demostrando que pueden presentar seria resistencia, contra cualquier jugador, como se aprecia en las partidas incluidas en este reportaje. Chiburdanidze hizo tablas con Anatoli Karpov. El ex campe¨®n mundial gan¨® el torneo, con 7 puntos, ante el sueco Ulf Andersson, 6,5, que precisamente no pudo alcanzarle al no pasar de las tablas con Polgar. Chiburdanidze fue tercera, empatada con Ljubojevic, ambos con 5,5. Polgar sum¨® 4,5, como Sokolov.
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