Rodolfo Gil Grimau
M¨¢s de 20 a?os difendiendo la cultura hispana en el mundo ¨¢rabe
Rodolfo Gil Grimau es un hombre reservado, casi t¨ªmido, al que una se imagina mejor entre un mont¨®n de libros en su biblioteca que en una recepci¨®n de embajada. Sin embargo, su vocaci¨®n de arabista le ha llevado a dirigir los centros culturales espa?oles en varias ciudades ¨¢rabes, lo que le ha exigido conjugar investigaci¨®n, docencia y relaciones p¨²blicas. Tras El Cairo y Rabat, ahora se encuentra en Tetu¨¢n, y ya hace veintitantos a?os que dej¨® Madrid para difundir la cultura hispana. Recientemente viaj¨® a esta ciudad para intervenir en un seminario sobre Ceuta y Melilla.
Su primer destino estuvo en El Cairo, donde fue testigo de excepci¨®n de la recientemente recordada Guerra de los Seis D¨ªas. El 6 de junio de 1967, Rodolfo Gil Grimau se dirig¨ªa en taxi a dar su clase de espa?ol en la universidad cairota de Ain Shamps. No le llam¨® especialmente la atenci¨®n el movimiento de la aviaci¨®n egipcia. "Pens¨¦ que se trataba de los ejercicios habituales", reconoce. S¨®lo al llegar al recinto universitario se dio cuenta de que el estado de agitaci¨®n superaba el provocado por el per¨ªodo de ex¨¢menes."Era un momento de euforia", recuerda, "porque todo el mundo cre¨ªa que iban a derrotar a los jud¨ªos. Luego, la euforia dej¨® paso a la amargura".
Cuando ocho a?os m¨¢s tarde fue trasladado a Rabat, presenci¨® en primera fila la marcha verde marroqu¨ª sobre el S¨¢hara. Y la situaci¨®n no era especialmente c¨®moda para los espa?oles que viv¨ªan all¨ª. Muchos de ellos fueron evacuados.
Pese a estas vivencias hist¨®ricas, Gil Grimau no se recrea en el relato de an¨¦cdotas y batallitas, tal como pudiera suponerse. Al contrar¨ªo, hay que insistir para que las cuente, y, aun as¨ª, habla como si lo suyo no tuviera importancia. No se trata de falsa modestia: es que toda su vida ha sido un tanto especial, aunque ¨¦l no parezca consciente de ello.
Sobrino del dirigente comunista Juli¨¢n Grimau (condenado a muerte y ejecutado en 1963), Rodolfo Gil respir¨® desde ni?o los aires de una educaci¨®n abierta y progresista. Hecho que ¨¦l atribuye, m¨¢s que a la influencia de su t¨ªo materno, al haber vivido fuera de Espa?a y a la personalidad de su padre, Rodolfo Gil Benumeya, por quien demuestra una gran admiraci¨®n.
"Soy el cuarto Rodolfo Gil. Mi padre era arabista, pol¨ªtico y periodista. Pas¨¦ mi infancia en Egipto, Marruecos y Argelia y, como todos los que hemos vivido fuera de Espa?a, tuve una visi¨®n distinta del pa¨ªs", confiesa Gil Grimau, que durante sus a?os de universitario se hac¨ªa llamar Gil Benumeya, el segundo apellido de su padre, de evidente origen ¨¢rabe y que se remonta a la ¨¦poca de Felipe II.
Gil Grimau reconoce: "Las relaciones de cooperaci¨®n con el mundo ¨¢rabe no son ideales, ni mucho menos", y se muestra optimista sobre el "inicio de cooperaci¨®n" que se ha emprendido. No obstante, matiza: "Espa?a es mucho m¨¢s conocida en el mundo ¨¢rabe que al contrario", y menciona como ejemplo "la excelente escuela de hispanistas egipcios".
Entre las causas de ese inter¨¦s, Rodolfo Gil cita "el impacto de los poetas espa?oles -en especial Federico Garc¨ªa Lorca- en la poes¨ªa contempor¨¢nea ¨¢rabe" y el potencial del continente americano. "No s¨®lo por Latinoam¨¦rica, sino por Estados Unidos, donde de hecho el espa?ol es la segunda lengua y tiene grandes proyecciones".
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