Los escondites del lenguaje
La gasolina ha bajado de precio un par de veces, pero nadie habl¨® de "reajuste". Cuando los precios suben, siempre se presentan como un "reajuste". Pero cuando disminuyen se trata de una "bajada", sin tapujos."Reajustar" fue siempre un verbo de clara construcci¨®n castellana que, en teor¨ªa, significaba "volver a ajustar". Sin embargo, el Gobierno y los empresarios utilizan con frecuencia tal expresi¨®n cuando desean esconder una noticia desagradable para los consumidores. "Reajustar" toma entonces el valor oculto de "incrementar", pero con la connotaci¨®n de que no ha habido m¨¢s remedio y los precios de las materias primas han obligado a tomar tan desagradable medida. As¨ª, la maniobra ha conseguido que se suavice durante mucho tiempo ante la opini¨®n p¨²blica la responsabilidad de quien "reajusta".
El pasado verano fue escenario de una interesante guerra sem¨¢ntica: -unos personajes pol¨ªticos eran partidarios de negociar con ETA y en cambio otros lo que defend¨ªan era la necesidad de dialogar con los terroristas. El ciudadano se habr¨¢-preguntado d¨®nde radica la diferencia, porque si se negocia ha de ser mediante el di¨¢logo y si se dialoga seguramente lo que se pretende es una negociaci¨®n. Temas tan recurrentes como el f¨²tbol y el buen tiempo no tendr¨ªan el menor inter¨¦s en tales reuniones, que previsiblemente no se iban a celebrar en un ascensor.
Quien da nombre a un objeto, a una persona, a un hecho, en cierta medida empieza a hacerlo suyo. En pol¨ªtica, en periodismo, las denominaciones y la terminolog¨ªa no son siempre neutras. Quiz¨¢s nos estamos dejando influir excesivamente por quien da nombre a las cosas, sin cuestionar el acierto del bautizo; y sin escoger palabras que reflejen, mejor la realidad, aunque sea m¨¢s dura.
La informaci¨®n econ¨®mica presenta muchas evidencias. Es curiosa, por ejemplo, la utilizaci¨®n del t¨¦rmino "excedente". A cualquier lector le suena que un excedente empresarial" es alg¨²n tipo de diferencia entre ingresos y gastos favorable al due?o de una industria. Seguramente le parece que es una forma de no querer expresar "ganancias" o "beneficios".
La palabra "excedente" toma otra consideraci¨®n cuando no se trata ya de "excedente empresarial" sino de "excedentes laborales". Nadie habr¨ªa pensado que los "excedentes empresariales" significasen una cantidad demasiado elevada de patronos a los que es necesario encontrar subsidio. Y sin embargo al o¨ªr "excedente laboral", el lector ha de ponerse en guardia ante una inc¨®moda noticia tras la que se esconden algunos casos de inminente desempleo.,
El uso de vocablos suaves para esconder otros m¨¢s abruptos encuentra un buen ejemplo en la llamada "flexibilidad" de plantillas. La flexibilidad de un material o de un colectivo viene dada por su capacidad de estirarse y de encogerse. Pues bien, esta flexibilidad de la que hablamos tiene, en la mayor¨ªa de los casos, una gran propensi¨®n a menguar y ninguna por volver a su estado primitivo ni mucho menos para ampliarse.
Nadie quiere decir "facilidades para el despido".
Tambi¨¦n vemos a menudo la expresi¨®n "desequilibrios territoriales", y no parece sino un alarde de ilusionismo para dejar en el sombrero algo un poco m¨¢s duro, pero evidentemente de mayor claridad: -desigualdades regionales".
Si bien los empresarios y los gobiernos tienen la mayor influencia en ese lenguaje descafeinado, no est¨¢n exentos de culpa los representantes laborales. As¨ª, hemos ido asumiendo la expresi¨®n "elecciones sindicales" como si se tratase de unos comicios destinados a designar representantes de los sindicatos. En realidad, los trabajadores votan para nombrar a los representantes de los trabajadores en las empresas -"elecciones laborales"-, sean o no miembros de un sindicato organizado.
A veces, centrales sindicales, patronos y gobiernos se unen para difundir un mismo vocablo difuso. Ocurre con el t¨¦rmino "eficacia", tan debatido despu¨¦s de los acuerdos confederales -especialmente tras el, Acuerdo Nacional sobre el Empleo- y que tiene su ra¨ªz en el Estatuto de los Trabajadores (art¨ªculo 82). El significado de ?eficacia" en el pacto depend¨ªa de que las partes que lo suscribieron representasen un determinado porcentaje en sus respectivos colectivos, y no de que el acuerdo sirviese efectivamente para crear empleos, evitar que se destruyeran o reactivar la inversi¨®n. Es decir, que, parad¨®jicamente, se puede entender que la eficacia del acuerdo no ten¨ªa ninguna relaci¨®n con la accidental circunstancia de que resultase realmente eficaz.
Un caso claro en el que el concepto juega al escondite es la expresi¨®n "Indice de Precios al Consumo", cuando ofrece mayor claridad para el ciudadano, y connotaciones m¨¢s di¨¢fanas, el"coste de la vida". Eso s¨ª, se trata de algo menos t¨¦cnico y muy pesimista. Recuerda m¨¢s a la cesta de la compra que a los et¨¦reos polinomios.
Durante mucho tiempo, la polic¨ªa no deten¨ªa a los ciudadanos, lisa y llanamente. Los comunicados policiales se?alaban: "Los inspectores procedieron a la detenci¨®n...". Es decir, se trataba de un simple procedimiento, eran un mero instrumento de alg¨²n designio superior con el que apenas ten¨ªan nada que ver. Posteriormente, viciado tal uso por la pura repetici¨®n que le quitaba el poder amortiguador, llegaron las retenciones. Los detenidos pasaron a ser retenidos, y los interrogatorios quedaron en declaraciones en comisar¨ªa.
Las influencias en el lenguaje de quienes se dirigen a un p¨²blico vienen de todas las partes. As¨ª, la Polic¨ªa Nacional tuvo que disparar bolas de goma para dispersar a los man¨ªfestantes; pero, de otro lado, se acepta el t¨¦rmino refugiado como referencia a los exiliados (exiliado es tambi¨¦n quien se ha ido voluntariamente) que se han pasado al pa¨ªs vecino no porque se les persiguiera sino porque all¨ª preparan con m¨¢s comodidad los atentados que ocurren luego a este lado de los Pirineos; y no son estrictamente refugiados. En todo caso, fugitivos.
Hemos le¨ªdo cr¨ªticas de respetados acad¨¦micos sobre el mal uso que los periodistas hacen de una pieza cultural digna de protecci¨®n como es el lenguaje. Tienen raz¨®n. Ocurre con frecuencia. Pero desde el punto de vista ideol¨®gico-esto es inocuo. El problema radica en el peligro de que nuestro propio sistema ling¨¹¨ªstico est¨¦ manipulado antes de que pronunciemos palabra; en que las expresiones que no convienen las pensemos entre algodones. Las palabras parecen darnos miedo, y la realidad queda entonces disfrazada y escondida. El lenguaje es preciso y contundente, tan terco como la realidad.
Y, puesto que no se puede deformar la realidad, se deforma el lenguaje.
Los peri¨®dicos, la radio y la televisi¨®n son objetivos diarios de quienes viven de propagar sus doctrinas. Cada vez es m¨¢s feroz la lucha por lograr un buen plano en la fotograf¨ªa, un art¨ªculo con firma destacada, una nota de prensa ampl¨ªa.
Pero existe tambi¨¦n un juego subterr¨¢neo que lleva a dominar los subconscientes, que convierte asesinatos en ejecuciones, bandas en comandos, destituciones en ceses.
Es el juego de quienes desean dar nombre a las cosas, como Ad¨¢n, porque ¨¦sa es la primera forma de dominarlas.
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