Un jotero en Nueva York
Siete grupos de m¨²sica tradicional y moderna del ?frica negra, con un total de 42 m¨²sicos y cantantes, pusieron una nota de ritmo y de color en las noches del verano madrile?o para continuar despu¨¦s una gira por Oviedo, Barcelona y Santiago de Compostela. M¨²sicas nada habituales en los escenarios espa?oles que fueron acogidas por el abundante p¨²blico con una mezcla de entusiasmo y extra?eza no exentos de un cierto voyeurismo cultural, algo as¨ª a como se acoger¨ªa a un jotero en Nueva York.La presencia f¨ªsica de los m¨²sicos, la novedad de sus instrumentos ancestrales, los ritmos endiablados de sus tambores y los cantos nada convencionales constituyen una raci¨®n de exotismo que pocos paladares musicales pueden dejar de probar y apreciar, aunque a los primeros bocados la simplicidad y monoton¨ªa de las f¨®rmulas musicales utilizadas est¨¦n pidiendo pasar r¨¢pidamente al siguiente guiso.
M¨²sicas de ?frica negra
Los Griots (Mal¨ª), Fode Youla (Guinea), Bembeya Jazz National (Guinea): jueves 2 de julio, 22.30. Los Pende (Zaire), Elanga N'Kake (Zaire), Babunda (Zaire.), Papa Wemba (Zaire): Viernes 3 de julio, 22.30. Centro Cultural Conde Duque. Madrid.
Brillaron con luz propia el primitivismo contagioso del zaire?o Elanga N'Kake, un cantante tradicional, herrero de profesi¨®n, que desgran¨® con su voz largos cantos indescifrables acompa?¨¢ndose ¨²nicamente con un sanza, uno de los instrumentos m¨¢s extendidos en la m¨²sica africana: una peque?a caja sobre la que est¨¢n colocadas unas lenguetas met¨¢licas que sirven de acompa?amiento r¨ªtmico y arm¨®nico al ser tocadas con los pulgares.
Del folclor al espect¨¢culo
Todos ellos estuvieron inmersos de la incongruencia que siempre produce el folclor sacado de su medio natural y expuesto sobre un escenario, convertido el valor de uso de los viejos cantos en moderno valor de cambio, transformado en espect¨¢culo lo que es fundamentalmente una forma de vida cotidiana, no sabemos si a¨²n viva o definitivamente fosilizada.Dos grupos representaron la moderna m¨²sica africana. El primer d¨ªa fue el Bembeya Jazz National, que, pese a su nombre, es m¨¢s, por su formato y sonoridad, una orquesta de salsa, bastante mediocre por cierto, que un grupo jazz¨ªstico. El segundo d¨ªa se cerr¨® con la actuaci¨®n del arrollador cantautor zaire?o Papa Wemba, un veterano profesional que desgran¨® sus canciones r¨ªtmicas o mel¨®dicas, con las que realiz¨® un fuerte alegato antirracista. Su actuaci¨®n result¨® excesivamente larga, pero la profesionalidad del cantante levant¨® el espect¨¢culo al final, haciendo bailar al p¨²blico con el ritmo de sus pegadizas composiciones.
Result¨® especialmente interesante comprobar de qu¨¦ manera las leyes del espect¨¢culo son las mismas en unos continentes y otros, c¨®mo se repiten los recursos y trucos que facilitan la comunicaci¨®n por encima de las diferencias culturales de m¨²sicos y p¨²blico.
Los componentes r¨ªtmicos negroafricanos son uno de los ingredientes b¨¢sicos de las m¨²sicas contempor¨¢neas occidentales; su presencia se rastrea con seguridad no s¨®lo en el rock o el jazz, sino tambi¨¦n en la salsa caribe?a, las m¨²sicas de Brasil o el candombe rioplatense. Sin embargo, la presencia directa de la m¨²sica africana apenas ha comenzado a notarse en Occidente -aparte de las visitas espor¨¢dicas de misiones culturales y etnogr¨¢ficas- hasta que los m¨²sicos del imperio, desde Don Cherry a Paul Simon, se fijaron en ella para incorporarla a sus composiciones. Si ello da pie al aumento del conocimiento mutuo, al disfrute de nuevas m¨²sicas, bienvenido sea.
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