"Balkanizaci¨®n" peruana
A LOS dos a?os de haber sido elegido presidente, Alan Garc¨ªa se halla en un momento de su mandato en el que, si bien las amenazas contin¨²an siendo ingentes, el camino recorrido para la recuperaci¨®n nacional ha de ofrecer un margen a la esperanza. En este punto, la sustituci¨®n del jefe de Gobierno, Luis Alva, por el veterano dirigente del APRA Guillermo Larco, por desavenencias sobre una pol¨ªtica econ¨®mica que subrayaba la austeridad contra la atenci¨®n a las necesidades de los sectores m¨¢s desfavorecidos, parece un apropiado momento de balance.Alan Garc¨ªa preside un pa¨ªs que sufre desde hace unos a?os un virtual estado de guerra, tanto social como militar, que produce un comienzo de balkanizaci¨®n en la vida del pa¨ªs y, eventualmente, en el Estado peruano.
La democracia aprista libra una guerra visible contra los terroristas de Sendero Luminoso, en la que los poderes p¨²blicos se hallan estancados en la lucha contra la disidencia; una guerra no declarada que se expresa en la desagregaci¨®n primero de la sociedad, visible en el hacinamiento depobladores en la periferia lime?a, donde las tensiones sociales, la acci¨®n del terrorismo y la represi¨®n militar, incontrolada en ocasiones, convierten a la capital peruana en una r¨¦plica de Beirut en el Pac¨ªfico latinoamericano; y, finalmente, una guerra entrecortada, que se presta al amotinamiento m¨¢s que al intento de golpe de Estado, de una parte de los servidores p¨²blicos: la huelga de la polic¨ªa y la insubordinaci¨®n de un grupo de oficiales de la Fuerza A¨¦rea hace unas semanas, las matanzas en los penales de Lima de hace un a?o por parte de efectivos del Ej¨¦rcito de Tierra y de la Marina, son exponentes, de una justificada inquietud.
Cuando el presidente Alan Garc¨ªa gan¨® las elecciones, lo hizo entre las m¨¢s vivas demostraciones de esperanza que el pa¨ªs hab¨ªa conocido desde el fracas¨® de la experiencia dictatorial del general Velasco Alvarado. El restablecimiento de la democracia se hizo en clave de restauraci¨®n. El presidente Bela¨²nde Terry, que hab¨ªa sido derrocado por Velasco, volv¨ªa al poder como si nada hubiera pasado. Bajo el gobierno de la derecha la situaci¨®n econ¨®mica continu¨® deterior¨¢ndose, y el fantasma del narcotr¨¢fico y la droga se instal¨® en las escalinatas del poder. Bela¨²nde, personalmente irreprochable, presid¨ªa un virreinato en el que el Estado iba esfum¨¢ndose.
En ese contexto se produjo el triunfo de Alan Garc¨ªa, el l¨ªder renovador del movimiento aprista, una izquierda hist¨®rica que se alzaba con la imaginaci¨®n de los peruanos como un intento de tercera v¨ªa. Entre el marxismo caribe?o de Fidel Castro y los reg¨ªmenes de democracia nominal sometidos a Washington, surg¨ªa un nuevo l¨ªder que promet¨ªa desarrollo, democracia y progresismo, manteniendo al Fondo Monetario Internacional a raya, y a Mosc¨² y a Washington, en su sitio.
A los dos a?os de ese esperanzador comienzo, el Ej¨¦rcito ha obtenido importantes parcelas de decisi¨®n para llevar el combate contra el terror; los presuntos responsables de las matanzas de los penales est¨¢n pendientes de juicio en alg¨²n lugar secreto, y Sendero Luminoso proclama descaradamente su objetivo de las 40.000 muertes necesarias para el establecimiento de un marxismo indigenista. en el pa¨ªs. En el lado del haber cuenta, sin embargo, la lucha contra la inflaci¨®n, en la que se han obtenido los primeros resultados; un esfuerzo honrado y visible por mejorar las condiciones de vida d¨¦ los marginados, sobre todo en el campo de la sanidad y la escolarizaci¨®n, y la indudable capacidad e instinto pol¨ªtico del presidente.
En medio de ese peligro de balkanizaci¨®n de la sociedad y la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, Alan Garc¨ªa goza de una considerable estimaci¨®n, no s¨®lo ante su opini¨®n nacional, sino en el gran marco latinoamericano. El fracaso de esta experiencia, por otra parte, cerrar¨ªa un ciclo de derecha e izquierda m¨¢s o menos tradicionales, que proyectar¨ªa una conmoci¨®n a todo el continente. El ¨²nico beneficiario ser¨ªa Sendero Luminoso.
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