Gerardo Diego y la poes¨ªa reciente
No ha cubierto Gerardo Diego un territorio delimitado en el desarro?o de la poes¨ªa espa?ola ¨²ltima." Para qu¨¦ vamos a decir mentiras rituales, incluso ahora, con motivo de su muerte. Dentro de la recuperaci¨®n de las vanguardias pretendida por los poetas nov¨ªsimos, Gerardo Diego ocup¨® s¨®lo un papel indirecto, de contorno literario, y nunca tuvo el privilegio de los nombres indiscutiblemente repetidos. Entre los poetas j¨®venes espa?oles ocurre algo semejante: un reconocimiento lejano, m¨¢s oficial que carnal, retirado de los caminos literarios que hoy cuentan con una direcci¨®n mod¨¦lica.Y esta realidad es constatable, incluso por lo que se refiere a la poes¨ªa espa?ola de posguerra. De todos los grandes autores del 27, Gerardo Diego es el ¨²nico que no ha motivado un momento invocativo de sucesi¨®n literaria. Quiz¨¢ en las esferas de la po¨¦tica oficial s¨ª, pero son esferas m¨¢s propicias a la tutela que a la influencia particular productiva. A partir de los a?os cincuenta, la tarea de los poetas se ha caracterizado por la b¨²squeda de un tono personal ¨²nico, en el que no encajaba bien la ret¨®rica de las variaciones, ese conjunto intermedio de versos tradicionales y versos raros que define la obra de Gerardo Diego. El debate entre la tradici¨®n y lo moderno es a¨²n actual, pero de un modo precisamente inverso: no una voz ¨²nica ofrecida en dos mundos, sino dos mundos que,confluyen en una voz ¨²nica.
Animaci¨®n literaria
Esta manera de escribir, sin embargo, ha hecho de Gerardo Diego uno de los poetas con m¨¢s valor hist¨®rico de nuestro siglo. El estudioso de la literatura espa?ola de los a?os veinte, y en concreto de la generaci¨®n del 27, se encuentra una y otra vez con su trabajo de animaci¨®n literaria, su pensamiento cr¨ªtico y sus versos. Art¨ªculos como "La vuelta a la estrofa" y "Defensa de la poes¨ªa", publicados en la revista Carmen, dejan en el lector la impresi¨®n de que Gerardo Diego fue uno de los escritores m¨¢s conscientes de lo que se estaba haciendo en la Espa?a de aquellos a?os, de lo que significaba el vanguardismo, la recuperaci¨®n de G¨®ngora y el fervor por la tradici¨®n en general. Su libro Poes¨ªa espa?ola. Contempor¨¢neos (1934) es el mejor ejemplo de esta moment¨¢nea lucidez.
Me parece que a esta coherencia cr¨ªtica se debe tambi¨¦n los argumentos de su poes¨ªa m¨¢s actual. Entre otras cosas, un buen autor demuestra su calidad literaria por el modo en que resuelve los laberintos atravesados. Poco nos queda hoy de toda la algarada ultra¨ªsta o creacionista, y en medio de estas desiguales ruinas se levantan dos libros necesarios de Gerardo Diego: Imagen y Manual de espumas. Por otra parte, la F¨¢bula de Equis y Zeda es uno de los pocos poemas donde el lenguaje, fuertemente imaginativo, llega a desprenderse con decoro de la an¨¦cdota interior de los versos, sin que las met¨¢foras parezcan artificios in¨²tiles, derroches no exigidos. Una capacidad que respira tambi¨¦n en sus mejores sonetos. Hace unos a?os, Garc¨ªa M¨¢rquez, al describir en un art¨ªculo el sue?o tranquilo de una compa?era de avi¨®n, recordaba las im¨¢genes ¨²tiles de "Insomnio", un soneto incluido en el libro Alondra de verdad. "T¨² por tu sue?o y por el mar las naves". Gerardo Diego tuvo este dificil atributo literario, supo jugar con la imaginer¨ªa deslumbrante sin caer por rutina en la provincia molesta y tan com¨²n de los ornamentos superficiales.
Agradecimiento l¨ªrico
El mejor homenaje literario que se le puede hacer hoy es recordar la dedicatoria que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, desde el exilio, antepuso a la versi¨®n prosificada del poema Espacio: "A Gerardo Diego, que fue justo al situar, como cr¨ªtico, el fragmento primero de este Espacio cuando se public¨®, hace a?os, en M¨¦xico. Con agradecimiento l¨ªrico por la constante honradez de sus reacciones".
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