Barrionuevo
EL MINISTRO del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, compareci¨® ayer en conferencia de prensa rodeado de todo su equipo, y quiso aclarar el sentido de sus condenas a grupos e instituciones, en el Congreso, el'pasado 29 de junio, y de sus declaraciones al semanario Cambio 16. El ministro afirm¨® haber pretendido conseguir una agitaci¨®n social y, al parecer, ha concluido que la respuesta a sus demandas todav¨ªa es insuficiente. Aunque no por parte del presidente del Gobierno, que al renovarle su confianza ha despejado cualquier sombra de dimisi¨®n.Las opiniones del ministro del Interior, sin sorpresa alguna por nuestra parte, rebasantoda noci¨®n primaria del sentido com¨²n. Hace tiempo que la gobernaci¨®n del orden p¨²blico por parte del Ejecutivo socialista se ha salido de cualquier ra¨ªl meramente l¨®gico para internarse en los terrenos de la parapsicolog¨ªa o de la patolog¨ªa pol¨ªtica. Y apenas merece la pena insistir en ello. Pero ni aun reconociendo esto se puede encontrar pretexto para que en un Estado de derecho el poder pol¨ªtico se permita agredir a otras instituciones sociales con la arrogancia -propia de su apellido- con la que Barrionuevo se permite hacerlo. Y aunque la tentaci¨®n ante tanto desprop¨®sito es la del silencio, un m¨ªnimo sentido de la responsabilidad obliga a decir algo.
Este servidor p¨²blico no Parece conocer l¨ªmite a la hora de buscar amparo a su lamentable gesti¨®n. Y la ha emprendido contra la Prensa, los partidos pol¨ªticos -empezando por el suyo- y el poder judicial.
En contra de la Prensa, alude a una.actitud supuestamente "neutral" de los medios, p¨²blicos y privados, que, en su opini¨®n, deb¨ªa ser corregida obligatoriamente en los primeros por la no informaci¨®n sobre actuaciones terroristas y por el silencio sobre los errores policiales. En cuanto a las radios y Prensa privadas, el ministro hace extensiva esta afirmaci¨®n c¨®mo un consejo. Como no se puede atribuir ignorancia al ministro sobre las numerosas veces que los medios de comunicaci¨®n han colaborado con las fuerzas del orden en este terreno, es preciso determinar que sus acusaciones son una estrategia pol¨ªtica destinada a implantar la autocensura y a justificar las presiones gubernamentales sobre los medios.
Le ha venido tambi¨¦n insuficiente a Barrionuevo el apoyo de los grupos pol¨ªticos del Congreso, y se ha mostrado especialmente sensible a la falta de incondi cionalidad que le ha parecido encontrar en su propio partido. Con ello solicita una limitaci¨®n a la acci¨®n de control pol¨ªtico que constitucionalmente se ejerce por las fuerzas parlamentarias, considerando una perturbaci¨®n no pocas interpelaciones sobre actuaciones policiales, sobre todo las relacionadas con casos de malos tratos. Mediante la justif?caci¨®n ir¨®nica de que se pueda dar una bofetada a un terrorista, ignora las acusaciones de torturas vejatorias, inconstitucionales y delictivas que funcionarios a sus ¨®rdenes han come tido. Huelgan calificativos.
En tercer lugar, los jueces han sido el blanco m¨¢s directamente afectado por sus condenas. Y, por si fuera poco, los jueces y fiscales que m¨¢s se han distinguido en su lucha por la democracia y en su apoyo a una sociedad que un d¨ªa se vio simbolizada en las destruidas promesas de cambio que enarbolara un tiempo Felipe Gonz¨¢lez. El ministro incurre en toda clase de desacatos en sus declaraciones y adem¨¢s presta un flaco servicio a su propio Gobierno desacreditando al poder judicial frente a las fuerzas policiales en un momento en que el propio Ejecutivo se apresta a una t¨ªmida ordenaci¨®n de la polic¨ªa judicial.
En definitiva, lo que viene a decir Barrionuevo es que con libertad de prensa, con control del poder por el Parlamento y con un poder judicial no sumiso al Gobierno es muy dif¨ªcil luchar contra el terrorismo. Nunca se ha visto una mejor definici¨®n de la ideolog¨ªa fascista. Nunca una mejor explicaci¨®n de lo que est¨¢ pasando en este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.