North, el ideal y la ley
EL INTERROGATORIO del teniente coronel North por la comisi¨®n del Congreso de Estados Unidos ante las c¨¢maras de televisi¨®n ha colocado al presidente Ronald Reagan en una situaci¨®n muy dif¨ªcil. El tema que ha concentrado la atenci¨®n, tanto de los que realizan el interrogatorio como de los que siguen sus incidencias, es si Reagan estaba al corriente de la utilizaci¨®n de fondos provenientes de la venta de armas a Ir¨¢n para ayudar a la contra nicarag¨¹ense en un momento en que el Congreso hab¨ªa prohibido por ley que esa ayuda continuase. Este punto es importante, porque Reagan se ha hecho fuerte en la negativa de que ¨¦l tuviese conocimiento de ese aspecto del Irangate.Desde que el esc¨¢ndalo salt¨® a la publicidad, en noviembre pasado, el presidente se ha visto obligado a reconocer en otros puntos -como el intento de intercambiar armas por rehenes- que no hab¨ªa dicho la verdad. Si ahora apareciese una prueba clara de que Reagan estuvo al corriente de la utilizaci¨®n de esos fondos para la contra, todos sus anteriores errores o falsedades cobrar¨ªan una gravedad redoblada. El no saber de Reagan en ese punto concreto se ha convertido en piedra de toque de lo que le queda, no mucho, de credibilidad. Las acusaciones del teniente coronel North han sido grav¨ªsimas, pero se ha parado en la l¨ªnea tras la cual la acusaci¨®n recaer¨ªa directamente sobre Reagan. Ha reivindicado, incluso con orgullo, todas las operaciones ?legales cometidas desde el cargo que ocupaba en el Consejo Nacional de Seguridad.
El aspecto m¨¢s nuevo de lo dicho por North es que ha ampliado considerablemente la lista de altos cargos de la Administraci¨®n que estaban al corriente e incluso le felicitaron por su actividad notoriamente
?legal: no s¨®lo su superior directo (el almirante Poindexter) y el jefe de la CIA (Casey, hoy desaparecido), sino varios miembros del Gabinete, como Shultz y Meese, o el secretario de Estado adjunto Abrams, entre otros. Adem¨¢s, North ha dicho que ¨¦l estaba convencido de que Reagan hab¨ªa dado su aprobaci¨®n. No obstante, no habl¨® de ello con Reagan y no tiene pruebas de que ¨¦ste estuviese al corriente. Es como una ¨²ltima tabla de salvaci¨®n que le queda a Reagan.
Ahora, la atenci¨®n se centra en la pr¨®xima comparecencia del j?Ib del Consejo Nacional de Seguridad, almirante Poindexter. Si North puede decir que ¨¦l cre¨ªa contar con el apoyo de Reagan a trav¨¦s de sus superiores, Poindexter no podr¨¢ decir lo mismo. Sobre este punto tendr¨¢ que escoger: o bien ¨¦l escondi¨® el tema a Reagan -y justificar tama?a anormalidad no le ser¨¢ c¨®modo-, o bien Reagan estaba al corriente y, por tanto, ha mentido al pueblo. El cerco aprieta cada vez m¨¢s al presidente.
A pesar de esta evoluci¨®n de la encuesta del Congreso, nadie en el mundo pol¨ªtico de Washington parece tener inter¨¦s en que las cosas lleguen a un punto en que la continuaci¨®n de Reagan en la Casa Blanca resulte imposible. Ello provoca una evidente moderaci¨®n en muchos comentarios. El prestigio de Reagan est¨¢ por los suelos, pero es algo ya casi asumido. No se maneja alternativa a un Reagan muy disminuido en la Casa Blanca durante el a?o y medio que queda de la actual presidencia, incluso si las negociaciones de Ginebra dan el resultado esperado.
Los hechos que est¨¢n saliendo a la luz ante la comisi¨®n del Congreso estadounidense no pueden ser considerados solamente en funci¨®n de si Reagan ha dicho o no la verdad. Est¨¢ surgiendo un aspecto m¨¢s grave: las declaraciones de North -y m¨¢s a¨²n su personalidadponen de relieve que puestos decisivos en la pol¨ªtica exterior y en la direcci¨®n de ¨®rganos con enormes poderes han sido desempe?ados por personas que, por fanatismo pol¨ªtico, han realizado en nombre de EE UU una especie de pol¨ªtica exterior privada, contraria a las decisiones del Congreso. Son personas que desprecian los ¨®rganos elegidos por el pueblo -North no lo disimul¨®- y consideran el respeto a la ley como algo secundario. Para ellas, su ideal -en este caso la lucha contra el sandinismo o el comunismo- lo justifica todo. Pensando en antecedentes en otras latitudes, es un espect¨¢culo que da escalofflos.
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