Errores, necesidades y enga?os, cosas del pelot¨®n
El llamado pelot¨®n no deja de ser una congregaci¨®n solidaria de ciclistas de muy variada procedencia e intereses no siempre coincidentes. Pero su misma estancia agrupada durante horas y horas, tras kil¨®metros, curvas, subidas y ca¨ªdas, el pelot¨®n adquiere una personalidad colectiva que se manifiesta en multitud de an¨¦cdotas. El pelot¨®n da permiso a escapadas, concede venia para visitas familiares, es generoso o implacable seg¨²n ordenen sus fuerzas vivas. Y todos los ciclistas son parte del pelot¨®n, que es su casa, en ¨¦l corren, conversan, comen o sufren durante al menos cinco horas diarias. Ayer, siete.Y es el pelot¨®n donde la gente, aunque parezca mentira, hace amigos, o donde se discuten algunos fichajes. Del pelot¨®n, el espectador guarda el t¨®pico de un grupo de insaciable voracidad por sancionar todo esfuerzo en solitario. Los corredores aislados corren, no contra el tiempo, sino contra el pelot¨®n, que siempre persigue a alguien o parece tener prisa por acabar. Pero eso es lo que pasa una hora antes del final, lo que se ve tras la pantalla.
Cadena y Brenaudeau
La ¨²ltima an¨¦cdota del numeroso pelot¨®n del Tour sucedi¨® hace dos d¨ªas. El pelot¨®n agrupado se aproximaba a una meta volante, muy mal pagada por cierto, por lo que los l¨ªderes decidieron que se fuera en marcha lenta. En esa tesitura, un corredor colombiano, no enterado de tal decisi¨®n, se encontr¨®, de improviso, solo y en cabeza. Miraba para atr¨¢s y ve¨ªa que nadie le segu¨ªa; por si acaso, sprint¨® un poco, y el pelot¨®n sigui¨® sin inmutarse. Era Cadena y se encontr¨®, de pronto, a dos minutos del pelot¨®n. En el grupo todo eran risas porque ve¨ªan que el colombiano no acababa de creerse su escapada.
M¨¢s tarde, Pascal y Jerome Simon pidieron permiso para adelantarse y visitar a sus familiares, al paso de la carrera por su localidad natal. Permiso concedido. Finalmente, fue Bernaudeau quien solicit¨® la venia para ir a hacer sus necesidades. Hay corredores que las hacen en la cola del pelot¨®n, por lo cual luego han de recuperar el tiempo perdido, quienes las hacen a la carrera, o quienes simplemente se adelantan y luego esperan al pelot¨®n, porque determinada necesidad no se puede satisfacer con la bicicleta por medio. Y ese fue el caso de Bernaudeau.
Pero Bernaudeau enga?¨® al pelot¨®n porque lo que pretendi¨® era escapar impunemente. Pasado el tiempo, las fuerzas vivas se dieron cuenta del asunto y lanzaron a sus huestes tras el ciclista franc¨¦s. Cuando fue cazado, recibi¨® multitud de silbidos, alg¨²n que otro objeto arrojadizo y, seg¨²n la prensa local, un intento de agresi¨®n por parte de Duclos Lasalle. Bernaudeau busc¨® luego una explicaci¨®n peregrina: era su 31 cumplea?os y quer¨ªa celebrarlo en solitario. El pelot¨®n no acept¨® tal justificacion, por lo que parece que, de ahora en adelante, este corredor tendr¨¢ dif¨ªcil cualquier escapada. Mientras tanto, eso s¨ª, Cadena march¨® en solitario hasta la extenuaci¨®n. Se hab¨ªa escapado por error, por no estar al tanto de las cosas del pelot¨®n.
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