Toreo de consumo
Tomas Campuzano y El Soro hicieron toreo de consumo ayer en Pamplona, del que se vende a la rebati?a y de barato, tres por veinte duros y le doy un retrato de la hija del amo, vengo a descambiar la prenda, que tiene picos; aqu¨ª no se descambia nada, se?ora, haberla mirado bien cuando se la llev¨®. Ruiz Miguel, en cambio hizo un toreo de los que se guardan en vitrina, para expertos en el buen pa?o y amantes del corte fino.Los Murteira, grandes y armados hasta los dientes, tres por lo menos, se dejaban hacer el toreo de consumo y el otro. Campuzano brind¨® su primero a las pe?as y al abrigo de sus ol¨¦s y sus aclamaciones hizo la faena, r¨¢pida, muy ligada, sobre un menudeo de pases manufacturados en serie, abierto el comp¨¢s, pico adelante, arte all¨¢ penas, el caso era darlos, seguidos aprovechando la embestida codiciosa y nobil¨ªsima, molinete que se jalea, manoletinas que provocan gritos de "torero, torero!". Le dieron dos orejas, y todos tan contentos.
Murteira / Ruiz Miguel, T
Campuzano, El SoroToros de Murteira, con trap¨ªo, dieron juego. Ruiz Miguel: cuatro pinchazos y media tendida (pitos); cuatro pinchazos -aviso con retrasa-, otro pinchazo, estocada y dos descabellos (vuelta). Tom¨¢s Campuzano: estocada ca¨ªda (dos orejas); pinchazo y bajonazo (silencio). El Soro: estocada corta (oreja); pinchazo y bajonazo (palmas). Plaza de Pamplona, 12 de julio. S¨¦ptima corrida de feria.
El Soro recibi¨® al tercero con tres largas cambiadas de rodillas, lo banderille¨® mediante carreras en tirabuz¨®n, girando sobre s¨ª mismo -con lo que marea- y reuniendo los pares desde la lejan¨ªa. Al sexto a¨²n se los reuni¨® mas distantes. Lanzado El Soro por la rentable senda del tremendismo, mulete¨® ardoroso de rodillas, destemplado de pie, empalm¨® muletazos altos en cadena y el mocer¨ªo de las pe?as, miles de voces privilegiadas, le cantaba "El Soro es cojonudo, como El Soro no hay ninguno". Por que el se?or Como-ninguno, tuvo una oreja y no dos, como Campuzano, entra en el pi¨¦lago ignoto del insondable arcano.
Segu¨ªa la fiesta, merendola por todo lo alto, champ¨¢n a morro o en ducha, sangr¨ªas densas de az¨²cares o aligeradas de lim¨®n, magras, bonitos, ajoarrieros, caf¨¦ irland¨¦s y pasteler¨ªa fina la elegancia; cubos de agua-sucia por los cogotes donde el sol apretaba y espesaba sudores, la humanidad de las pe?as, unos lo agradecian y otros se revolv¨ªan amagando el guantazo; no pasaba nada pues el mal humor lo disolv¨ªa el grito de "San Fermin, San Fermin". Dif¨ªcil lo ten¨ªa Ruiz Miguel en medio de aquel guirigay ajeno a la lidia y frente al toro incierto. Sin embargo Ruiz Miguel es torero de casta, oblig¨® al toro a humillar, lo embebi¨® en el enga?o, mandonas e impeclables series de redondos y naturales, una tanda de derechazos templad¨ªsimos, arte puro, que constitu¨ªa una felic¨ªsima novedad en en este diestro con fama de legionario.
Mat¨® fatal Ruiz Miguel y perdi¨® la oreja pero no un triunfo que le reconocieron hasta los que mas tintorro trasegaron al cuerpo. Ya es m¨¦rito haber conseguido la atenci¨®n de un gent¨ªo que se complac¨ªa en beber y apurar. El primer Murteira fue deslucido; lo lidi¨® con valor y t¨¦cnica, lo mat¨® a la ¨²ltima. El volapi¨¦ se le negaba ayer a Ruiz Miguel. Al quinto lo tore¨® Campuzano con vulgaridad y sin excesivos alardes pues ya ten¨ªa dos orejas en el esport¨®n. El sexto se quedaba peligrosamente en el centro de la suerte y El Soro hubo de ali?ar. Nadie se enfad¨®.
El p¨²blico pamplon¨¦s, m¨¢s los turistas y la foraster¨ªa dominguera, se iban colmados de toreo de consumo; me lo descambie, que tiene picos; no se lo descambio haber mirado bien cuando pidi¨® las orejas. Y quien atesoraba gusto refinado para paladear los canones estrictos de la tauromaquia exquisita, satisfecho del toreo g¨¹eno que trenz¨® Ruiz Miguel con el primor de un encaje de bolillos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.