La encrucijada del sindicalismo espa?ol
La concertaci¨®n social en Espa?a est¨¢ desde hace tiempo concebida como una variante de pacto social tradicional para la etapa de crisis. Es decir, como el equivalente de un pacto social a la baja. De ah¨ª que haya de rechazarse sin paliativos.El poder real de negociaci¨®n de los sindicatos se va a medir por su capacidad de obtener cosas tangibles y positivas para los trabajadores, sin desactivar la oposici¨®n de ¨¦stos a esas pol¨ªticas antisociales.
5. El objetivo del sindicalismo de clase en Espa?a en relaci¨®n a los problemas econ¨®micos y sociales debe ser contribuir a que se abra paso otra pol¨ªtica, progresista y solidaria.
Pero esa otra pol¨ªtica, cuyos ejes est¨¢n desarrollados en m¨²ltiples textos, es inviable sin una distinta relaci¨®n de fuerzas, mucho m¨¢s favorable a los trabaja dores, y no s¨®lo en el terreno social y sindical.
Sin instrumentos pol¨ªticos que permitan a la clase obrera influir directamente en las instituciones pol¨ªticas del Estado dif¨ªcilmente puede conseguirse que las alternativas al neoliberalismo se abran camino.
Las paradojas
La aparente paradoja de la clase trabajadora espa?ola en esta etapa es que realiza formidables movilizaciones contra los efectos de la pol¨ªtica gubernamental, al tiempo que mantiene una amplia, aunque descendente, fidelidad electoral al PSOE, en cuyos votos se respalda dicha pol¨ªtica. La paradoja se convierte en alarma cuando se observa que el voto de castigo al PSOE favorece a partidos que est¨¢n a su derecha.
En ¨²ltima instancia, significa que existe amplia conciencia de que es injusta la pol¨ªtica que se hace, pero sin la adecuada traducci¨®n en t¨¦rminos estrictamente pol¨ªticos.
De mantenerse esta disociaci¨®n mucho m¨¢s tiempo, la acci¨®n de los sindicatos tendr¨¢ m¨¢s frustraciones que ¨¦xitos.
No es posible que los sindicatos resuelvan las deficiencias partidarias de la clase obrera.
Como tampoco es posible mantener indefinidamente un sindicalismo de masas inspirado en ideales de transformaci¨®n social, si pol¨ªticamente los trabajadores optan por la socialdemocracia descafeinada.
Si los comunistas en Espa?a no consiguen resolver pronto este problema, puede augurarse mal futuro para ese tipo de sindicalismo.
6. La actual etapa es de acumulaci¨®n de fuerzas. Los sindicatos deber¨ªan centrar la atenci¨®n en c¨®mo conseguir organizar mayores efectivos, cuesti¨®n directamente relacionada con el tipo de acci¨®n sindical que se desarrolle y con la organizaci¨®n que mejor facilite esa acci¨®n sindical.
Significa identificar a los trabajadores con lo que se reivindica, interesarlos en la movilizaci¨®n para conseguirlo y obtener victorias, que ser¨¢n parciales en la mayor parte de los casos. El ejemplo de 1987 es interesante al respecto. Significa tambi¨¦n no esperar que de los resultados de la acci¨®n sindical se deriven espont¨¢neamente mayores afiliaciones.
Significa pasar del desgaste que ha supuesto la competencia continua entre sindicatos a una colaboraci¨®n, hoy posible, sin por ello renunciar a la propia identidad.
Significa planificar la forma de relacionarse establemente con las empresas, en particular con esa inmensa mayor¨ªa que carece de presencia sindical alguna.
Significa lo que metaf¨®ricamente podr¨ªa definirse como vuelta a la f¨¢brica en la atenci¨®n de los sindicatos, que nada tiene que ver con el atrincheramiento en la empresa, sino, por el contrario, con la liberaci¨®n de fuerzas que permitir¨ªa un sindicalismo desde abajo.
Hay que huir de una forma de integraci¨®n, cual es, considerar que los sindicatos son una m¨¢s de las instituciones del sistema capitalista. ?se es uno de los peligros del abuso del sindicalismo por arriba.
7. Toda estrategia sindical que en Espa?a no tenga en cuenta que el tal¨®n de Aquiles de los sindicatos es la falta de afiliaci¨®n y, por tanto, lo prioritario que resolver, ser¨¢ una mala estrategia.
Sobre poblaci¨®n asalariada ocupada, la estad¨ªstica m¨¢s fiable da un 14% de afiliados para el conjunto de los sindicatos: la m¨¢s baja de Europa.
Si a esa poblaci¨®n se le sumara la del resto de potenciales afiliados, como parados, pensionistas y aut¨®nomos, el porcentaje ser¨ªa la mitad.
En su I Congreso -1978-, CC OO hizo p¨²blica la cifra de 1.83 1.OO afiliados. Para su IV Congreso -1987- ha dado 353.000 cotizaciones. Los dem¨¢s sindicatos han sufrido parecida tendencia.
Las responsabilidades
Aunque las causas fundamentales sean externas a los sindicatos, les cabe una parte de la responsabilidad. Lo demuestra que la representatividad, medida por las elecciones sindicales y por la capacidad de convocatoria en m¨²ltiples movilizaciones, es aceptable: los trabajadores los secundan y apoyan, pero prefieren no organizarse en sus filas.
O se produce una autocr¨ªtica sobre la parte de responsabilidad que corresponde a los sindicatos, consistente en variar ciertos rasgos burocr¨¢ticos en la pr¨¢ctica sindical a todos los niveles; cierta dispersi¨®n en las iniciativas, algunas de ellas m¨¢s propias de un movimiento pol¨ªtico-social que de un sindicalismo sociopol¨ªtico; cierto car¨¢cter lit¨²rgico en la proclamaci¨®n de independencia, cuestionada luego en la pr¨¢ctica; cierta primac¨ªa de la estructura organizativa territorial, en menoscabo de la sectorial propia de los sindicatos..., o se sacuden inercias y autocomplacencias o podr¨ªa ser m¨¢s duro su quehacer en el futuro.
Es verdad que el Gobierno del PSOE ha hecho una pol¨ªtica de derechas en el terreno econ¨®mico. Pero como la genuina derecha espa?ola consiga hacerse tambi¨¦n con el Gobierno lo van a pasar todav¨ªa peor. Miremos lo que Margareth Thatcher les est¨¢ haciendo a las TUC brit¨¢nicas, y tendremos alguna pista. Y las TUC ten¨ªan hasta hace poco 10 millones de afiliados, es decir, una fuerza muy considerable.
Otra pista, en este caso de las cosas impresentables del lado de los sindicatos en Espa?a, es que si bien en el ¨²ltimo trimestre de 1986, con ocasi¨®n de las elecciones sindicales, se hicieron entre todos alrededor de 300.000 visitas a peque?os centros de trabajo para que eligieran delegados, d¨¢ndose casos en que sumadas las de unos y otros se fue 10 veces a la misma empresa, en la inmensa mayor¨ªa de ellas la visita anterior fue en 1982, esto es, en las anteriores elecciones. ?Se va a esperar a 1990 para repetir la presencia del sindicato en esas empresas?
?Est¨¢ planteado seriamente que sumadas todas las empresas de uno a 50 trabajadores arrojan la cifra de 700.000, dan empleo al 40% de los asalariados y, en m¨¢s del 90% de ellas no hay ni un s¨®lo afiliado a ning¨²n sindicato?
8. La integraci¨®n de Espa?a en la CE puede considerarse irreversible. -Supone una nueva dimensi¨®n para cualquiera que sea el enfoque de las estrategias.
La cuesti¨®n de la articulaci¨®n europea en la acci¨®n de los sindicatos y en el aprovechamiento m¨¢s eficaz de los estrechos l¨ªmites en que se da su participaci¨®n en organismos e instituciones comunitarias se hace m¨¢s que imprescindible.
Ensanchar los l¨ªmites de esa participaci¨®n, potenciar la organizaci¨®n a ese nivel supranacional, coordinar fuerzas frente a las multinacionales, intervenir para hacer que el peso del movimiento sindical, de los trabajadores, influya en las cada vez m¨¢s amplias decisiones que se tomaran para todo el ¨¢mbito de la CE, tiene que dejar de ser una simple declaraci¨®n de voluntad y transformarse en una de las tareas centrales de los sindicatos.
9. Si elsindicalismo en Espa?a se halla en una encrucijada, CC OO la tiene por partida doble: la general y la interna.
Las tensiones
Puede tomar el camino de buscar una s¨ªntesis- en su interior que le permita aprovechar todo el potencial de crecimiento que le abre la existencia de millones de trabajadores decepcionados. Puede tambi¨¦n intentar, prioritariamente, resolver las tensiones internas, derivadas de la divisi¨®n entre comunistas, por la v¨ªa de la marginaci¨®n de unos sobre otros, en funci¨®n de las mayor¨ªas que cada corriente tenga en sus respectivos ¨¢mbitos.
El drama no ser¨¢ s¨®lo el peligro de divisi¨®n, sino la p¨¦rdida de credibilidad, tanto de su car¨¢cter pluralista y democr¨¢tico como, sobre todo, de sus pretensiones unitarias en relaci¨®n al movimiento sindical y al conjunto de los trabajadores.
Si se medita sobre el papel de CC OO en este per¨ªodo, donde la carencia de instrumentos pol¨ªticos eficaces en la defensa de los intereses de los trabajadores ha hecho recaer sobre CC OO una gran responsabilidad en dicha defensa, se puede concluir diciendo que resolver las tensiones internas por la v¨ªa de la integraci¨®n y no por la resultante de actitudes excluyentes es algo m¨¢s que una necesidad o un signo de madurez: es una responsabilidad hist¨®rica.
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