Delgado quit¨® un minuto a Roche, Bernard y Millar
LUIS G?MEZ, ENVIADO ESPECIAL, Delgado y Mottet encontraron ayer en la adversidad meteorol¨®gica una ocasi¨®n irrepetible para negociar una cooperaci¨®n moment¨¢nea y beneficiosa. Un corte en el pelot¨®n, cuando la lluvia hac¨ªa dif¨ªcil la visibilidad a unos metros y el viento soplaba de costado, convirti¨® una etapa de transici¨®n en una conflagraci¨®n entre dos pelotones, uno de damnificados y otro de afortunados. Para Mottet, Delgado, Herrera y, ahora, Hampsten, la lluvia fue una bendici¨®n; para Roche, Millar, Bernard y Zimmermann, como un castigo divino. Delgado acort¨® en 1.07 minutos sus diferencias sobre Roche y Bernard, que son ahora de 1.48 y 2.01, respectivamente, mientras que sit¨²a a Millar a 1.28 y a Zimmermann a 3.45. El Tour se anima cada vez m¨¢s.
Una espectacular tromba de agua, un largo chaparr¨®n que oscureci¨® la carretera, expuls¨® a los aficionados de la cuneta e impidi¨® que los autom¨®viles pudieran ir m¨¢s deprisa que los corredores, cay¨® como un tajo en el pelot¨®n, pero no lo parti¨® en dos mitades equilibradas. Por una iron¨ªa climatol¨®gica o qui¨¦n sabe si un capricho del viento, de pronto unos corredores se vieron lanzados hacia adelante, como si para ellos luciera el sol, mientras que otros se miraban a la cara, intentaban reconocerse, se preguntaban qu¨¦ estaba pasando y esperaban indicaciones de alguna autoridad pertinente. Ah¨ª, Roche miraba a todos lados para ver caras conocidas, le debi¨® tranquilizar ver a Millar tomando posiciones, a Bernard pasando lista, pero ?y el de amarillo?, ?y Mottet?. Mottet, cuya obligaci¨®n honor¨ªfica es comandar el pelot¨®n, como todo l¨ªder que se precie de serlo, no estaba delante. Y si no estaba ah¨ª, donde ahora Roche intentaba restablecer la situaci¨®n, es que se hab¨ªa quedado con los de delante. ?Y los colombianos? ?Y Herrera?. Herrera ir¨ªa a cola, debi¨® pensar Roche para tranquilizarse. ?Y Delgado?, Delgado, estos d¨ªas, va delante. Delante o a su lado. Y a su lado no estaba.Demasiados 'unos'
De pronto, unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, mientras todo el equipo Carrera hab¨ªa tomado el mando del pelot¨®n, los Panasonic resguardaban a Millar y los Toshiba se turnaban en los relevos, Radio Tour comenz¨® a escupir dorsales: "Delante se ha formado un grupo con 40 segundos de ventaja..." ?40 segundos en un par de kil¨®metros!. "Son el 61, el 51, el 131, el 191, el 41..." Demasiados unos, demasiados jefes de filas. Ah¨ª, estaba claro, iban Mottet, Delgado, Fignon, Hampsten y Herrera. Pero no iban solos.
Porque el corte result¨® tan caprichoso que bendijo a Delgado en compa?¨ªa de Kneteman, Rooks, Muller y Stevenhagen. Eran cinco del PDM. A Mottet le acompa?¨® igual fortuna, al lado de Fignon, Madiot, Marie y Gavillet. Herrera bastante suerte ten¨ªa con no estar detr¨¢s -"ponte cerca de Delgado en el pelot¨®n", le hab¨ªan dicho-, pero pudo reconocer a Parra y a Wilches. El americano Hampsten tambi¨¦n se encontr¨® con su compa?ero Alcal¨¢ (Seven Eleven). Y, entre tanto aliado, otro espa?ol, en solitario pero de testigo excepcional: Anselmo Fuerte (BH). Aunque para ellos la lluvia era torrencial, les sobr¨® tiempo para decidir: Kneteman, Fignon, Madiot y compa?¨ªa se lanzaron contra la lluvia y arreciaron la velocidad de un grupo formado por m¨¢s de una veintena de hombres. "No era cuesti¨®n de mirar atr¨¢s", dijo Delgado, "sino de salir lanzado para delante". Fuerte tuvo suerte porque fue el ¨²ltimo en entrar. Por un momento, se encontr¨® en tierra de nadie: "Vi un grupo que sali¨® disparado y me lanc¨¦ tras ¨¦l. Entr¨¦ por los pelos". Un colombiano, Parra, sac¨® otra conclusi¨®n: "Hemos demostrado que hemos aprendido a ir en el pelot¨®n europeo. Antes esto hubiera sido una cat¨¢strofe para nosotros. Que tengan cuidado ahora con Herrera".
Aqu¨ª no hizo falta pasar lista. DIM y Systeme U trabajaron como si en ello les fuera el Tour. Y qui¨¦n sabe si la etapa de ayer no modificar¨¢ m¨¢s estrategias que todas las cumbres de los Pirineos juntas.
Durante media hora, la lucha fue intensa y la ventaja lleg¨® a reducirse hasta 28 segundos, pero, a pesar de unas largas e interminables rectas, era. imposible siquiera una referencia visual. Carrera, Panasonic y Toshiba contra PDM y Systeme U. Parec¨ªa una contra reloj por equipos. Franceses y holandeses, contra franceses y holandeses, en definitiva, los reyes de la velocidad en el llano. Muy al final, la contienda se decant¨® al lado de los elegidos por el clima. La suerte estaba echada. Hasta Bernard sufr¨ªa un pinchazo inoportuno que retrasaba a¨²n m¨¢s la caza. Algunos hombres, como Madiot y Gavillet pagaron su esfuerzo; otros, como Wilches, fueron incapaces de seguir a esa velocidad y con ese tiempo maldito.
La etapa estaba dise?ada para el descanso de los protagonistas o para que algunos rezagados buscaran un ef¨ªmero triunfo de etapa. Le Clerc, GoIz y Earley contaron con el benepl¨¢cito de un pelot¨®n confiado, para escapar en solitario. Llegaron a tener hasta 20 minutos de ventaja. Gan¨® el segundo. Al poco del inicio, otro espa?ol, Blanco Villar, decid¨ªa abandonar; ya no le quedaban fuerzas, las hab¨ªa dejado todas en los Pirineos.
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