La vuelta al di¨¢logo

LA ENTREVISTA que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, mantiene hoy con los secretarios generales de UGT, Nicol¨¢s Redondo, y CC OO, Marcelino Camacho, y con el presidente de la CEOE, Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas, marcar¨¢, al menos formalmente, el inicio del proceso de concertaci¨®n.Gobierno, sindicatos y patronal se enfrentan al pacto social desde muy distintas actitudes. En un primer an¨¢lisis parecen definirse dos posturas. El Gobierno -y la CEOE comparte este criterio- prefiere un pacto, que ya podr¨ªa llamarse en nuestro pa¨ªs de corte cl¨¢sico, a tres a?os. Los deseos del Ejecutivo son l¨®gicos desde su punto de vista, ya que un acuerdo de esta naturaleza garantizar¨ªa la paz social durante el resto de la legislatura. Los dividendos pol¨ªticos ser¨ªan obvios, y no debe extra?ar que los interlocutores sociales exijan un elevado precio por la firma de algo as¨ª.

Los sindicatos no quieren el gran acuerdo y han apostado por lo que ellos mismos llaman la negociaci¨®n permanente y abierta: peque?os acuerdos a dos o tres bandas, articulados entre s¨ª, pero a la vez independientes. Un y otra posici¨®n son dif¨ªcilmente conciliables y las diferencias resultan m¨¢s que formales. En el fondo, lo que se plantea es la conveniencia de mantener un di¨¢logo social que en los ¨²ltimos meses no ha existido.

Un a?o convulsionado por la crispaci¨®n y las movilizaciones obreras, ha sido suficiente para que la idea del pacto social vuelva a plantear la necesidad del entendimiento entre el Gobierno y los interlocutores sociales. No es malo que se reconozcan los errores, pero nada es peor que volcar sobre una ¨²nica esperanza todas las frustraciones.

Pensar que la consecuci¨®n de un acuerdo pondr¨¢ fin a la falta de entendimiento que ha caracterizado las relaciones entre el Gobierno, los sindicatos y los empresarios es, cuando menos, ingenuo. Han fallado tambi¨¦n otras cosas, y la recomposici¨®n del di¨¢logo precisa un cambio de talante en quienes m¨¢s directamente tienen encomendado el trato directo con los representantes de la sociedad.

Lo importante, en la hora actual, es romper el c¨²mulo de malentendidos de los ¨²ltimos meses para que sea posible iniciar un di¨¢logo deseado por m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n espa?ola. Tanto la forma de este di¨¢logo como su contenido y alcance es algo que tienen que delimitar juntos los actuales interlocutores.

Entre el acuerdo a tres a?os y la negociaci¨®n continua para acuerdos limitados existen f¨®rmulas intermedias satisfactorias para todos los interesados. La condici¨®n, claro est¨¢, es que exista la voluntad de buscarlas. ?ste es el mandato impl¨ªcito que millones de espa?oles han confiado a quienes hoy se sientan alrededor de la mesa de negociaciones, y del que, de una manera u otra, deber¨¢n rendir cuentas.