La sesi¨®n secreta
LA SESI?N, calificada de secreta, que celebra hoy la Comisi¨®n de Exteriores del Congreso para debatir la negociaci¨®n con EE UU sobre las bases no levanta muchas pasiones. Nadie espera que el ministro Fern¨¢ndez Ord¨®?ez aproveche la ausencia de los medios de comunicaci¨®n, para hacer revelaciones. Lo esencial del tema es conocido, si bien ser¨ªa un hecho positivo que los diputados pudieran tener acceso a los documentos intercambiados entre las delegaciones de Espa?a y EE UU. Pero la sesi¨®n no se justifica por necesidades informativas. El problema real es que la negociaci¨®n entra en su recta final y el Gobierno se esfuerza por obtener el m¨¢ximo apoyo parlamentario. Por lo mismo, el car¨¢cter secreto es rid¨ªculo: la opini¨®n p¨²blica tiene derecho a conocer de forma oficial, y no s¨®lo mediante referencias informales, los perfiles de una negociaci¨®n que afecta al inter¨¦s y a la seguridad de los ciudadanos. Contrasta vivamente esta actitud del Gobierno espa?ol con lo que est¨¢ sucediendo en el Congreso norteamericano respecto a la investigaci¨®n del Irangate.En sus t¨¦rminos fundamentales, la cuesti¨®n que est¨¢ sobre el tapete estriba en si EE UU va a aceptar retirar los 72 F-16 actualmente estacionados en Torrej¨®n como forma de dar cumplimiento efectivo, y no simb¨®lico, a una cl¨¢usula del refer¨¦ndum sobre la OTAN, seg¨²n la cual se proceder¨ªa a "la reducci¨®n progresiva de la presencia militar de EE UU en Espa?a". Todos los indicios son que, en efecto, de una forma u otra, esto va a ser aceptado. Y no puede decirse que Washington tenga motivo de queja. No se ha planteado nada -por citar el caso m¨¢s obvio- sobre la base de Rota, que es la que tiene mayor importancia pura la estrategia de EE UU. Y no s¨®lo para las misiones de la OTAN, sino tambi¨¦n -no huelga decirlo- para otros objetivos propios que tiene EE UU en el Mediterr¨¢neo oriental y en Oriente Pr¨®ximo. Y Rota quedar¨¢ garantizada por un tratado de rango parlamentario, cosa que no sucede con casi ninguna otra de las bases norteamericanas en Europa.
La opini¨®n p¨²blica espa?ola apoya al Gobierno en la demanda de que EE UU retire sus aviones de Torrej¨®n. Tal retirada no tendr¨ªa ninguna consecuencia grave en el terreno de la seguridad occidental y Espa?a ha insistido en que est¨¢ dispuesta a dar facilidades en plazos y modalidades. La no retirada de los aviones chocar¨ªa, en cambio, con exigencias pol¨ªticas irrenunciables par el Gobierno es pa?ol, como es, en este caso, la voluntad popular expresada en refer¨¦ndum. La relaci¨®n de EE UU con la Espa?a de es muy diferente a la que exist¨ªa en el pasado. El franquismo cedi¨® las bases a cambio de ayuda pol¨ªtica y econ¨®mica. Pero la subsistencia hoy de las bases s¨®lo puede justificarse en funci¨®n de una mutua conveniencia entre aliados. Estados Unidos, a la vez que Espa?a, debe estar interesado en dejar claro ese cambio en el car¨¢cter de la relaci¨®n.
Los norteamericanos han abultado las consecuencias de la retirada de los F-16. Pero no por razones militares, sino por temor a que el caso espa?ol sea un "mal ejemplo" para Grecia u otros pa¨ªses. Ser¨ªa, sin embargo, peor para EE UU que no haya acuerdo el 16 de noviembre. Una soluci¨®n en un ambiente de amistad y pragmatismo, sin sacar lapanoplia de los argument¨®s tremendistas, resulta beneficiosa para todos. Este parece ser el ambiente que se ha abierto camino en las ¨²ltimas conversaciones con Shultz, aunque la posici¨®n oficial norteamericana todav¨ªa siga invariada.
Por su parte, no es probable que las fuerzas pol¨ªticas espa?olas, por mucha que sea la elocuencia de Fern¨¢ndez Ord¨®fiez, cambien sus conocidas posiciones en el debate. Las ¨²ltimas elecciones, sin embargo, han puesto de relieve que han ganado votos partidos con una actitud m¨¢s radical que el PSOE en la cuesti¨®n de las bases. Ello se refleja incluso en grupos regionalistas de derecha, como el que va a encabezar el Gobierno de Arag¨®n, que ha pedido el cierre de la base de Zaragoza. Ciertamente, de las posibilidades que actualmente se perfilan en el panorama pol¨ªtico espa?ol, el PSOE y sus planteamientos negociadores distan mucho de ser la peor opci¨®n para los intereses de EE UU. En cuanto a la sesi¨®n de las Cortes, es esperable que contribuya a reforzar las exigencias espa?olas en el ¨²ltimo tramo de la negociaci¨®n.
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